—¿Por qué quieres quitarte la vida? —dije, intentando comprender algo que se me escapaba de la razón, o más bien, algo que no debía tenerla en ese momento.

—Es porque yo… odio ser débil —Comentó, con una voz débil y nerviosa; dudaba de sus propias palabras. —¿Porque… te involucras conmigo? Nosotros… somos desconocidos; que me pase algo no debería ser de tu incumbencia.

—Ciertamente no tenemos un transfondo o una relación bien definida, pero… todos merecen segundas oportunidades, y tu rostro está gritando «ayúdame» y no «suéltame de una vez». —Su expresión cambió por completo, sintiéndose vulnerable; tenía el peso de su vida en mis manos y ella empezó a notarlo.

El ambiente se tensó, con una lluvia intensa que los seguía mojando a ambos.

—¡Mereces vivir, aún es muy temprano para rendirse!

—¡Yo soy la que decido eso! ¡Ya estoy harta, haga lo que haga, todo sale mal! —Gritó con más fuerza que yo con una desesperación muy notoria.

Sostuvé su mano con todas mis fuerzas, evitando que llegue el peor resultado posible. No aflojé para nada.

—¡No voy a soltarte, no planeo dejarte morir! —Dije sin pensar ni un solo segundo en soltarla.

Era de noche, el ambiente era oscuro y la intensa lluvia y nubes grises que rodeaban la ciudad solo hacía más evidente eso. Considerando que la estaba sosteniendo en el aire, en la azotea de una escuela de 4 pisos, hacía más difícil la situación.

Aún así, me aferré con mis pies a las barrandillas, haciendo todo lo posible para no caerme y por ende a ella. Naturalmente dolía, y mucho al tener que aferrarme con tantísima fuerza, pero no me importó. Por ahora mi prioridad era otra.

—¡Si tú mueres, yo también moriré, así que vive, vive por mí, y también por ti! ¡A partir de ahora, mi vida te pertenece, así que dame tú vida, permiteme involucrarme en ella! ¡Dame el permiso de intentar hacerte sonreír de corazón! —Grité, de modo que mis palabras se escuchasen más alto que la lluvia que nos azotaba.

Tal vez he estado viviendo para este momento; tal vez, y solo tal vez, es posible que mi valor como ser humano radique en este lugar y en este instante.

No quiero arrepentirme, y estoy seguro que no lo haré, así que… Dios, no soy un creyente digno, pero… si realmente existe un Dios, por favor: ¡ayúdame! Solo una vez en la vida pediré esto, así que… Dame la fuerza para esto.

—¿Por qué? ¿Por qué estás sufriendo por mí? No me conoces de nada; ofrecerte a morir por mí es demasiado, ¿cómo sé que no estás mintiendo?

—Dijo, insegura, pero también con un tono culpable.

—Estoy muy asustado… no quiero morir, me pone muy nervioso esa idea. Quiero vivir una vida larga, quiero tener hijos, quiero ser una persona admirable, quiero poder ayudar a los demás y sobre todo… Quiero ser un héroe. ¡Así que déjame ser tú héroe!

______________________

—Héroe —. Comenzó a hablar el profesor de la materia de Literatura. —Según el diccionario es la definición de una persona que realiza una acción muy abnegada en beneficio de una causa noble. También puede referirse a una persona ilustre y famosa por sus hazañas o virtudes. ¿Podrían decirme ejemplos? — Terminó su explicación, mientras volteaba a su clase, esperando respuestas por parte de sus alumnos.

El ambiente fue algo incómodo tras la pregunta, con un silencio que no ayudaba mucho. Después de unos segundos se levantó una mano, cargada de una voz vacilante desde la primera fila.

—¿Spiderman, tal vez?

Otra vez se escuchó al fondo del aula, nuevamente algo incómodo.

—Superman podría ser…

Una tercera vez se escuchó desde el centro, nuevamente insegura.

—Creo que Goku…

Hubo cierto titubeo antes de que una cuarta vez atravesara el aula, aunque esta vez para cuestionar aquella respuesta.

—¿Goku? ¿Pero es un anime, no?

El que dijo Goku se encogió un poco en su asiento, poco seguro de su respuesta, pero aún así estando dispuesto a defenderla.

—No sé si tenga que ver con ser o no de cómics… Quiero decir, salvó a la tierra en muchas ocasiones; no veo razón para negar lo que dije.

El que lo cuestionó intentó refutarlo, pero al ver que no pudo se devolvió a sus asuntos, derrotado.

—Todas las respuestas son correctas. Cada uno cabe en la definición; no obstante, quiero recordar lo obvio: son personajes ficticios, y los héroes no se limitan solamente a la ficción; hay quienes lo son en la vida real. ¿Se les ocurre algún ejemplo?

Sí, yo.

Un estudiante de tercer año de la Preparatoria Saohtsu, cabello negro, de tez morena y sin mucho que decir sobre su vida; ese era yo.

Me hubiera gustado decirle eso al profesor, que quiero ser un héroe, pero lamentablemente no puedo, no solo porque se burlaría de mí, sino porque todavía no soy uno.

No, estoy equivocado.

Más bien no es el hecho de que no lo soy, sino el hecho de que no he intentado serlo.

Bueno, eso por ahora después de todo. Es difícil serlo siendo un simple estudiante de preparatoria, ¿no? Creo que esa excusa podría servir.

—Bien, la clase acabó —Sentenció el profesor un instante después de que la campana que daba indicio al receso escolar tocase —. Los veré mañana. Asegúrense de empezar a leer la novela que les dije.

La clase acabó. Los distintos estudiantes se iban saliendo del aula para disfrutar su descanso, algunos sin hacer escándalo, otros que sí, un par buscando a quienes acompañarlos y algunos quedándose por deberes o pereza.

Bueno, yo pertenecía al primer grupo.

La preparatoria Saohtsu, una escuela ubicada en los suburbios del centro de Tokio. No es una escuela especialmente exigente, así que es una opción ideal para muchos estudiantes que no quieren esforzarse demasiado. Pese a eso, cuentan con un examen de admisión que no es poca cosa tampoco.

Elegí esta escuela no solo por la cercanía a mi hogar, sino por las facilidades que me brindaba. Es pública y el uniforme es bastante decente. Podría decirse que mis motivos son simples, pero a fin de cuentas válidos.

Como toda escuela, cuenta con su propio consejo escolar y clubes deportivos, aunque no son lo que más destaca, ya que a diferencia de otras escuelas, el número de integrantes de los clubes era comparativamente bajo.

Sea cual sea el motivo, yo no pertenezco a ningún club, o bueno, miento. Pertenezco al club de irse a casa temprano.

Sin mucho que hacer, es difícil imaginarme haciendo algo de valor por ahora. Por supuesto, el objetivo de la educación es formarte para el futuro y hacerte alguien funcional en la sociedad. La pregunta es: ¿es realmente así?

En principio eso es lo ideal, pero no se trabaja bien en ese objetivo. Más bien, solo importa aprobar los exámenes correspondientes y ser alguien que no moleste a los demás.

Sí, mientras no molestes a nadie, dará igual lo que hagas; tú presencia será equivalente a la de un fantasma.

Así era yo.

Admito que en la escuela primaria fui alguien bastante activo, pero eso se debe al factor niño; una vez uno crece y comienza a ver el mundo, se da cuenta de sus propósitos y de cómo debería afrontar las cosas. Yo elegí apartarme del resto.

Pero primero, aclaremos algo, no odio a la sociedad, no odio a las personas, no odio a la escuela y no odio la vida. Entonces, ¿por qué apartarme? ¿Tengo un pasado trágico por detrás? Para nada.

La razón es una que nunca podrían imaginar, una lo suficientemente tonta y fantasiosa, digna de un Otaku: ser un héroe de la justicia.

En algún momento de mi vida empecé a desear justicia; empecé a pensar que las personas que lo pasan mal deberían ser salvadas, que aquellos que sufren merecen justicia en sus vidas. Aspiro a ser alguien así.

No me importa si sufro, solo quiero solucionar aquello que atormenta a los demás.

Aquí les pregunto, ¿está mal?

Probablemente sea algo tonto, pero así soy. Esos ideales tan altos que tengo, y el orgullo que tengo por ellos, no me permitieron tener amigos o novia, ni una vez en mi vida. Claro, tengo colegas, pero hay una gran diferencia a tener a alguien en quien puedas confiar.

