Hoy comí como un chancho y lo hice delante de los tres, Pupo, Murciélaga y William miraban desesperados aguardando un bocado, el gordo se puso tan loco que hube de sacarle afuera, sobornándole con un bocadillo, ataca a Pupo, quien está muy viejo, pero continúa siendo un guerrero, es un beagle, pequeño, pero criado en la calle, Ariel le trajo cubierto de heridas, aquí supo comer a diario, le queda poco, pero no se resigna, no claudica, jodido, hecho pelota, sigue enfrentando a William, mi beagle gordo, grandote y mimoso, un sinvergüenza, un mal criado (al escribir esto Pupo aún no había muerto, le extraño llevándole en brazos a la veterinaria, recuerdo su olor, su cuerpito caliente, su peso, ya no está…).

El guiso de arroz con papas, zanahorias cortadas en trozos muy pequeños y salsa de tomates estaba delicioso, pobres perros, me veían comer y enloquecían, también comí matambre y bondiola, papas fritas y masas finas de dulce de leche, y para rematarla alfajorcitos de maicena con dulce de leche y coco rallado, por supuesto todo acompañado de la infaltable botella de coca cola. Hace frío, y el frío invita a comer, en casa siempre se comió a lo bestia, mamá ha sido una gran cocinera, en eso no falló. El amor de Murciélaga para con Ariel es incondicional, ni bien le escucha dispara junto a él olvidándome, olvidando a cualquiera, se ve que agradece inmensamente que mi hermano le haya salvado de la miseria, él le llama Chichita y ella responde a los dos nombres, a los tres, pues también le dice Tita. Mi madre le dice Chiquita o Negra, ya que es negra y fea, pero es muy cariñosa y muy buena, la jodo y no se enoja, a veces la he hecho rabiar, y no se ha atrevido a morderme, estuvo a punto de hacerlo, pobrecilla, soy un tonto, luego no la he vuelto a joder, son demasiado fieles, no lo merecen, ellos son tan apegados a nosotros, «lo que son los perros»…

Un maelstrom más profundo que el de Poe no deja que pueda explicar la caída, el vértigo me condena a frecuentar los mismos tugurios, hoy en la calle Yrigoyen. La misma espiral repugnante y deseada, y un flaco narigón comiéndome la verga, y yo comiéndosela a un morocho boxeador, a un tipo alto y dotado. Cogiéndome al último y perdiendo el forro dentro del culo de este tipo, no pude ver si le seguí dando sin protección, sólo ví que al sacar la pija de su culo, el forro quedó dentro. Luego el muchacho que supo boxear y ahora embalaba achuras me hizo acabar dos veces, petiso, musculoso, tatuado, bien villero, muy ignorante, terrible chupa pija, logró calentarme. Aunque le gustaban mucho los besos, pero su aliento destilaba mortadela, se lo dije, pobre, se había comido un sandwich de aquel fiambre antes de entrar al cine. Su pija no era tan grande, pero sí gruesa; grande, inmensa, la supo tener el tipo que me cogí antes de estar con el «carnicero». Pero era un histérico, le molestó que le abrazara, tenía calor, entonces se me acercó un tipo rubio, elegante, de mi edad, pero la tenía chiquita y no me la quería chupar, dijo haberse quedado encantado de ver cómo me cogía al pijudo. El carnicero boxeador entró en escena, me pidió que me lo cogiese, ya estaba muy cansado, le acabé en los labios, mucho, le encantó. Era de Virrey del Pino, vivía con la mamá y un santiagueño que se había casado con la madre, los hermanos se habían juntado y ya no estaban con ellos. Recientemente había conocido el mar, tenía cuarenta años. Un puto de sesenta y cinco a quien contactase mediante un chat lo había llevado a Santa Teresita, no lo había vuelto a ver, dijo sentir asco al tener que acostarse con aquel tipo. Él también acabó, le olí el calzoncillo y volví a acabar, le chupé la pija, le olí los huevos, pero no estaba chivado como a mí me gusta, aunque tampoco estaba mal. Su moto le esperaba en la esquina del cine. «Me quiero jugar el todo por el todo contigo», la frase es demasiado fuerte, viene de labios del mexicano, miente, fabula, dice la verdad, todo es confuso, distante, virtual, por qué me mezclo en algo que no sé si podré concretar, igual es demasiado joven. Sabor amargo, como el del semen…Carente de experiencia en la incursión por redes sociales no alcanzo a entender que su uso puede ser de mayor peligro y dolor emocional que el trato cara a cara. Este idiota que pedía fidelidad absoluta y decía jugarse el todo por el todo, continuaba en línea hasta altas horas de la noche, es de presumir que sus juramentos se los procuraba a españoles, franceses o norteamericanos por igual medida. En algún momento supo decir que tenía un hermano muy enfermo y eso le hacía no responder con celeridad, el pobre hermano nada contaba, lo que habría de ocurrir sería que mientras trabajaba se distraía manteniendo conversaciones hot con diferentes tipos de todo el planeta. Qué feo poner un familiar tan cercano por delante, y para colmo de males enfermarle. Jonathan Edwin Luna Reyes o viceversa, así se hacía llamar, así se llamaba un poeta, un cantante, un pintor, al googlearle aparecían varias opciones, tanto le intrigaba conocer mi árbol genealógico que a modo de homenaje plasmo su nombre, tampoco sé si es realmente quien dijo ser, abogado de profesión, pajero virtual, de oficio…El ventilador me hace cada vez peor, pero no dejo de usarle, me levanto congestionado, tampoco dejo de escupir flema, Murciélaga me acompaña echada a los pies de la cama.

