Aún recuerdo la vez que los traje a mi casa, fueron el regalo más hermoso que alguien me pudo dar, tan pequeños y curiosos, los vi crecer, vi sus cambios, conforme pasaba sus ciclos de vida, el macho era rebelde y muy valiente, sé que le gustaba mucho explorar fuera de casa, llego un momento no querías bajar a comer y pude ver en tu carita que ese iba a hacer el último día que te vería, en el fondo lo sabía, nos quedamos observando el uno al otro, no importa cuánto te llamara nunca bajaste y simplemente te fuiste, el lugar era alto como para subir, así que lo único que pude hacer era ver como te alejabas, no lloré, pero iban pasando los días y te extrañaba.
Mi único consuelo era que tenía a tu hermanita,pero, llegó un momento en el cual no podía estar cerca, verla de lejos no era algo a lo que estaba acostumbrada, me costó mucho, me gustaba mucho su mirada penetrante y toda orgullosa cuando me miraba desde la parte de arriba de la casa y aunque ya tenía su edad jugaba como cuando estaba pequeña, la última vez que parió fueron dos hermosos gatitos, pero un día que entraron a casa solo los vió a ellos y me miró, se quedó observando y se fue, la busque en cada momento que podía, no pude dormir por buscarla, anteriormente ya estaba con ese mal presentimiento de encontrarla sin vida, no pasaron muchas horas cuando la encontré, lloré como un bebé, lloré hasta que no pude más, igual aún los sigo extrañando, si me sentía vacía antes, ahora peor con sus partidas, no va a ver esos pequeños momentos cuando los acariciaba por las tardes y se quedaban conmigo aunque sea un momento, me quedaré con los buenos recuerdos que pase con cada uno y sé que no encontraré a ningún animalito parecido a ustedes. Los extraño todos los días, no hay ni un solo día en el cual deje de pensar en lo bonito que fue tenerlos en mi vida.
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