No estoy solo, me dejo estar solo. Pienso que, si me encariño lo suficiente con alguien, podría perder de vista mi objetivo.

Cada vez que tengo la oportunidad, pienso en ser un héroe, en ser alguien que ayude a quienes quieran y merezcan ayuda en sus vidas. Si hay alguien gritando ayuda, yo quiero acudir a ese alguien.

Por supuesto, es mucho más fácil decirlo que hacerlo. Hasta ahora no hice nada por ese objetivo. En otras palabras, desperdicié mi juventud.

—¿Podré ver 6 episodios de Monogatari ahora? —Murmuré mientras tomaba un jugo en el patio externo de la escuela.

No era demasiado grande, pero tampoco era pequeño; podía defenderse lo suficiente. También ayuda el hecho de que esté sorprendentemente ordenado y limpio.

Suelo ocupar un banco que está bajo un árbol, al límite del final del patio; es un lugar bastante tranquilo y sin mucha muchedumbre. Puedo permanecer en paz ahí y relajarme como quiero.

No me opongo a quedar con alguien, ya lo he hecho en bastantes ocasiones, pero la soledad no está nada mal tampoco; pienso que está infravalorada.

Mi razón para creer eso es que constantemente la gente que me rodea en clases solo piensa en el mismo tipo de cosas: salir de fiesta.

Constantemente están buscando algo que hacer, una experiencia, una anécdota. Algo de lo que puedan contar y sentirse orgullosos de eso, algo para hacer reír al resto.

No importa la tontería que hagan, están demasiado metidos en ese tipo de cosas; incluso conozco a más de uno que a nuestra edad ya está fumando o tomando.

Cada quien es libre de hacer lo que quiera con su vida, por eso yo elijo no juntarme demasiado con ese tipo de gente superficial. No son malas personas, en absoluto, pero simplemente no combinamos. Nada bueno puede salir de juntar a un Otaku solitario y a alguien lleno de energía que hace ese tipo de cosas y mucho más. Además de claro, el dinero. No me opongo del todo a salir de fiesta, pero pienso que el dinero que va destinado a eso lo puedo usar en cosas de mi agrado. Ir de fiesta no es una de estas.

Sí, Otaku. Lo digo porque no solo lo soy, sino porque es lo único que me gusta con pasión en este momento; es lo que más me forma como persona. Por eso encontrar a alguien con quien conectarme no es cosa fácil; por esa razón lo evito.

________________________

—Bien, clase, hoy tendrán un trabajo grupal, y les aviso que lo quiero para antes del final de la hora—. Dictó el profesor con autoridad, aún con las quejas de algunos alumnos holgazanes.

—Los formaré al azar, y serán grupos de 3 sin excepción. Veamos… Grupo 1: Arakawa Nomura, Yoshida Shuichi y… Asami Saori. Grupo 2-…

Así que Yoshida y Asami-san, honestamente nada mal.

Yoshida Shuichi, un colega de mi clase y la persona con la que mejor me llevo, es bastante tranquilo y es un buen chico; es difícil encontrarlo metiéndose en problemas.

Saori Asami, una chica de mi clase también bastante tranquila e introvertida. No destaca nunca; es muy raro verla participar en clase. Honestamente sé bastante poco de ella, más allá del hecho de que sus calificaciones sean bajas. No es del tipo que se la suden los estudios, ¿quizás sea un factor externo?

—Bien, a ponerse a por ello —Dije para ponerme manos a la obra, una vez que el profesor terminó de armar los grupos —Yo, Yoshida, ¿te sabes el tema? —. Dije tras acercarme a su banco y ver que tal.

—Yo, Nomura. No del todo, pero me las puedo arreglar, ¿qué tal tú? —Me dirigió la mirada con una ligera sonrisa; solo suspiré derrotado, indicando mi posición —. Lo mejor será juntarnos los tres, ¿Asami-san querrá hacerlo?

Dirigí una mirada rápida al fondo del salón, al banco del fondo a la izquierda de todo, donde ella estaba sentada, algo tapada por su cabello y su buzo. Parece que quiere pasar desapercibida.

—No lo sé, iré a preguntar. Lo mejor será juntarnos igualmente para aparentar —. Comenté para acercarme a su banco, esperando saber qué pasaría —Yo, Asami-san. ¿Vas a querer participar del trabajo? Si no te apetece, deberíamos juntarnos almenos para evitar algún regaño.

La miré, expectante de su respuesta. Creo que fui bastante casual, incluso prudente, diría yo. Este tipo de situaciones deben tratarse con educación; después de todo, hablamos de alguien que no conocemos.

—Entiendo… me juntaré con ustedes, pero no participaré. Tengo otros deberes que hacer; no quiero causarles problemas —. Dijo algo nerviosa, sin mirarme a los ojos directamente; parece que el hecho de conversar la incomodaba.

—No, espera un momento —Dije algo firme, frenando cualquier intento de mover su banco.

Al cabo de unos minutos, yo y Yoshida movimos nuestros escritorios a donde estaba ella, haciendo que no tuviera que moverse.

—Bien, a trabajar —. Dije que una vez hecho ese trabajito. Aunque en realidad, con «trabajar» me refiero a distraerme. No soy de los que trabajan y se enfocan en eso en un 100%.

Yoshida y Yo empezamos a hacer a nuestro propio ritmo el trabajo. No era demasiado, simplemente era una pereza, ya que la información a investigar era demasiado específica y era todo un fastidio.

Nos pidió hacer un desarrollo sobre el crecimiento urbano de los últimos 5 años en cierto barrio de Tokyo, y la información solo estaba disponible en un libro que nos habían entregado. Lamentablemente la Internet no nos podía salvar.

Por parte de Asami, me dio la impresión de que quería decirme algo en cuanto nos movimos allí, pero se quedó en silencio y volvió a lo suyo. Me pregunto qué habrá querido decir; quizás quería agradecerlo, o quería preguntar el porqué del gesto. Sea lo que sea, no es algo que sabré imaginando la respuesta, pero tampoco preguntaré por ahora. Es contradictorio, pero justamente por su naturaleza misteriosa quiero respetarla.

No quiero meter la pata, ese sería mi resumen.

Sí, evitar problemas, ese es mi dilema. Pero también busco solucionarlos; por ende, necesito que existan. Es toda una contradicción.

No, más bien, deseo que no sea yo la causa del problema. Probablemente sea eso.

—Deja de hacer el vago y comienza a hacer un resumen de la página 394, mucho anime y poca acción, Nomura—. Dijo con algo de fastidio, Yoshida, pues ya solo quedaba media hora y aproveché a usar 20 minutos para ver un episodio de Hitagi End.

—Entendido, me interrumpes en la mejor parte, pero no queda de otra… —Suspiré derrotado, pero tenía razón; no es buena idea ganarse la bronca de un profesor a inicios del semestre.

Finalmente pudimos resolverlo sobre la hora; para camuflar mejor fue Asami-san quién fue a entregarlo; por supuesto, pusimos su nombre pese a no aportar al trabajo.

—Eso es todo, pueden ir a almorzar —. Dijo el profesor tras recibir todos los trabajos, algunos incompletos, otros no.

Me retiré agotado; pocas veces me esforcé tanto haciendo algo en un tiempo límite en clase. Parece que fue mi récord de honestidad.

Bien, por suerte traje mi propio bento. Consistía en arroz con atún, puedo sobrevivir con esto, no necesito nada extravagante, ¿verdad?

Hoy no me apetecía ir a aquella banca bajo el árbol; creo que sería bueno variar un poco (en realidad había bastante muchedumbre afuera hoy, la suficiente como para no poder fingir demencia).

Fui a la cafetería común, aquel lugar donde los estudiantes perezosos que no hicieron o no quisieron hacer sus propios almuerzos usan sus mesadas para comprar su almuerzo.

Honestamente, el servicio no es nada malo, al menos no puedo quejarme; todo es comestible dentro de todo. También por el hecho de que el agua y el café son gratis, y de vez en cuando hay buenas ofertas, así que no crítico demasiado a los que prefieren estar aquí.

Pero, claro, te ahorras cualquier vergüenza si hicieras tú armuerzo como es debido antes de venir a clases.