Y ahora sin dejar nada en tinta y papel, derecho viejo, en la computadora, seguramente todo tienda a desaparecer, a ser borrado simplemente oprimiendo un botón, realmente no habría de merecer otro fin…He vuelto a rodar hasta el puto sauna, las puertas mugrosas de vidrios polarizados esconden un mundo de lujuria y olvido, ausente, vacío, desprovisto de sentires, carente de verdad. Homo Sapiens han dado en llamarle sus dueños, la tarde se parte al igual que el culo de unos cuantos allí dentro, me desnudo y envuelvo en una toalla acotada, le chupo la pija a un tatuado maraca de anteojos, la tenía grande y gruesa, era actor, un horror, y me salió con rima, sin querer, perdón… Nos pusimos a hablar, de mis páginas en facebook, de los cementerios a ellas consagrados, de las historias allí olvidadas, de Carola y Carolina, de los antiguos comentarios de una Sylvia joven, censurando la compra de un automóvil en cómodas cuotas como algo intolerable. De Mirtha y Sylvia vestidas por Vanina de War y peinadas por Roley, él había escrito e interpretado una obra llamada Goldie y no se qué o quién, todo muy puto, qué digo puto, re puto, pero buscaba pija y rajó tras el olor del semen…Un tarúpido, eso soy, me había olvidado de esta palabra aprendida de chico, una mezcla entre tarado y estúpido…En la obscuridad, en la ardiente obscuridad, ya que estamos con las Legrand…, un tipo de un cuerpo bastante lindo con un aro en una tetilla y muy dotado fue capturado de mi boca, resultó ser un estúpido que decía ser profesor de Historia del Arte, de la que no conocía un carajo, y la tarde se estiraba y la japi de un correntino flaco también, me iba, pero antes de marchar me crucé con el muchacho por la zona del cine, ya me había cambiado, junto al biógrafo estaba el baño, fui a mear antes de marchar, la pantalla me sedujo, el flaco mucho más, para rematar la tarde se acercó un brasilero, con más cabeza que cuerpo, yo seguía caliente, había acabado dos veces, faltaba la tercera, fue en el hotel Ibis, de la avenida Corrientes, el tipo no me gustaba, pero me hizo llegar a la tercera acabada del día, era sobrecargo o comisario de abordo, azafato decía él, en su portuñol de mierda, estaba muy cansado y me dormí, a las diez de la mañana y bajo la garúa volví al departamento, prendí el ventilador y me tiré en el suelo, sobre una alfombra cubierta de rosas…

En el asqueroso sauna llamado Homo Sapiens ví un pibe bastante parecido a Christian, la tenía chiquita, igual que él, esa tarde no estaba bien, poco me importaba lo que hiciese, fui con él a una cabina, era de voz afeminada, decía ser activo, no le creí, no me importó, le dije que hacía mucho tiempo que no me cogían, y era verdad, por no estar solo le permití que me cogiese, se puso un forro y lo hizo, al tenerla pequeña no me dolió tanto, pero se me bajó, me la chupó y me dijo que tenía lindas patas, camino mucho, le respondí. No acabé, no sé si él lo hizo, me fui al cine del sauna y acabé chupando una enorme morena. Le volví a cruzar, Lucas era su nombre, como el de la canción de Raffaella Carrà, le dije, no tenía ni idea de la canción, «mi nombre es Lucas», me dijo, le dije que sí, por decirle algo, luego recordé que había una canción en inglés titulada así, tenía veintinueve años y seguramente apenas había llegado a escuchar hablar de Raffaella Carrà, me fui a cambiar para marcharme y me dijo que se cambiaba y salía conmigo, esto no me agradó, estaba desocupado hacía un año, yo no tenía intenciones de ayudar a nadie, fue a cambiarse arriba, me apresuré y rajé del lugar. Dos cuadras detrás mío, ya en la calle, me llamaba, ah, sos vos, le dije, «sí, me quedé hablando con un tipo y no me largaba», bien, le respondí. Llegamos a avenida Corrientes y estúpidamente le invité a comer pizza con coca cola, allí apuntó mi número, caminamos por Corriente, y en la vereda de enfrente, en una esquina, vio una heladería y como un niño se precipitó sobre sus puertas, le compré un helado de chocolate, nos sentamos junto a un árbol, sobre un pequeño cantero, terminó su helado y subió a un colectivo, un par de días después le estaba volviendo a ver en mi departamento. Es una copia del otro, «luces ninguna», un niño grande. Me ayudó a limpiar la mugre acumulada en dos años de encierro, el departamento de la calle Santiago del Estero permaneció dos años clausurado. No sé lo que quiere, no sé qué piensa, un nuevo metejón me puede llevar al tacho…Sigo mal, la incertidumbre ante el juicio, ante la soledad, ante la ausencia de felicidad enloquecen mis días… Ya no hay Virgen que vele por mí… Matando la soledad he terminado frecuentando asiduamente cines pornográficos, el Victoria, el Multicine…, le he chupado la pija a un par de tipos… Un militar borracho me hizo acabar dos veces en el antro de la galería que comunica Lavalle con avenida Corrientes. Me mandó un mensaje deseándome feliz navidad, seguía en curda, me preguntó si le gustaba cómo se había vestido, tenía una remera con moñito estampado al cuello, parecía un payaso negro, era bien pardo el milico, aunque conservaba lindos pectorales. Le dije que se parecía a Pepitito Marrone, me envió otra foto y le comenté «qué, me estás haciendo el cheeee», me respondió que sí, le contesté que así me lo cogía con la mirada, no le gustó, enviándome un mensaje que decía «jaba, que es Navidad», «dejá de chupar», fue mi respuesta y allí murió el amor nacido dos días antes en el biógrafo. Pensé, «andá a cagar, borracho, milico puto de mierda, que ni siquiera lograste acabar una miserable sola vez, cuando a mí me lo pedía que lo hiciera por tercera vez»…, «pará» hube de decirle, «pero si vos podés», le oí comentar, «sí, pero bue, yo debo conformarme con imaginar cómo vos lo hacés». Ya está, no supe nada más de este negro de mierda…Luego de pulular largo rato por las roñosas salas del Multicine, sin ganas de seguir, opté por sentarme en uno de los huecos abiertos en las paredes a modo de bancos cubiertos de cerámicas grises. Apareció Enrique, chupando cerveza, sin contención ninguna, un rato antes y sin ganas, le había chupado la pija a un tipo teñido de marrón chocolate, me tocó el culo y lo saqué cagando, tenía voz de maricón y creí que nos íbamos a las manos. El borrachín me invitaba de su lata, apenas tomé unos tragos, terminaba con una latita y corría en busca de otra, estaba demasiado demacrado, los huesos de su rostro denotaban unos ojos tristes, era de baja estatura, tenía pancita, hablaba bajito, dijo cosas que no logré escuchar, aunque de nada hubiese servido alcanzar a oírle, decía pavadas, cuentos de borracho. Tampoco laburaba con cuarenta y ocho años, me comentó, vos tenés cincuenta y tres, no, soy del sesenta y ocho, tengo cincuenta, le dije. Mis super poderes tontos me decían que eras peludo, ¿vos tenés super poderes tontos?, terminaba por preguntarme…Pretendía ser maestro de vida, una especie de psicólogo social, coordinador de cursos de autoayuda o coaching ontológico.Tus alumnos han de ser mayoritariamente mujeres, le comenté, no, las mando a la concha de su madre, les digo sos una conchuda de mierda, me seguía contando el coaching. «A la final», cuidaba a su mamá anciana que tenía demencia senil, su hermano estaba en España y no se llevaba bien con él. Había vendido una casa en Morón y comprado un PH en Bohedo. No tenía dudas, patinaba la guita de la vieja. Quiso que le acompañase a un telo, «me desaparecí», me daba pena, me entristecía verle así, pero era notorio que no estaba sano, siguió chupando en la pequeña barra del mugroso sitial, hablaba con otros dos, pasé por detrás suyo, no se dio cuenta, me marché…, un negro de mierda me encaró pidiéndome plata frente al Hotel República, casi termino mal la noche, nada le dí, seguí mi camino de vuelta al departamento, me bañé en el patiecito y me dormí.