—Yo. Por hoy invadiré tú espacio personal y comeré contigo —Diría Yoshida, el cuál sin preguntar se sentó en mi mesa, mesa la cual solamente yo estaba ocupando.

—Vaya que te sientes solo cuando tú novia falta a clases —Dije, pese al tono sarcástico no había indicios de molestia en mi voz.

—Al menos mi novia es tangible —. Dijo como si nada; parece que quería vengarse, todo mientras disfrutaba un armuerzo bastante lujoso a mi gusto.

Efectivamente, lo hizo.

—Fue un golpe bajo… —. Dije de forma cómica, luego de haberme costado tragar el arroz por unos instantes antes de recuperar la serenidad.

Yoshida solo se rió, mientras seguía comiendo, dando por finalizada aquella pequeña conversación, o almenos solo por un minuto más.

—Hablando de chicas… —dijo, habiéndose tomado su tiempo para cambiar de tema—. Es hora de que me expliques porque me hiciste mover el escritorio; pensé que tú lo moverías al mío —Comentó algo exigente; parecía que estaba con la duda desde entonces.

Suspiré, supongo que debo serle honesto; francamente, no di la mejor impresión al insistir en mover su escritorio sin explicar nada.

—Fue por Asami. Me dio la impresión de que podría causarle problemas si la hacía moverse de sitio. Pensé que sería mejor movernos al suyo, adaptarnos —Expliqué con un tono suave y serio—. Tal vez estoy exagerando, o haciendo interpretaciones que no son, pero así pienso que fue. Si con ese pequeño gesto la pude ayudar un poco, no puedes quejarte.

Yoshida asintió en silencio, entendiendo aparentemente la situación.

—Definitivamente exageras; con tan poca información no es correcto sacar conclusiones de ese estilo, pero supongo que así eres tú; te encanta involucrarse en los asuntos ajenos.

—No es que me encante, pero tampoco tiene nada de malo hacer algo bueno por los demás, por más pequeño que sea.

—¿O acaso estás enamorado, Nomura? —Comentó, con un tono burlón. Quería salirse con la suya.

—Para empezar, no la conozco y, además de eso, se cubre lo suficiente el rostro como para no apreciarlo por completo. Ni siquiera puedo irme al lado superficial. Simplemente fui un poco humano.

—Sí, sí, entiendo eso, no hacía falta ponerse a la defensiva.

Ambos dejamos la conversación ahí después de eso último; si bien Yoshida es con quien me llevo relativamente mejor, tampoco es un compañero de confianza, ya que almenos para mí un amigo significa bastante, y por ahora no pasé por lo suficiente como para tener uno.

Tampoco le dije nada de que quiero ser un héroe precisamente por lo anterior, porque no considero que sea alguien quien pueda escucharme decir eso por ahora.

Probablemente la reacción más común sería una burla tonta y quiero evitarme ese show sin importar qué.

Aún así, si tengo que ser exigente con los términos… Yoshida es el más cercano a un amigo, el más cercano a esa definición, según mis propios términos.

___________________

—¡Oigan, ya les dijimos que está prohibido subirse a la azotea!

Escuché gritar a un profesor mientras pasaba por las escaleras del tercer piso, que es donde estaba mi aula.

—¿Ehhhh? Dicen eso, pero la puerta está siempre abierta, además que subieramos al cuarto piso no significa que fueramos a la azotea —Se quejó de mala gana un estudiante al que regañaban.

—En el cuarto piso solo está la azotea; esa excusa no me vale, y está abierta siempre porque necesita limpieza diaria porque siempre se están colando, así que andando —Finalizó el profesor aquel regaño con el chico quedándose sin nada más que decir…

Pasé de la escena y solo me dirigí a mi aula; todavía quedaban unos minutos y tenía cero ganas de toparme con algo así de nuevo.

Así que la azotea.

Aquel lugar característico en cada escuela, era imposible que no hubiera una en alguna. Es de lo más ideal para relajarse y estar al aire libre, disfrutando de la tranquilidad que proporciona.

Pero claro, también es de lo más común que esté prohibido su acceso a estudiantes; la razón principal es para evitar accidentes o que se queden haciendo el vago, o peor, que lo usen para estar fumando o tomando sin ser descubiertos.

Pese a todo eso, y con el riesgo a ser amonestado si subíamos, había gente que lograba colarse siempre de alguna manera; supongo que ese lugar tiene el mismo encanto y atractivo para la mayoría de estudiantes.

Es cierto, ahora lo recordé, Asami-san fue regañada más de una vez por ser descubierta; parece que ella también cayó en aquel encanto.

Aunque no es la única que conozco, yo también fui descubierto alguna que otra vez.

En fin, hora de procrastinar y relajarme hasta que llegue mi sonido favorito de mi día escolar: la campana que indicaba el final de las clases.

Antes de darme cuenta, ya lo había escuchado. Al cabo de un rato, ver anime en mis clases de matemáticas ayudó a que la espera fuera más llevadera.

—Bien —. Murmuré para luego guardar mis cosas cuidadosamente en mi mochila e irme del aula con unos auriculares en mis orejas conectados a mi teléfono.

—¡Nos vemos, Arakawa!—. Dijo un conocido de primer año cuando iba de camino a la salida. Le devolvió el gesto con un movimiento de mi mano con una ligera sonrisa.

Podría decirse que me llevo bastante bien con los de años inferiores, me junto con ellos en los recesos y suelo pasar el rato. Me es imposible negar que me divierte.

Uno pensaría que con eso es suficiente para que seamos amigos, pero la realidad es que no. Como dije, un amigo es algo bastante más profundo; si somos amables, el mayor término que usaríamos sería «colega», aunque eso implicaría una cierta relación.

No me niego a tener amigos, de hecho, es lo que más deseo, pero deseo con todas mis fuerzas conservar a ese amigo toda mi vida, y temo ser abandonado por ese deseo.

Precisamente por eso odio mi ser.

—Estoy en casa—. Abrí las puertas del departamento, mientras encendía las luces. Todo pasó demasiado rápido, vaya que el tiempo es relativo.

—Oh, otra vez a la misma hora —. Escuché decir a cierta voz detrás mío.

Finalmente ingresó al departamento y pudo deslumbrar su identidad: Arakawa Arata, mi tío paterno.

—A estas alturas empiezo a pensar que esto es a propósito, ¿cómo siempre haces que lleguemos los dos a la vez? —. Dije con incredulidad.

Arata tiró su equipo de trabajo en el sofá mientras se desajustaba su traje.

—¿Hay algún problema? —. Comentó divertido, mientras se sentaba en el sofá. Tenemos el mismo horario de salida después de todo.

Suspiré y no respondí, tenía razón. Supongo que no se puede evitar.

Fui directo a mi habitación, prendí la luz, dejé mis cosas por ahí y me recosté cansado.

Mi habitación no era demasiado grande; más bien, era moderada por así decirlo. Lo que más destacaba de esta era la litera llena de mangas y algunas figuras. Junto a algunos posters, ya se imaginarán cual es mi estilo de vida.

Por algunas cuestiones, ahora vivo con mi tío, el hermano de mi padre. Honestamente no me quejo demasiado, me da bastante libertad dentro de todo y no está nada mal mi mesada y el departamento; al menos puedo decir que es bastante cómodo, aunque sin presumir lo suficiente.

—¿A quién le tocaba cocinar hoy? —Murmuré para mí mismo mientras miraba el techo con pereza.

—A ti, sobrino. Oh, y no te preocupes, tengo los ingredientes —. Se escuchó desde la sala de estar la voz de Arata, con un tono bastante divertido.

—¿¡Cómo me escuchaste?! Pero bien, haré lo que pueda.

—Sí, sí, ya sé que no sabes cocinar, así que compré cosas a calentar. En serio, hombre, deja de tenerle miedo al fuego.

Por algún motivo que desconozco, Arata siempre se anticipa a mí. Parece que en los pocos años en los que hemos vivido me haya conocido mucho más de lo que cualquier otra persona podría conocerme.

Después de bañarme y hacer otras cosas, finalmente me puse a ello, y cuando digo eso me refiero a simplemente calentar la comida en el microondas; vaya invento tan útil.

—¿Qué tal el inicio del segundo semestre? ¿Hay alguna chica que te llame la atención? —. Dijo Arata, una vez la comida estaba hecha y servida, empezamos a cenar en la pequeña mesa que estaba sobre la cocina.

—Sí, podría decirse que sí —. Comenté con un tono aburrido, aunque en realidad estaba bastante inseguro al respecto.

—Por cómo lo dices, me da la impresión de que no hablamos de algún romance, ¿verdad? Vaya que fuiste soso estos tres años, yo a tú edad tenía más de una.

—Los tiempos han cambiado, tío. Incluso si la práctica aún fuera común hoy en día, no sería tan fácil.

—Es cierto, fueron buenos tiempos, lo irónico es que conocí a tú tía después de la preparatoria.

Levanté mi ceja y lo miré curioso en cuanto dijo eso. Yo había imaginado que mi tío conoció a mi tía en una de sus aventuras de joven.

¿En la universidad entonces? — Pregunté interesado —. Recuerdo que estudiaste Química, ¿no?

Arata tardó un poco en responder, mientras tragaba un poco del ramen instantáneo y lo disfrutaba. Vaya que no se esforzó en comprar algo más caro.

—Sí, así es. No pensé mucho lo que quería estudiar, así que tiré por lo que sonaba más genial —Comentó despreocupado, ignorando que su comentario podría ser muy preocupante —. Fue mi compañera en trabajos grupales en más de una ocasión. De verdad que era un dolor de cabeza; en cuanto me equivocaba y no mostraba la actitud que ella quería me regañaba, pero supongo que está bien, me terminé enamorando de ella. Parece que tengo gusto por las locas.

Vaya, así que así se conocieron.

Mi tía, Inori Nakano, es profesora de química en secundaria actualmente. Está divorciada de mi tío, pero parece que ambos lo llevan muy bien.

Por otro lado, Arata, es profesor de física en una universidad. Parece que dejó la química en algún momento.

—¿Y bien? ¿Por qué la chica «X» te llama la atención? —. Retomó el tema como si nada.

—Lo único que puedo decirte con seguridad es su nombre. Es lo único que sé de ella. De todos mis compañeros puedo decirte alguna cosa, por ejemplo su comportamiento o alguna anécdota, pero de ella no. Vive en su propio mundo —. Dejé de comer el ramen para poder hablar con calma.

Arata se quedó pensando por un momento antes de responder.

—No lo pienses demasiado, hay personas así. ¿Quién sabe por qué? Tal vez sea por gusto propio o un problema familiar. Por lo que me dices puedo intuir que es bastante reservada y no tiene contacto con sus compañeros; ¿tienes más información al respecto? —Dijo con un extraño interés; normalmente estas cosas le dan igual, pero parecía querer indagar más.

—Bueno, verás…

—Alto ahí — Me cortó, parecía decepcionado —. ¿No crees que te estás involucrando demasiado? Hablamos de alguien que no conoces, no digas algo de lo que no tienes certeza.

Tenía razón, estaba a punto de decirle sobre lo de la azotea o el hecho de que solía cubrirse, pero eran cosas demasiado superficiales y que a fin de cuentas no decían mucho. Aún así, no puedo evitar pensar que debía haber algo más.

—Pero aunque no la conozca, no creo que hablar sea involucrarme demasiado.

—Oh, pero lo es. A lo mejor esa chica es una chica de lo más normal, con sus respectivas características, pero es normal ¿O no has considerado esa posibilidad? Ya te lo dije, no puedes pretender involucrarte con un extraño —dijo Arata con cierto desdén—. No lo pienses demasiado. No tienes porque ayudar a alguien si no te pide ayuda en primer lugar.

Me quedé callado; no encontré modo de refutar eso. A lo mejor lo de mover el banco fue un capricho mío y no una necesidad.

—Por cierto, toma —Arata me dio un sobre en la mano —. Olvidé dártelo antes.

—Pero me diste mi mesada hace poco, y no la he gastado todavía—. Dije extrañado.

—Los jóvenes hoy en día tienen bastantes gastos también, además tengo cubierto los gastos de la casa, respecto a lujos o gustos… eso te lo dejo a ti, decide tú qué quieres hacer con eso —Comentó con diversión—. A lo mejor puedes traer buenos ingredientes y así aprendes a cocinar.

Sonreí con diversión mientras negaba con la cabeza eso último, guardando el sobre mientras seguí comiendo. No tendré el tío más responsable, pero sí el que más me entiende, y para mí eso es más importante.

Al cabo de unas horas, era de mañana.

Más específicamente, las 8 de la mañana.

Sí, me desperté un buen rato después del inicio de las clases.

Inmediatamente hice a las apuradas todo lo que debía y salí corriendo de casa, en este caso solo, ya que Arata ya se había ido a entretenerse con adolescentes sin ideas de su futuro, es decir, sus alumnos.

No me quejo de quedarme hasta tarde viendo anime; definitivamente esos episodios valieron mucho la pena, aunque esa excusa no le servirá al profesor.

—Son las 08:11, señor Arakawa —Comentó con desdén mi profesora de inglés, la cual ya tenía un pie en la tumba con su edad.

—Me di cuenta— Respondí cansado.

No tardé mucho en llegar a la escuela; después de todo, me queda a 5 minutos en bicicleta.

—Quédate afuera del aula 10 minutos como castigo—. Dijo, fría y directa, mientras volvía a su clase como si nada, aún con las miradas de mis compañeros mirándome profundamente.

No tuve más remedio que atender y cerrar la puerta, mientras escuchaba alguna que otra risa por lo bajo, no alto, ya que la profesora es bastante… estricta.

Mi relación con los profesores es decente realmente. Nunca fui de los que se meten en problemas, pero tampoco soy el más atendido con las reglas escolares. Por ejemplo, el uso del teléfono es bastante estricto, pero a muchos, al igual que yo, les da completamente igual. Mientras un directivo no te vea, estarás bien.

También soy de los que aveces duermen en clase, o de los que directamente hacen el vago por completo, así que no, no soy el estudiante disciplinado que alguien podría esperar. Mi tranquilidad puede engañar.

Con ese equilibrio logro que no le caiga mal a ningún profesor, pero que tampoco sea su preferido. Digamos que estoy en una posición de la que no me puedo quejar. Mientras juegue mis cartas estaré bien.

Por supuesto, no pienso en tonterías como manipularlos o de creerme superior a estos. Valoro su trabajo, pero lo que me intentan enseñar no es lo mío, solo es una transición, por así decirlo. Aunque con física es diferente, ya que esa materia sí me gusta un poco.

Tampoco es que sea el menos social del pueblo; aveces hago comentarios o hago chistes y tal, aunque son para mi propia gracia. Admito que sí da un poco de vergüenza, pero no puedo evitar ser un poco impulsivo.

—Que fastidio, supongo que veré el episodio de esta semana por mientras. No hay ni un alma en el pasillo así que no habrá problema. Espero que esta vez sí muestren el Bankai de-…

Antes de seguir murmurando, me di cuenta de un detalle. Cuando dije que no había ni un alma, automáticamente, en cuanto lo recordé, giré mi cabeza a la izquierda en cuanto me senté en el suelo y lo vi.

Era Saori Asami.

Parece que le pasó lo mismo que yo, aunque… no estaba viendo al vacío o usando su teléfono; estaba durmiendo plácidamente sobre sus brazos.

Todavía tenía el rostro cubierto por su cabello y por su capucha, así que no podía apreciarla por completo. Normalmente la despertaría, o me acercaría a ver qué pasaba, pero decidí dejarlo pasar por ahora.

Tal vez sea el estrés, el sueño, la pereza, o lo que sea. Pero ya no me involucraré. Asumí cosas de las cuales no tenía certeza sobre su veracidad.

No quiero ayudar a alguien que no pide ayuda. Ese es mi estilo de vida, un estilo que olvidé por hacerme ideas extrañas.

Ayudar siempre estará bien, pero en el proceso, incluso si tienes buenas intenciones, podrías no solo ser un inútil, sino causarle daño a alguien más.

Admito que me da curiosidad esta chica, pero es eso. No la conozco de nada. No es correcto involucrarme en contra de su voluntad.

Sí da algo de impotencia, pero hay que ser prudentes.