Vino la tía Negra, su verdadero nombre es María Octavia, recuerdan junto a mi madre, el aniversario de la muerte del padre, se cumplen ochenta años del deceso, la re mierda, cómo viven mamá y mi tía, con noventa y tres años la tía parece que tuviese setenta. «Papá me sentaba en una sillita debajo del alero y yo le acompañaba cantando, él tocaba la guitarra, qué bonito que lo hacía, junto a la tía María iban de a caballo hasta Monte Grande y allí cantaban no sé dónde», rememora la Negra, seguramente en algún prado español, castellanos de pura sepa, necesariamente no olvidaban sus raíces peninsulares en verdes pampas bonaerenses, todos tan altivos, tan distinguidos, elegantes, distantes, amables, generosos como pocos, simpáticos y altaneros, una conjunción de cercanía pero que a las claras denota distancia, prudencia, como diciendo sin decirlo, cuidado, detente, no te pases, hasta aquí llegaste, te encuentras delante de álguien muy superior a tí, merecedor de respeto e incluso, reverente trato. Todos han muerto, menos mamá y la tía, y el tío Lolo, los demás, allá arriba, con el padre, con la madre, callada y severa, doña María del Rosario, demasiado severa, demasiado recta, la tía Petra, la tía Chola, el Negro, Ernesto, Elías, todos muertos, parecidos, extraños, locura y mala suerte, la muerte todo olvida…

Lucas me comentó que no tenía trabajo, que había laburado en una joyería pero eso ya no existía, luego me contó que conocía a Pablo Ruiz, pudo escuchar uno de sus CD en casa. Atando cabos enseguida me dí cuenta de que su anterior patrón había sido el hermano trolo de Pablito Ruiz, sexo a cambio de un supuesto trabajo decía acompañarle a traer arreglos a la calle Libertador, me asombré, «no será Libertad», sí me dijo, pero era tan ignorante que a todo le otorgaba otro nombre o desconocía cómo llamarle, «el cosito, la cosa, eso que lleva tal cosa, lo que se pone ahí», y frases por el estilo. Insistió con lo de no tener ocupación rentable alguna, tal vez entregara el culo a cambio de unos mangos, se fijaba en gente mayor, no pude comprobarlo pero creo que así era, u obtenía un plato de comida o ropa con la qué vestirse. Finalmente opté por decirle si quería ayudarme a pintar, pude ver que para la pintura no servía, ni bien mojaba el pincel en el tarro, procedía a escurrirle sobre un costado de la lata, lo único que lograba era acumular capas de pintura sobre uno de los lados internos del tarro, el inmenso calor hacía que la pintura secara rápidamente y el desperdicio del costoso líquido era notorio. Opté por hacerle limpiar puertas y ventanas y por rasquetear un caño de desagüe pluvial, de hierro, esto lo hizo relativamente bien. Le dí de comer y le pagué trecientos pesos por unas tres horas de trabajo. Dos días cumplió. La noche antes de que asomase el tercer día me informó por mensaje de texto pretender ochocientos pesos diarios por pintar. Le dije que pintar no sabía, que para limpiar las puertas-ventanas de los balcones y la cocina, sí le iba a precisar. Era primero de año y apareció a saludar, yo ya había limpiado solo la puerta-ventana del comedor y mi hermano le había colocado las cortinas limpias, pudo ver que así era pero faltaba limpiar el ventanal del dormitorio, la cocina, el baño, varias cosas más. Quedó en venir el día dos, luego del mediodía, pues decía no haber dormido la noche mediada entre el treinta y uno y el primero de año. Contaba no tomar, «dimes y diretes», sólo haber visto cómo bailaban las parejas del barrio de monoblocks de tres pisos sin ascensor donde moraba, haber pasado la noche acompañado de amigotes de aquel suburbio. Se hicieron las doce del día dos y «nunca aportó», a eso de la una y media de la tarde llegó un mensaje suyo informándome no venir, que terminase yo solo, que el día anterior había podido ver que me faltaba poco. No le iba a responder, pero ví que estaba en línea, le deseé suerte, seguramente habría de hallar un mejor laburo, y tres puntos suspensivos. este país se ha plagado de gente así, el mundo está sembrado de vagos y los Estados les siguen manteniendo. Dos días de un trabajo relativamente sencillo acabaron por agotarle.