También considero necesario aclarar que ser maduro no es igual a ser indiferente.

Lo mínimo que puedo hacer es despertarla, pero no ahora. Antes de que toque para el receso pediré ir al baño con la excusa de que es urgente. Almenos en inglés, ir al baño es casi una prohibición no escrita.

—Bueno, me quedé en la mejor parte, pero es hora de entrar. Me aguantaré al receso para ver como termina este episodio.

Tras apagar la pantalla de mi teléfono, entré al salón una vez se cumplieron 10 minutos exactos, dejando a Saori dormir plácidamente en su lugar.

—Yoshida, pasale tus apuntes a Arakawa —Ordenó la profesora y tan pronto me senté en mi escritorio…

Él asintió mientras me pasaba lo que escribió. Me parece increíble que en 20 minutos de clase ya hayan escrito toda una hoja. Vaya que no tiene piedad.

Me apresuré a copiar a mi ritmo, mientras la clase proseguía con una conducta casi que sobrenatural.

Una vez finalicé de copiar, le devolví los apuntes a Yoshida, con un seco «gracias». De alguna manera él siempre está para mí, pese a nunca haber sido muy cercano. Me daría vergüenza tener que decir que somos amigos, y es probable que él piense lo mismo.

No es el típico chico popular que se lleva bien con todo el mundo, o es de esos extrovertidos que ‘adoptan’ introvertidos. Tenía su reducido grupo de amigos, y me da la impresión de que quiere invitarme.

No sabré sus motivos, pero yo paso. Incluso si son buenas personas, yo simplemente no encajo. Yo soy el tipo de persona que aburriría rápidamente a alguien si no comparte sus gustos, y con gustos me refiero al anime.

Además, si un grupo pasa de las 3 personas, incluyéndome, sería demasiada energía social para mí. Me sentiría como un gato con muchos perros alrededor; simplemente es demasiada mala vibra.

Quisiera decir que no me importa lo que los demás piensen de mí, pero la realidad es que sí me importa. A todos le importan, es la naturaleza humana. No podemos traicionar eso, aunque podamos mentir en el proceso.

Bueno, creo que es hora.

—Profesora, quiero ir al baño—. Dije levantando la mano, tras revisar cuidadosamente mi teléfono, viendo que faltaban 15 minutos.

—Arakawa, esperate al receso —. Dijo sin mirarme mientras seguía escribiendo en el pizarrón.

—No puedo, es urgente —Dije con más firmeza.

—… Está bien —. Respondió resignada.

—Es probable que tarde, haré del dos, y me tomo mi tiempo para eso.

Escuché risas en cuanto dije eso. Probablemente sea por mi cara tan seria al decirlo.

—Por gracioso ahora no te dejaré irte hasta que lo digas en inglés —. Dijo desafiante.

—Can I go to the bathroom? —. Dije con una buena pronunciación para mi sorpresa. Con el tiempo aprendí a decir eso; era algo recurrente que la profesora pidiera esa tontería.

Tras un muy derrotado «Yes, go ahead», caminé hacia la puerta, con toda la seriedad posible.

Una vez salí del aula, suspiré algo fuerte al tener que dejar de actuar de esa forma.

Definitivamente, inglés nunca será mi materia favorita.

Me dirigí a Saori, quien seguía durmiendo plácidamente. Parece que nadie la vio todavía.

Decidí mover su hombro con la palma de mi mano suavemente, esperando una respuesta.

—Oye, ¿estás en la tierra todavía? —Sí, dije eso.

—Escucho el aire… —. Dijo con debilidad: parece que estaba despertando.

—No soy el aire, soy un ser humano. Estoy aquí —. Dije con algo de gracia; no pude evitar la ironía, aunque claro, aún hablaba con cierto grado de respeto.

Después de un momento, dejé de moverla, y pasados unos instantes pudo abrir los ojos por completo, para luego dirigir su mirada a mí tras examinar el ambiente.

—¿Qué… pasó? —. Preguntó confundida, aún con sueño.

—Te quedaste dormida o te dormiste. Me sorprende que nadie te haya notado.

—Ah, eso. Cuando llegué vi por la ventana que ya estaban en clases. Nadie me notó, así que decidí tomarme mi tiempo —. Dijo con tranquilidad, tomándose el asunto a la ligera.

Tiene sentido; es probable que sea de las que prefiere tener una falta a un problema, y quizás ella no soporte un «Llegas tarde, señorita Asami, ¿no viste la hora»? Es agotador y molesto.

—¿Y tú?—Preguntó —. ¿Qué haces aquí?

—Vine a despertarte —Respondí suavemente, hablando bajo para que no me noten —. Te dejé dormir antes; pensé que te molestaría si te despertaba tras concebir sueño.

—Ah… —dijo con pereza—. No estaba dormida cuando te escuché. Estaba intentando dormir, pero lo agradezco aún así; me habría costado más si me hacías abrir los ojos.

Sonreí divertido; pese a ser tan despreocupada no era nada tonta. Eso es un alivio.

—Te sugiero que vayas a hacer la vaga por ahí hasta que toque el receso; te pedirán explicaciones si te ve alguien por aquí—. Dije tras levantarme, y ella también.

—¿Tú no lo harás?

—No es mi estilo meterme en cosas que no son de mi incumbencia; te desperté porque podría evitarme que te regañen cuando pude evitarlo. Seguro tienes tus motivos, y no preguntaré por estos —. Tras decir eso, salí caminando al baño, despidiéndome de Saori con un gesto.

Una vez llegué y me encerré, puse mis manos en mi rostro y me sentí muy, muy AVERGONZADO.

¡Le hablé a una chica! ¡Le hablé a una chica!

No lo parece, pero mi contacto con las mujeres es demasiado limitado, al punto que si no es para pedir algo, sería 0 prácticamente.

¡Le dije cosas que pensaba como si nada, aún cuando dije que no me involucraría! Ah… en fin.

¿Cómo puedo pretender ayudar a las personas si me da vergüenza hablar con una chica de mi edad? No tengo remedio, soy patético en más de un sentido.

—Ya que estamos… terminemos esto —Dije para volver a lo que estaba antes. Esto era mi mejor remedio para superar situaciones así.

Sí, uso el anime como escapismo de la realidad también. No las supero por seguir adelante, sino por olvidarlas al enfocarme en otras cosas.

Soy el peor intento de héroe que podría existir. ¡Pero eso no importa, tengo que averiguar que añadidos hará el anime!

______________________

—Yo —. Saludó Yoshida, nuevamente invadiendo mi mesa durante el receso.

—¿Estas aburrido? —. Pregunté con desaprobación.

Era la hora del armuerzo y, como siempre, elegí la mesa que suelo ocupar en soledad. Tengo suerte de que nadie la coja aunque hoy no sea el caso.

—Hehe, ¡efectivamente! Pero te tengo una propuesta que no podrás rechazar.

—¿Propuesta?

Cuando dije eso, Yoshida sacó un mazo de cartas del UNO, mientras se unieron dos chicos más a la mesa, siendo ellos parte de su pequeño grupo de amigos.

Sabe jugar sus cartas en más de un sentido, debo admitir.

—Bien, juguemos —Aunque lo dijese seco, en realidad estaba emocionado. Cosas tan simples como estas son suficientes para divertirme, y bastante.

El juego transcurrió con normalidad, hasta que solo quedamos nosotros dos. Los otros chicos habían ganado, así que se decidía el tercer lugar.

Nos quedaban dos cartas a los dos; no sabíamos la que tenía el otro. El armuerzo daba igual, podía sobrevivir sin comer todo, esto era más importante.

—Uno —. Diría Yoshida, como todo un descarado, al tirar un bloqueo rojo.

—Maldito —. Dije, molesto. Es muy fácil que estos juegos te saquen de quicio.

—Lo siento, pero así son las cosas. Es hora de que vuelvas a la realidad. ¡Con esto! — Cuando levantó una carta del mazo, me lanzó un +2 rojo.

A él le queda una carta, definitivamente, no un rojo o no habría optado por ese +2, así que debe ser un verde, azul o amarillo. Habrá que apostar por una sola posibilidad.

JA.

¿¡En serio cree que ganó?!

—Toma! —. Tiré un +4 sobre el +2 con fuerza, queriendo restriegarlo en su cara, con toda la arrogancia posible —. AZUL.

—¡NOOOOOOOOOO! —. Dijo derrotado; evidentemente no gritó, pero sí fue algo bastante cómico.

No gané, pero quedé tercero; con eso me doy por satisfecho.

—Como sea… me atrapaste ahí, Arakawa. —Dijo entre risas, rascándose la cabeza—. ¿No te apetece un día de estos juntarnos todos a jugar uno? Puede ser en mi casa.

—Nah, estaré bien. Pero si quieres revancha, sabes donde encontrarme.

Y con eso dicho, entré tarde a mi salón por quedarme muy metido en el Uno; no hace falta decir que nos regañaron por eso.

¿Esperaban que fuese el solitario de turno? Les tengo malas noticias; yo también puedo divertirme con las personas de mi alrededor.

______________________

—Pasó otra vez —. Suspiré al llegar a casa.

—¿Qué cosa? —. Dijo Arata, quien aparecía atrás mío de nuevo tras llegar a casa.

—¡Deja de hacer eso! —. Reclamé asustado. Me hizo retroceder de sorpresa.

Arata solo se rió mientras dejaba sus cosas en el sofá y se recostó en él.

—Ya, ya, no es para tanto. Y bien, ¿qué pasó?

—Es sobre Saori. La regañaron por estar en la azotea —. Dije cansado mientras me sentaba en una de las sillas.

Arata me miró con escepticismo por un segundo, antes de tomar un cigarro y prenderlo.

—Ah, es cierto, recuerdo que dijiste que cada que alguien se subía se llevaba un sermón y amonestación. Vaya fastidio. En mis tiempos, la azotea de las escuelas era un lugar más.

—Sí… Admito que yo también me he metido ahí, pero a Saori ya le dijeron 4 veces sobre lo mismo. Supongo que no puedo culparla del todo; es un gran lugar para relajarse y estar a solas.

Hubo un breve silencio hasta que Arata lo rompió con un tono de voz serio.

—¿Y que harás? ¿Se lo vas a decir?

Me sorprendí por un segundo por ese comentario antes de responder.

—No, no creo que sea necesario. Seguro que tiene a sus padres por encima también; por eso, no quiero ser el que le diga lo mismo por quinta vez —. Dije confundido; no entendía el porqué de la pregunta. No era algo que requiriera mi presencia.

—Bueno, es bueno que entiendas cual es tú lugar, pero tampoco estaría del todo mal —. Dijo con algo de gracia. —. Solo digo que aveces meter tus narices no siempre traerá malos resultados.

—¿No te estás involucrando demasiado, tío? —. Dije con reprobación: parece que se interesa más por mis rollos que por su trabajo.

—Que va, siempre es muy interesante lo que tienes que decir. Además, saber lo que pasan los jóvenes me hace bien. En mis clases nadie dice nada interesante, así que eres mi única fuente de chismes —. Dijo con todo el descaro posible.

Me reí ante eso. No tenía remedio.

—Pero te recuerdo, no hagas nada que nadie te pidió.

—Tío, ¿no tienes exámenes que corregir?

—¡Ah! —. Dijo, como si acabara de acordarse de algo que dejó pasar deliberadamente —. Nomura, no te recomiendo ser profesor. Estar corrigiendo exámenes toda la noche de personas sin idea de nada no es agradable…

—¿Entonces porque eres profesor?

—Porque quiero ayudar a los jóvenes a descubrir su futuro…

—No mientas.

—Bien, bien, por la pasta, y porque es poco probable que me echen, así que tengo bastante libertad. ¿Satisfecho? —dijo derrotado—. Pero igualmente, no lo recomiendo.

—Pensé que elegiste física por vocación —Dije curioso.

—Pffft, que va. Admito que me interesa, pero quería ser un oficinista en realidad para no estar años estudiando. Me metí a la carrera por motivos personales. Recuerda que tuve que cambiarme de carrera.

¿Motivos personales, eh? Parece que hay bastante lore del que aún no sé nada, pero por ahora no es algo que quiera indagar.

—Valió la pena al final, ¿no? Conociste a mi tía y tuviste hijos.

—Supongo que a eso me refiero con que meter tus narices no está del todo mal en ocasiones. Pero hay casos y casos. Debes ser prudente al respecto, por ejemplo yo… —. Se calló cuando parecía que iba a contar una anécdota. ¿Habrá recordado algo?

—¿Qué es?

—Olvidalo —. Dijo con desagrado —. En el caso, olvida a esa tal Saori y enfócate en tus estudios. Sí, sí, yo tampoco fui el más estudioso, pero sería un fastidio que termines repitiendo por estar pensando en los demás.

Sonreí confiado al respecto; estaba claro que eso no iba a pasar. Después de todo, yo nunca repetí, aunque sí que tuve que ir a recuperatorios para salvar materias. ¿La razón? Me la pasaba viendo anime en vez de estudiar, todo esto en la época de cuando aún vivía con mis padres.

—Eso me recuerda; mañana hay reunión de padres. ¿Podrás ir?

—Oh, me viene perfecto —. Dijo muy contento —. Excusa perfecta para faltar, ¿qué es lo peor que puede pasar por posponer un parcial?

—Sí dices eso de excusa, van a matarte, tío.

—Eso es obvio; diré que tengo cita médica, la cual reservaré ahora; nunca viene mal un chequeo —. Dijo mientras se apuraba a tomar una computadora.

Después de eso, me serví una taza de café a medio calentar y me fui a mi habitación.

Reunión de padres, ¿uh? No hace falta decir que es; todos tuvimos una alguna vez.

En mi caso, tendría que ir mi padre o madre de alguna manera, pero al estar en la custodia de Arata, mi tío, no es necesario.

Además, sería todo un fastidio. Mi madre vive en Hokkaido y mi padre en Saitama. ¿Sus razones? Tenían a sus respectivas familias allí.

En Tokyo, la ciudad donde estoy, solo estoy yo y la familia de mi tío, aunque esta no vive con él. Viví con mis padres en esta ciudad, ya que se conocieron aquí. Una pena lo que pasó después.

Al menos, mañana no tendremos la jornada completa, así que no tengo queja alguna.

____________________

—Definitivamente no fue buena idea dormirse a las 5 am…

Estaba caminando a la escuela, saliendo 10 minutos antes. ¿La razón? Ni habiéndome echado agua fría encima me desperté por completo. No quiero estrellarme en la bicicleta por ir medio muerto.

Esta es de las pocas veces que voy camino a la escuela a pie. La última vez me costó por el peso de la mochila, así que desde entonces nunca abandoné mi bicicleta.

Mientras caminaba por las calles, bastante concurridas al ser de mañana, y con toda la gente llendo temprano al trabajo con todo el sol por encima, me crucé con cierta situación al estar en la intersección.

Un niño perdido, lo noté entre la gente al estar sentado en medio de todas las personas que cruzaban, no eran demasiadas pero tampoco eran pocas. Aún así pude notarlo. Ahí estaba.

Estaba llorando y gritando «¡Mamá, mamá!».

Ah, qué recuerdos cuando fui solo a la escuela por primera vez y me tuve que devolver porque me daba miedo ir solo. Aún recuerdo las burlas que me dio mi padre.

Si un niño, a esta hora, está llorando por perderse significa que se separó de su madre en algún momento. A juzgar por altura, no debe tener más de 8 años.

A esa edad yo todavía iba acompañado, imagínense.

Pero aunque entienda su situación, no es mi deber involucrarme; es el de su madre. Es su responsabilidad por despistarse. No me las daré de bondadoso cuando mi corazón no es tan noble.

Caminé y seguí de largo.

Pasaron 20 segundos desde eso.

¿Será por el sueño infernal que tengo que tapar mis sentidos que estoy haciendo esto?… Porque sea así o no, volví de forma patética al lugar.

—Oye —. Me puse a su lado y me aseguré de que me escuche—. ¿Qué sucede?

Cuando el niño me vió, y cuando digo eso, me refiero a mis ojeras y mi rostro poco cuidado por la mañana, aún habiéndome bañado, y sumado a mi tez morena, hizo que solo se asustase y llorase más.

—¡Oye, tranquilo!—. Dije moviendo las manos —. ¡No te voy a rob-…

Espera, ¿porque asumí que él pensó eso? Mejor olviden eso.