La noche se aproxima, ha dejado de llover y me encuentro en la estación de Ezeiza aguardando «la chancha», unos pibes detrás mío fuman porro, estoy sentado en el suelo sobre un andén elevado un metro por sobre el que se encuentran los porreros. Me duele la cabeza pero el olor a marihuana no me molesta. Antes de subir al tren me dí una vuelta por el cine de la calle San Juan, allí estuve con un flaquito tatuado, demasiado delgado, tal vez inmunocomprometido, se llamaba Jorge, me chupó el culo con deleite, con su lengua lavó todo mi cuerpo, pero mis ojos estaban puestos en un morocho de «colita rutera» en la cabeza en parte rapada, tenía terrible poronga y un olor a huevos maravilloso, se sentó sobre un inodoro y comenzó a mamármela, le dije que iba a acabar, más le gustó y no se detuvo hasta que llené su buche de gruesa leche osuna. Era pizero, de Ezeiza, tomamos juntos el tren, delante nuestro viajaban sentados dos ex alumnos que de a ratos giraban sus cabezas para observarme, dirían «el profe tiene novio». No recordaba sus nombres, sí sus rostros, por eso no los saludé, pero ellos tampoco tuvieron o demostraron intención de saludar. En messenger me escribe el cara de torta, anda con dolor de muelas, concurrió a uno de esos centros barriales que desconozco y le dijeron tener que seguir tomando antibióticos. Otro grandulón que vive de los padres, por las fotos que muestra es claro que habita un barrio muy pobre de las afueras de La Plata. Se aprecian paredes de maderas ennegrecidas y ladrillos huecos sin reboque, pisos de tierra o algún inconcluso contrapiso fuera de nivel. Le he hablado de ayudarme a pintar el departamento, fue lo peor que le pude haber dicho. No le molestó que le sugiriese, para calmar su dolor molar ingerir una buena dosis de semen de oso del campo, me pidió que le mostrase la receta, le dije que pasara por el departamento de la calle Santiago del Estero, allí la tenía «guardada». «dicen que este remedio es muy efectivo», no lo dudo, me respondió, pero siguió insistiendo con la endiablada receta, no obstante la primera vez que le ví no estaba con dolor de muelas y sin pensarlo tragó con gran deleite una buena dosis de aquel medicamento. Pero el nombrarle laburo interrumpió abruptamente el diálogo. Ya nadie quiere trabajar, anoche los cartoneros no me dejaron dormir, toda la noche se la pasaron abriendo y cerrando con bronca y brutalidad dos o tres contenedores de basura de enfrente, este barrio está plagado de estos vagos, en la esquina, debajo de una inmensa torre con salientes habitan más de diez con sus familias, con minas y con chicos, allí chupan, cogen, cagan, mean, se drogan, se pelean, gritan… Una mendiga gorda le vociferaba a una de las mujeres «nena, no hagas eso, tu madre no te enseñó a ser zorra», la piba le metía la mano por debajo del short a uno de los muchachos, todos en cuero debido al intenso calor. Esto acontecía a plena mañana, la señorita estaba caliente y nada parecía inhibirle. Un día reporteaban a uno de ellos, decía estar feliz, ser ese el más lindo de los trabajos, allí no tenía patrón, y estoy seguro de que decía la verdad, hace lo que quiere y nadie le dice «ni mu», se droga, se emborracha, tiene sexo, ha tomado una esquina céntrica por vivienda, allí come, duerme y defeca, y todo genial. Qué país del orto… Otra vez el insoportable ruido, boom, y dale que dale con los golpes brutales dejando caer las tapas de los contenedores de basura, y el chirrido de sus carros arrastrando por las calles, la basura desparramada ni bien fue colocada dentro del sitio arreglado a tal propósito, esto es un asco. De la puerta ventana que mira al balcón del cuarto entra viento agradable, sigo solo, me entristece recordar que un año y medio atrás no era así, pero todo se fue al carajo, nuevamente los trastornos intestinales, son los nervios y esa gente de mierda no deja de golpear afuera, son felices, en su inmundicia han de serlo, no tengo dudas.La pintura que había comprado para los balcones acabé por mezclarle con la de interior y resultó un rosa chicle, el cuarto era rosa, cambiar su color hubiese sido complicado, que siga siendo color de rosa, toda la tarde la he pasado pintando y limpiando las antiguas manchas que dormían debajo de la cama, entre dos y tres manos ha demandado la pared de ladrillos rosados sobre la que asoma la cabecera de la gran cama sheraton, nadie quiso venir a darme una mano, solo y con paciencia en un par de días pinto todo el dormitorio, la pintura está muy cara pero queda limpio, un hongo color ocre cubría parte de los ladrillos, la señora que aquí moraba tenía todo sellado, puertas y ventanas herméticamente anuladas con cinta y papel en todos sus contornos, fue un milagro lograr abrir la claraboya del baño grande, temí que mi hermano se cortara una mano, cinta a rolete y papeles doblados le atoraban impidiéndole abrir. De los pisos de pinotea no dejan de salir alfileres, la anciana cosía. Un equipaje de lágrimas cantaba Daniela Romo y otro puto coleccionaba lágrimas dentro de una vitrina de cristal…El cine de la calle Yrigoyen, un tipo relativamente dotado, una chupada de pija, luego un flaco goloso, algo demacrado, guardando restos de una lejana belleza, seguramente enfermo, bañado por mi semen, chupando la mía y la de un señor mayor, muy pijón, pero muy enfermo también. Conocía al caballero, muy amanerado, repugnantemente puto para mi gusto, parece ser que cogían en el cine porno de Ciudadela, no lo conozco, se despidieron, pero el flaco me pidió que le acabase mientras me la mamaba en un sitio oscuro. El señor mayor no acabó y se marchó. El flaco alto y de pantaloncito cortito era dueño de una lonera, me comentó cómo las hacía, que ya no trabajaba la lona de algodón sino el plástico, que las máquinas de coser solamente las usaban para realizar trabajos circulares, como el requerido en las lonas que cubren los botes. Estaba en pareja con un dentista, celoso y sidoso, su pareja se había contagiado al pincharse un dedo con una aguja sucia, no pude ocultar una risa burlona, él le creía, pero claramente se notaba que estaba mintiendo, tanto él como yo éramos incapaces de tragarnos semejante sapo. Su remera quedó mojada de semen, sacó otra de una mochilita «pero no puedo ir a casa con esta remera enguascada, mi marido se va a dar cuenta de lo que estuve haciendo». Ponétela le dije, con el calor que hace, en la calle se te seca.Salimos del cine y caminamos unos metros hasta la 9 de Julio, él tomó el subte, yo bajé por Yrigoyen con rumbo a mi domicilio. Son las nueve de la mañana y recién estos hijos de puta dejan de hacer ruido, enfrente hay un departamento que alquilan a turistas, aunque los que hacían quilombo eran bien nacionales, tiraban cohetes, fumaban porro, charlaban a gritos y escuchaban Rapsodia Bohemia a todo volumen. Llueve, el silencio es grande, no he dejado de ir al baño, cago con un olor asqueroso, como a empacho de un pequeño, tomé un medicamento nuevo, una loca que labura con mi hermano se lo recomendó, la histérica se descompensa y no deja de cagar y de vomitar, pero fuma como un escuerzo, he rasqueteado la pared que me está mirando, una grande mancha ocre de vieja pintura a la cal espía tras de uno de mis lienzos chorreado de espanto, princesa, la lámpara de kerosene, me contempla, el anticuario que se la vendiese al otro así dio por llamarle. Qué horror, no era enfrente, era la puta vieja de al lado la que había armado la fiesta, es inquilina, de lindas juntas se rodea, tiene cara de loca, cómo golpean esas hermosas puertas, menos mal que dice cuidarle el departamento a la madrina de su hija, quien es la dueña del inmueble. Se han marchado, pude ver unos pibes en bolas conversar en el balcón, ella ha de tener cincuenta, aunque aparenta más edad, parece un pájaro, el petisito que estaba en el balcón con suerte tendría veinticinco años, qué triste papel desempeña aquella infeliz abandonada, puta madre, lo único que resta es acabar igual… Anoche he vuelto a pisar los «guasqueados» pisos cerámicos del Multicine, una cosa extraña, similar al Godines, de patitas flaquitas y pies «flor de loto», con sus zapatillitas azules, gordito, cartero, repartidor de boletas de gas, de pene muy pequeño, fue quien se encargase de chuparme el miembro, quería más, pero no me gustó, era un buen tipo, pero no… Había trabajado veinte años en una cerrajería y jamás aprendió a cambiar un juego de llaves, se le notaba bastante la mariconada. Como he podido casi acabo de pintar las paredes de la pieza, me he cansado mucho, mi hermano se enojó porque hice pasar a un cliente de Mercado Libre, un chino que me compró un réplica de la Ciudad Prohibida, todo le molesta, siempre lo mismo, discutir por nada, por lo que sea, no aguanto más, no se da cuenta y día a día se me hace menos soportable, y luego de haberme enterado que cogió con el otro, peor…