—Ejem… tranquilo, no te haré nada —. Dije mientras empezaba a escucharme.

Lidiar con un mocoso a palabras es difícil, y como no tengo carisma para algún juego mental, hice la salida más fácil que conoce el humano para convencer a alguien: el dinero.

—Toma, te daré esto si me escuchas —. Le di una moneda e inmediatamente dejó de llorar. ¿¡Fue a propósito?!

—Señor… ¿Donde estoy? —. Preguntó, ahora más calmado, aunque aún desconfiado.

—Lamento decepcionarte, pero aún soy un estudiante de preparatoria en su mejor momento, y estás en Shibuya ahora mismo. ¿Cómo acabaste aquí? — Aunque pueda sonar brusco, en realidad estaba halagado. Ser llamado «señor» siendo tan joven es enriquecedor.

—Bueno, estaba con mi mamá y… ya no estaba.

Vaya que fue una explicación increíblemente vaga, pero entiendo; yo a su edad no sabía ni cómo escribir una oración coherente por mi propia cuenta.

Parece difícil. No hay precisamente pocas personas alrededor ahora mismo y no escucho a nadie gritando buscando a su hijo. ¿Debería llevarlo a una estación de policía? Tal vez ahí puedan saber algo.

—Bueno, en marcha —. Dije ofreciendo mi mano para que la tome, pero cuando lo hizo saqué la mía; estaba llena de mocos.

Sí, llegaré tarde a clases por esto. Ya eran las 08:05 y las clases habían empezado.

Quiero ahorrarme problemas como estos; nunca me ha gustado tenerlos, no es agradable. Si puedo evitar tenerlos mejor, por algo adopto una filosofía tranquila y neutral ante la vida. Si pasa algo que no me beneficia, salgo de ahí de inmediato.

Pero aquí estoy, ayudando a un niño que se perdió. No me pidió ayuda ni me incumbe, pero aquí estoy. No por un sentido de justicia o bondad, sino porque mi consciencia se encargaría de dejarme intranquilo por el resto del día.

Después de 20 minutos dando vueltas, logré escuchar algo.

—¿Renji? ¡Renji! —. Era la voz de una mujer adulta, aparentemente su madre.

Sí, 20 minutos dando vueltas, decidí que ir a la estación de policía era demasiado, así que no me rendí en buscar.

El niño, llamado Renji, fue hacia su madre, una mujer de aparentemente 40-45 años, basándome en su apariencia, esperando abrazarla, pero para mi sorpresa no fue así.

Recibió una bofetada, y una lo suficientemente fuerte como para escucharse.

—¿¡Qué crees que haces?! ¡Me tenías preocupada! Tuve que llamar a la policía por ti —. Dijo enfurecida, con el niño en el suelo.

No lloró. Más bien, parecía impresionado. Cuando lo vi mejor, le salía un poco de sangre de la boca. Me impresiona que lo haya aguantado.

—Lo siento, ¿te causó problemas, verdad? Sólo le dije que me espere afuera de la tienda pero se distrajo y… —. Se acercó a mí, cambiando totalmente su cara, asumiendo un rol de víctima mientras se excusaba.

No la conozco, pero ya la odio.

¿Golpear así a tú hijo por perderse? Entiendo un regaño, pero esto es mucho.

Quiero regañarla, y quiero ponerla en su lugar; quiero proteger a ese niño; si le hacía esto por perderse, no me quiero imaginar cuando se porta mal.

Pero… podría ser peor si intervengo; tal vez incluso por mi culpa sea castigado. Aún así, ese niño me está mirando al borde de las lágrimas con un rostro lleno de dolor. Me estaba pidiendo ayuda en silencio.

—No… descuide, entiendo —. Dije, sin verla a los ojos, mientras mi voz temblaba.

Soy un cobarde. Soy patético.

Dile algo, haz algo. ¿Por qué estoy siendo asintiendo?

Ah, ahora lo recuerdo.

No debo involucrarme en cosas que no me incumben.

—Está bien, no hay problema —.

Dije más calmado, con un poco de serenidad.

Luego de eso, me dirigí al niño y le di una pequeña caricia en la cabeza antes de retomar mi camino.

Sí, incluso si quiero ayudar a alguien, si las circunstancias me sobrepasan, terminaré siendo un estorbo.

Lo siento, chico. No es mi asunto.

Mi tío ya me lo dijo: debo saber cuando involucrarme en algo. Solo estoy siguiendo su consejo. Él es alguien que sabe mucho más que yo. Es lo correcto.

Pero, aunque diga eso, ocurre algo extraño.

Mi cerebro está tranquilo, pero mi corazón me intranquiliza.

—Llegar media hora tarde es un nuevo récord, ¿eh? —. Dije para intentar olvidar el asunto.

Debería seguir viendo Bleach; eso sí es algo que me incumbe.

____________________

Al cabo de un rato, ya había terminado mi jornada escolar de ese día. En este caso fue sólo la mitad por la reunión de padres.

Tuve suerte de que fuera la hora de historia cuando llegué, y el profesor es de esos que le da igual la vida, así que no hubo mucho problema, aunque no pude evitar que me quiten la falta.

Son las 11:20… A esta hora debería iniciar la reunión. Si soy sincero, no me apetece volver a casa a esta hora, así que iré a echar un vistazo.

Bajé al segundo piso a la sala de visuales, sin ser demasiado visible.

Parece que ha comenzado puesto que no hay nadie afuera.

La puerta está medio abierta. Creo que puedo echar un ojo.

—Bueno, es su turno, señor Arakawa Arat… ¿Eh? ¿No ha llegado todavía? — Era la voz de un directivo, incrédulo.

¿Llego en el momento adecuado y no ha llegado? Vaya que mantiene su costumbre de llegar tarde.

—Espiar puede ser considerado un crimen, ¿sabes? —. nuevamente, y como de costumbre, se apareció atrás mío, dándome un susto. Almenos esta vez tuvo la sensatez de hablar en voz baja para que no me descubran.

Ahí estaba, Arakawa Arata, mi tío paterno. Aquel hombre de 39 años, de cabello corto negro puro y alto de estatura. Un aspecto desordenado, cómo si no conociera que es la formalidad.

¿Por qué menciono esto? Sencillo, era exactamente igual a él. Aunque la diferencia es que él es de piel blanca…

—No me apetece seguir firmando amonestaciones; haré una llamada para que escuches lo que quieras, así que ve andando —. Dijo despreocupado, sin dándome tiempo a responder, al entrar casi de inmediato al salón.

Recibí una llamada de su parte al instante. Parece que cumple con lo que dice.

Me fui de ahí y me subí a la azotea, viendo que no había ni un alma por la escuela en esos momentos.

Al subir me senté al lado de la puerta, sin entrar a esta. Era un lugar discreto igualmente, así que estaré bien.

Me puse a escuchar (evidentemente silenciado), y nada interesante. De mí solo dijeron que deje de llegar tarde y poco más. Los demás, nada digno de mencionar.

Supongo que fue una pérdida de tiempo. Hora de irme a casa.

—¿Eh?

Empecé a escuchar ruidos provenientes de detrás de la puerta. Empezaban a caer gotas sobre la pequeña ventana que había.

Maldita sea, siempre está un paso adelante mi tío. Ahora recordé que le vi un pequeño paraguas en su mano.

Parece que la lluvia será intensa, ya que iba creciendo gradualmente.

Eso solo significa que debo esperar a que mi tío salga. No tengo el dinero para permitirme un taxi, y no me apetece estar lleno de agua todo el camino a casa.

Hora de cortar la llamada, fueron 10 minutos de chisme que no lo valier-

—Y por último… sobre Saori Asami —Dijo un directivo, captando completamente mi atención —. Es la que peores calificaciones tiene, y no solo eso, nunca participa en clase o interactua con sus compañeros. Está en su propio mundo y no hace sus tareas. No causa muchos problemas pero… Ya la regañamos cuatro veces por subirse a la azotea; esperamos que haga algo al respecto como su madre.

—Lo siento, lo siento —Comenzó a hablar la aparente madre de Saori, con un tono victimizador —. Es una chica difícil de entender. En casa le damos lo mejor que podemos pero nunca nos cuenta nada, como su madre también he notado que tiene cosas a mejorar, nisiquiera su padre, quien debería encargarse pudo hacerlo, ¿lo puede creer?