Todo igual, buscas, encuentras la playa, del olvido, del pecado…, yo no soy…, y el amor verdadero nunca…, en vano…, otra vez…, allí…, ya da igual, todos los cines son iguales, todos los que allí están son iguales…, iguales aventuras, pierdo esperanzas, dejarme mamar, ahora me toca a mí…, un lindo tipo de ojos claros, con la cabeza rapada y tatuada en la base, como si se hubiese colocado una vincha al revés, en este caso impresa en azul sobre una piel muy blanca, le acabo en los labios, se apura a ladear la cabeza y le mancho la ropa, jodete…, tenía que ir a laburar, era de noche, la noche asomaba, nada…, otra vez en la calle…, solo,… la vuelta, el regreso, el 88 y una repentina lluvia antes de llegar a San Justo, descendiendo solo…, en Cañuelas, un solo pasajero, la re mierda, estos bondi han de dar necesariamente pérdida…

Todo igual, tropiezo con la misma piedra, el sauna de la calle Gascón, figuritas repetidas, es tarde, tengo hambre, una pizza horrible, una horrible compañía, es mi culpa…, no lo es…, el subte ya no corre, detesto los colectivos, camino…, «tristezas de la calle Corrientes», criado entre viejos, conozco el tango…, el Abasto, Pueyrredón, Callao, ya estoy en la plaza, un pibe mea contra uno de los grandes plátanos de avenida de Mayo, lo miro, me mira, tengo ganas de ponerme a mear con él, como un pelotudo no oriné en el baño de la pizzería. Ariel no deja de enviar mensajes rompiendo las bolas con volver, que me van a robar, que me va a pasar algo malo, que estoy solo, que patatín, que patatán…Murió Christian Bach, Chelo, Consuelo Sánchez Fuentes, le robé el nombre, me gustaba…, murió el padre del presidente, los putos miraban fútbol en pantalla gigante, interrumpen para informar, no da la impresión de que hubiese sido un tipo honesto, coger ha de haber cogido con quien se le antojó, qué asco esa trola de Flavia que se arrastraba de programa en programa presumiendo de sus amores con el viejo, la guita que le habrá sacado, otro domingo sin autor…Comer en esta casa se ha tornado un desafío, pero el hambre no me falla y comí igual, entre puteadas, entre gritos y reproches, mi hermano ya no puede con su vida, miserablemente se la agarra con mi madre, los dos son culpables, luego no deja de vomitar lo que tragó, toda una puesta en escena surrealista y decadente…, los perros van y vienen, terminan comiendo todo lo que ellos desperdician, seguro les aplauden por dentro, sigan peleando, sigan gritando, tiren todo, no coman, total eso que malogran, nosotros lo hemos de disfrutar, la Murciélaga, pipona, viene a mi pieza a dormir la siesta, mamá se encerró a llorar, el otro se fue a dormir, siempre igual, todo se repite calcado sobre sí propio, me causa risa, ya nada me conmueve…

Se deja sentir el final del verano, el calor no es intenso, un frescor relativo conspira dando una mano, se puede limpiar el jardín sin correr el riesgo de desvanecerse por «la calor», ganas no tengo, de volver al laburo, tampoco, otra vez sopa, pibes de nuevo, clases por enésima vez, «por la primera vez», oh, santo altar, «por la vez no sé cuánto», y temo no aguantar, reaccionar para el culo, siempre la moneda, todo sea por el mango, pero…Como un pelotudo, como tantos otros pelotudos he contratado, mediante el uso de tarjeta de crédito y en forma virtual, uno de esos servicios de búsqueda de parejas, todo un disparate, lo peor es que se renueva de forma automática y continúan robándote con tu tarjeta, deberían de estar prohibidos, todo está ideado para dañar, estafar, robar, engañar, el humano es la peor porquería sobre la Tierra, finalmente he cortado el césped, menos mal, amenaza con llover…Y llovió, sobre llovido, mojado, la Murciélaga, una sabandija, no deja mi cama, no he podido desbloquear el ingreso al resumen virtual de la tarjeta, lo único que conseguí fue que el cajero me retuviese el plástico, es la segunda vez en un mes que pierdo la tarjeta de débito, son los nervios, ahora aguantar diez días e ir al correo, mi madre no escucha un carajo, pueden derribar la puerta a golpes o tocar el timbre hasta el día del Juicio, que no va a atender a nadie, y si lo escucha el temor le ha de paralizar y tampoco ha de salir, el audífono no lo usa, dice que le molesta, está en su mundo, siempre lo estuvo, a ver pájaros despertar, a las cinco o seis de la mañana, a eso sí sale a la calle, y bue…, luego de la lluvia la humedad agobia, tengo calor, comí sin ganas, pero comí, nunca dejo de comer, la ansiedad siempre termina triunfando, yo derrotado…Para muestra, basta un botón, cuanta gente habrá que ver de nuevo, me resisto, como el yuyal que acabo de arrancar junto a la pileta, crece y vuelve a crecer, nunca se acaba, con el perdón de la palabra, está bueno acabar, calma los nervios, qué de pelo que pierden los canes, he de limpiar un poco, tan lindos pero tan sucios, por más que los bañe no dejan de llenar todo de pelos, encima al estar limpios las pulgas les colonizan de forma automática y las pastillas que les combaten están re caras…

Aparecía en la web con el nombre de Víctor Romero, no era el «césar»de Batman, sumamente demacrado, fanático de River, a las claras enfermo de VIH… Era la madrugada de un feriado de Carnaval, sin sueño comencé a ver por ver, perfiles en facebook, este «chavón» había formado parte de un grupo al que pertenecí un año atrás, relacionado con un cine porno, «vi luz y entré», después de contemplar plagada su página con publicaciones alabando el «gallinero», una que hablaba de la fidelidad perruna cautivó mi atención, la había compartido y se podía compartir o colocarle un «me gusta», opté por el «me gusta». Al rato, y listo para ingresar «al sobre», siento un toque en el teléfono, era el tal Víctor, indignado por el «me gusta», para qué, comenzó a tratarme de puto chupapija y no sé cuántas otras cositas, «sidoso asco», fue uno de los piropos que le propiné, me llamó la atención que un tipo notoriamente apestado, drogadicto y de una villa discriminase así a los gay´s, un tipo que a las claras consumía travas, pues en su perfil, un par de ellos mostraban su amor por el inmunocomprometido, un tipo que frecuentaba cines pornográficos donde se hacía tirar la goma por otros hombres, y donde seguramente él también se lastraba algún que otro pancho, amenazó con bloquearme pero siguió escribiendo y condenándome al Infierno, donde seguro, le recordé, habríamos de encontrarnos, «los evangelistas te lavaron la cabeza», «yo iré al Cielo», «sí, muy pronto», me terminó cansando, le bloquee, luego me arrepentí de haberlo hecho, me hubiese gustado hacerle ver que los dos vivíamos realidades similares, de discriminación y prejuicios, pero su ignorancia, su pobreza, su fanatismo, hubiesen dificultado algún tipo de explicación o acuerdo, del conurbano bonaerense, criado entre machitos paro los que el puto es menos que nada, entre drogas baratas y alcohol, embichado del sida, luego «salvo» merced «la palabra» de un Testigo de Jehová ignorante, para él y su gente, todos nosotros deberíamos morir y si no lo hiciéramos a manos de uno de ellos, el día que la parca nos alcanzare, nos pondría una estampilla en el orto y nos mandaría derechito al Infierno, de esa «merda» le llenaron la «capocha» los queridos hermanos evangélicos, pero a él lograron salvarle…, no de «los borrachos del tablón», orgullosamente registraba aquella basura como su anterior trabajo, qué asco de país, no me canso en recalcarlo, bancan a barras bravas como forma de voto cautivo, ese es y ha sido el kirchnerismo, y parece que vuelven para instalarse plácidamente, lo consiguieron, otros, antes, les dieron una mano, legiones de vagos y miserables por siempre jamás han de seguir sosteniéndoles en el poder, demagogia, asistencialismo, clientelismo político, planes sociales, asignaciones universales, que viva la pepa, hubiese sido mejor estar muerto…

Afuera continúan gritando, son minas, es el día internacional de la mujer, adentro las siguen matando…, demasiados derechos, poco cumplir con las obligaciones de madre, olvidándose al otro día haberle jurado amor eterno a un hombre delante de un altar, incapaces de perdonar, esto del empoderamiento femenino les ha llevado a sentirse dueñas y señoras del mundo, todo bárbaro, todo genial, pero no busquen más boludos a los que herir, sigan solas, ni siquiera establezcan relación lésbica ninguna, sería lo mismo, en vez de destrozar el corazón y la vida de un hombre romperían alma y vida de otra mina. Si no reveen su modo de comportarse cada día más han de matarles, perderán sus vidas, destruirán a los padres de sus hijos y condenarán a sus vástagos al horror. Anoche volví al inmenso cine de la calle Suipacha, en las salas de arriba se escuchaba la lluvia crepitar sobre los techos, en algunos rincones «se llovía», la escasa luz, el ruido del agua, las goteras en los rincones, la poca concurrencia llamaban a un crimen, o a un suicidio. lo de siempre, chupé pija, me la chuparon…Poco antes de irme, una pareja de hombre y mujer me invitaron a participar de sus juegos, fue la primera vez que una mujer me chupaba la pija. Él tenía un cuerpo hermoso y se quitó la remera para que los que se acercasen le vieran. Mientras ella me la mamaba, él sostenía mis bolas con su mano, yo le chupé una de sus tetillas y acabé en la boca de su novia, ella no dejaba de comentarle lo mucho de mi acabada, eso parecía excitar al muchacho, la joven no hablaba, sólo sonreía, me recordaba a una actriz venezolana, Mayra Alejandra. Seguía lloviendo, decidí partir. Frente al Obelisco me saludó un hermoso semental con el que había cambiado unas palabras dentro del cine, al cruzar la 9 de julio lo tuve junto a mí, «no me digas que somos vecinos», «no, vivo en Palermo, voy a buscar mi bici a un garage». Mientras caminábamos deprisa bajo la lluvia me contó que se prostituía, que había concurrido a un curso de reflexología y se había escapado un rato al cine…Me di cuenta de que al cine había ido a laburar, aunque no vi que encontrase clientes, tal vez sí…Presumía de lo mucho que ganaba entregando el culo, o la «japi», da igual «pal caso, lo mesmo». No le creí, sus ojos denotaban tristeza, subió a su bicicleta y debajo del aguacero partió con rumbo al barrio de Palermo. La pesadilla terminó, me condenaron a tres años y medio de prisión en suspenso, igual he quedado perplejo, espero que esto no incida en el trabajo, otra vez mi hermano gritándole a mi madre, ya han sido cientos de veces, miles de veces del mismo escenario, se repite, se repite, se repite, hasta el artazgo, luego llantos, una vieja arrástándose, llorando, llorando, llorando, sufriendo, esto no sirve, luego viendo la forma de calmarle, contracturada a más no poder, procurando masajearle, recuperándose un poco, luego hablando de dinero con el otro idiota, preocupada por sus constantes ataques de ira, de vómitos, de descomposturas frecuentes, tratando de asegurarle un futuro incierto. Aún resta un año completo para poder jubilarme. Mi hermano me culpa de sus enfermedades, acaban de hacerle una endoscopía, no dejaba de vomitar, dice que se le reventó una vena, no le acompañé, creí que no se la iba a hacer, yo tampoco sé manejar y me encontraba a más de cien kilómetros del lugar donde se la practicó. El haberse acostado con Christian sabe que no se lo perdono, eso lo enfermó más, pero siento que yo nada contaba, que podían «golpearme» a diario, él, mi madre, mi padre, total yo aguantaría. En Christian me refugié de ellos, también me falló.Entre todos me hicieron mierda, hasta me cuesta llorar. Ya estoy en el semi-rápido, nervioso, contristado, encima si le pasa algo a Ariel, el departamento de Buenos Aires está a su nombre, ante el temor a caer preso consentí en que escriturase sólo a su nombre. La puta de la ex mujer por un día y ese hijo que jamás vio, saltarían de inmediato sobre la presa, allí fueron todos mis ahorros, sería una catástrofe, es el único lugar donde respiro un poquito de paz, lejos de mamá, sin darle pelota a mi hermano y sus exigencias, demandas constantes, reproches, últimamente me ha visto distante, casi no le he hablado, se cuida con lo que me dice, pero le sigue «saltando la cadena», yo no estoy bien, continúo, una inercia rara me arrastra, vuelvo junto a ellos, no se qué hacer, encima tantos perros que cuidar, son una contención, pero también un gran trabajo. Me corté el pelo y los putos del Once seguían con su gran caniche blanco, el puto viejo le traía de un paseo por el barrio, seguramente le sacó a cagar. Una mina vueltera me escribe por unas macetas vietnamitas que puse a la venta por Mercado Libre, las quiere, pero no las quiere, tal vez no cuente con el dinero que pido, se llevó dos, se las cobré barato, quiere las demás, llovía, fue a la marcha, por el día de la mujer, me envió un mensaje y yo volvía, Ariel no se sentía bien, me culpaba, eso no se hace…, a mamá también le culpa de sus padeceres, y en qué forma, qué escándalos que genera…Me había dormido, me arrancaron de la cama, no tenía ganas de venir a Buenos Aires, al menos la mina se llevó las macetas vietnamitas, era una chica sola, buscaba un hombre, venía con una plantita en la mano, de la casa de un amigo, seguramente un trolo, lamento no haberle podido dar una mano, yo también soy puto, se la notaba triste, quedó con sus macetas orientales saludando a un perro de un vecino, hacía frío, le entregué las macetas y marché, comí sandwiches de miga, de queso y cantimpalo, de morrón, jamón y huevo, masas finas de dulce de leche y crema pastelera…, no quise salir, publiqué otros artículos en Mercado Libre, el lunes hay que volver a la escuela y no quiero hacerlo…

Me conmovió el recibimiento de la Murciélaga, falté dos días de casa, me ha adoptado como parte de su familia, es la perrita de mi hermano, siempre se desvive por ir con él. Anoche no se contenía de la alegría, saltó sobre mis pantalones y luego se abalanzó contra la puerta de mi pieza, estaba cerrada, Ariel le abrió, para qué, subió enloquecida sobre la cama, la abracé, estaba tan loca que sólo quería correr y al retenerle gritó para que le liberase, y así continuar corriendo y saltando sobre la cama, me daba besos, chillaba, no sabía qué más hacer…Ellos realmente nos quieren, los perros, sin dudas, son nuestros mejores amigos…, me mira de costado, con un solo ojo, mientras escribo, musita algo, como queriendo hablar y decirme «acá estoy, yo sí te quiero y siempre estaré a tu lado»…William tiembla, hoy lo bañé, ha perdido la vista de un ojo, se le anega de lagañas, busca plantas en las que restregarse para quitárselas, ni bien lo veo, acudo con un toallón viejo, y le limpio, parece agradecer, le he sacado a la calle, ya de noche, comía tierra, precisaba ir al baño, fue, ahora duerme tranquilo, pero se cayó dos veces mientras realizaba su recorrido sanitario, la vejez le acecha…El sauna…, las dos macetas que quedaban, entregadas «a fiado», siempre tan boludo, o tan deprimido, uno de los envíos, devuelto, ahora adónde irá a parar, figuraba como remitente el viejo departamento, para qué compran cosas si luego no tienen cómo pagar el correo, sólo contratiempos, pérdidas, de tiempo, de dinero, de mercancías, en medio de los pueblos, columna de verdad…, cual mística ciudad, qué pelotudo, resuena esa canción en mi cabeza, esa columna no supo sostener este edificio, se cae a pedazos, de a poco, como la casa Usher, la grieta se agranda, no solo en el país, en mi interior…, basta de decepciones…, no se a quién le escribo, desconozco a quién imploro, «ya está bien, córtenla, loco, córtenla»…

El muy atorrante ha destrozado el mantel de hule de la mesa de la cocina. Es imposible dejar «nada» sobre la mesa, con sus manos y sus uñas hace «cualquiera» con tal de bajar hasta sus fauces lo que sea, fruta, pan, grisines, masitas, hoy le tocó el turno a la bolsa de grisines, William es terrible, por la comida es capaz de hacer cualquier cosa, es un glotón sin igual, la vejez no le aplaca, sigue igual que cuando cachorro. He caminado media hora en la cinta del gimnasio entrando en calor, el frío era grande pero fui de pantalones cortos. anoche lavé el jogging gris y no tuve ganas de revolver en el ropero buscando uno celeste que me dio Ariel, agarré lo primero que hallé y eso resultó ser un pantalón corto príncipe de Gales. Hay resolana y humedad, detesto el clima de la pampa húmeda, cuándo podré irme de aquí, tal vez nunca. Volvía de la panadería y al verme, un tipo se puso a cantar bajito «pluma gay», estaría unos cincuenta metros delante mío, junto a otros dos muchachos, no se quién era, tuve ganas de matar, nuevamente los escondidos deseos de terminar con quien me moleste, siento asco de la gente, qué mierda voy a querer seguir viviendo aquí, si hasta se me complica hacer algo tan tonto como es ir a buscar el pan, esto lo vengo tolerando desde que soy adolescente, todo puede terminar en el desastre, ya no se qué más hacer, vivir oculto, prácticamente no salgo a la calle y las ganas de matar a estas gentes no amainan. Hemos sido tan perseguidos que no me extraña que existan tantos asesinos homosexuales. son la dos y media de una tarde nublada de invierno y cubierto de tierra luego de barrer la calle y la vereda he de ir a pegarme un flor de baño, aprovecharé a lavar la ropa que ensucié mientras me baño, terminé muy cansado, pero es bueno hacer algo luego de comer como un chancho al mediodía. Sigo apesadumbrado, en otro momento hallé o creí, o pretendí halar consuelo en la religión, hoy me es prácticamente, cuasi imposible conseguirle. Ahora no hablan de otra cosa más que de Piti Álvarez, no tenía idea de quién era, me aterra, hizo algo similar a lo que yo hice, pero este desgraciado es un adicto, y yo nunca lo fui, no pude perdonar el abandono, los años invertidos en la absoluta NADA, la traición, no pensé, no pude pensar…, mucho viento, viento invernal, pero un frío tolerable, no extremo, un aburrimiento constante, un no saber de qué ocuparme, no querer ocuparme en nada, la cabeza puesta en esa persona, en lo perdido, en lo regalado, en el inmenso trabajo realizado para nada, para adquirir objetos que luego tirar, ojalá mi nombre permanezca en lo dado, en los objetos donados al Museo, así lo han querido, nunca fueron míos, ellos decidieron su destino y se aprovecharon de mi «deslumbre» para que luego les depositase allí, durmiendo, aguardando la eternidad tras los muros de un museo. Espero nadie robe nada, ese miedo me contrista, no se si hice lo correcto…, basta con estas pequeñas torturas, anhelo un poco de paz, deseo lo que no puedo obtener, ya no me desvela hallar álguien que me acompañe hasta el final. Otros proyectos inundan mi cabeza…Ese departamento que no llega, conocer Europa, al menos la Francia, aunque en soledad será diferente, no se si lo podré soportar. De igual forma todo esto son proyectos y el dinero no está, un vuelco muy grande del destino sería necesario, no se qué pasa, no se qué ha de acontecer…

He recogido del jardín las cosas de los canes, comen de un modo aterrador, y así evacúan. Terminé pisando una de sus porquerías, he debido proceder al lavado de una de la suela de una de las zapatillas, me costó retirar la mierda, hube de munirme de una esponjita de acero, de una «patito», pero no dorada, de una color plata. Me pica la pija, no se si no anda jodiendo una ladilla, por andar en esos saunas del orto me ocurren estas cosas, o fue en el cochino cine de la calle Suipacha, bueno, en uno de esos putos antros ha debido ser.Vuelvo a comer como un condenado, los nervios me pueden, Ariel está con presión, no se si yo también no soy hipertenso, la puta madre, sobre llovido mojado. Me tomé un tazón de mate cocido con té de limón, para bajar lo que embuché. Qué horribles estos dibujos del orto que adornan esta agenda que pagamos «entre todos, de todos, para todos, con todos y con todas», esa puta que este pueblo de ignorantes elevó a la presidencia. Vaya a saber el disparate que costaron al maltrecho pueblo argentino estos papeles sobre los que ahora escribo. Pensar que pilas de estas porquerías se acumulaban en un rincón del colegio, ni los pibes las querían, por feas, el negociado que habrá existido detrás, mejor no pensar, para qué…

Una de las salivaderas que doné al Museo de la Ciudad ha sido publicada en Instagram, es la color azul cobalto con ronda de querubines, me quedo más tranquilo, pero eran tantas piezas…

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