¿Pero que está diciendo? ¿Qué manera es esa de librarse de la irresponsabilidad qué tiene como madre? Habla como si ella fuera la única que sufriera en esta situación. Me llena de rabia. Me encantaría ir y gritarle sus verdades incluso con la poca información que poseo.

—Es muy difícil para mi como madre hablar con ella… Se aisla en su cuarto y solo sale para comer o ir al baño, y cuando le digo que no las cosas no son para tanto solo se calla y asiente, pero no cumple. Me encargaré de corregir ese comportamiento, muchas gracias señor— Finalizó, con un tono nuevamente de víctima, asumiendo una historia que, honestamente, me es difícil de creer.

—Entiendo, los jóvenes hoy en día son complicados, pero haga algo al respecto. No queremos tener accidentes en la azotea por tener a estudiantes haciendo el vago.

Y con eso dicho, la reunión finalizó sin más. No hubo más palabras al respecto. Parece que ambos asumieron que Saori era la problemática sin remedio.

Yo me pregunto, ¿será verdad, o es solo una visión sesgada de adultos sin madurez? No lo sé, quiero cree que es lo segundo, pero ya me decidí a no involucrarme en lo que no me conviene.

Esto solo significa que mi tío podría saber más respecto, pero si pregunto o no dependerá de lo que él diga.

Hora de irme a casa, si le mando un mensaje sabrá donde estoy. Ya sabré que inventarme.

Un momento.

Escucho algo.

Eso no es… ¿música pop?

Que extraño, estoy seguro que no tengo un tono de llamada pop, o una alarma de ese estilo. Definitivamente no es mi teléfono.

Se escucha desde la puerta, definitivamente proviene de otro teléfono, y estoy seguro que se trata de una llamada telefónica.

Es imposible que la persona que está detrás de la puerta no haya notado la lluvia que está cayendo, y como no hay techo, solo puede entrar adentro para evitar mojarse.

¿Qué lo quiera hacer apropósito? No digo que no, hay quienes son fanáticos de la lluvia, pero eso sería jugar con las posibilidades.

Esto solo puede significar que un despistado dejó su teléfono ahí, vaya descuido. Me sorprende que siga funcionando aún con la lluvia cayendo por encima.

—No pasará mucho por un pequeño regaño —Dije suspirando, no me importa meterme en cosas pequeñas como estas.

Abrí la puerta, con el viento chocando en mi cara y las gotas cayendo por encima.

—Bien, hora de irme— Dije tras tomar el teléfono que estaba en el suelo, justo al pasar la puerta.

Lo sequé lo mejor que pude y lo guardé.

Pero cuando estaba por irme noté algo extraño.

No era solamente el hecho de que ya se habían formado nubes negras, y con una lluvia mucho peor de lo que imaginaba. Parecía ser de noche cuando no lo era. No, no era eso.

Era el hecho de que vi a alguien.

Más específicamente, vi a alguien adelante de la barrandilla, sobre el borde del edificio y estando de pie solamente por sostenerse con sus manos a esta.

Era una persona. Es imposible que sea de los que hagan cosas arriesgadas solo por diversión, nadie es tan tonto para hacerlo en esta lluvia. Nisiquiera se trataba de un niño o un videovlog.

Nop, nada de eso.

Esto solo significa una sola cosa: esa persona planeaba suicidarse. Por lo menos, esa es la conclusión más lógica a la que llegó mi cerebro en ese momento.

—¡Oye! ¡Un momento, por favor! — Dije gritando para que me escuchase —. ¡Por favor vuelve aquí, está lloviendo! —Dije, siendo precavido, aún no podía confirmar aquella posibilidad.

En cuanto dije eso, esa persona tambaleó y por un instante casi se resbala, pero pudo sostenerse a tiempo.

—¡CUIDADO! —Me acerqué corriendo a la persona, ya no había nada que especular: esto lo confirmaba.

—¡Por favor, aléjate de mi! —Dijo la persona finalmente con exasperación.

Era la voz de una chica.

—¿Eh…?

—No te involucres, por favor. Déjame sola.

¿Qué está diciendo…? Por supuesto que no haré eso.

Me fui acercando, muy lentamente hasta quedar a 2 metros de ella aproximadamente. Fui lo más cuidadoso posible, pese al ruido que provocaba mi pisada por las lluvia que caía en suelo.

—No puedo hacer eso —Dije firme y conciso —. No sé que está pasando, pero es mejor que te calmes y te pongas en un lugar seguro.

Hubo un pequeño silencio. La tormenta golpeaba el lugar con fuertes vientos. La lluvia que caía era bastante, probablemente de las más potentes del año.

—Estoy… calmada, y estoy en el mejor lugar posible —Dijo, eso es seguro, después de todo escuché murmuros, sin embargo no pude escucharla con claridad por el ambiente que nos rodeaba.

—¿¡Que has dicho?! ¡Por favor, repitelo! —. Dije elevando la voz.

—¡Olvidalo, eres igual que mis padres! —. Gritó enojada, como si pusiera punto y final a la charla —¡Si das un paso más saltaré!

Debo calmarme, nunca esperé estar en esta situación y por eso mi corazón está latiendo a mil por hora. Debo pensar bien lo que debo hacer en este instante.

De todas las cosas que me podrían haber pasado como estudiante de preparatoria, esta es una en la que nunca me hubiera imaginado estar. Nisiquiera la idea se me pasó por la cabeza.

Esto es terrible. No sé quien es ella, ni que hizo o que pasó. Pero era de mi edad, de eso no había duda. Sea cual sea el contexto, quitarse la vida no era una opción. Siempre habían soluciones, por eso mismo debo detenerla.

—¿Puedo… preguntar tú nombre?

—¿Nisiquiera tú lo sabes? —Respondió molesta, como si mi comentario hubiera sido una flecha de puro dolor a su corazón.

—Tengo una idea, pero… Quiero saber con quien estoy hablando. Soy Arakawa Nomura, de 3-A —Comenté intentando tener el mayor tacto posible.

Sí, ya me hacia una idea. No soy de los que no pueden reconocer una voz, pero justamente por ese motivo necesito confirmarlo. Aquella voz era una que solo pude escuchar en contadas ocasiones.

—Saori Asami.

Lo sabía. Se trataba de ella.

—Asami-san, por favor date la vuelta —. Demandé suavemente.

Tambaleó un poco, considerando mi pedido antes de hacer caso a mis palabras. Pude verla de frente.

No tengo la mejor visibilidad ahora mismo debido a la tormenta, pero hay algo que incluso mis ojos pueden notar en esta situación.

Ya no tenía el rostro cubierto. Podía verla por completo.

Era hermosa.

—Así que eres tú la última persona a la que veré, no me puedo quejar —Comentó esbozando una invisible sonrisa.

Carajo, esto es peor de lo que imaginé…

Ella ya asumió que morirá, si antes estaba dudando, ahora me da la impresión de que se resignó por completo al verme a mi.

¿Lo arruiné? ¿Acaso esta chica iba a arrepentirse, pero yo por algún motivo que desconozco la impulsé a seguir adelante? Pensar eso solo me destruye mi débil corazón.

Me lo agarro mientras empiezo a exhalar repetidamente. Necesito calmarme, me es imposible mantener la calma ante una situación que no estoy seguro de poder controlar.

—Porque… Porque… ¿Por qué renunciar? —Pude pronunciar tras momentos de silencio.

—¿Alguna vez, no se te ha pasado por la cabeza que vivir es doloroso? Y cuando mueres… ese dolor desaparece.

—¡Estas equivocada! —Pronuncié, molesto por esa afirmación.

La chica se sorprendió mientras me miraba, yo seguía viéndola a los ojos aún con la enorme presión que estaba teniendo encima.

—Vivir significa sufrir, ya que si sufres te pasarán cosas buenas. Si mueres, ¿cómo podrás experimentar esas cosas buenas?

—No digo que no haya sido feliz nunca pero… cuando están constantemente aplastando ese sentimiento cuando quiere florecer, no hay nada que hacer —Dijo con suavidad, como si lo que estuviera diciendo tuviera lógica.

Me quedé en silencio. No sabía que decir.

Yo nunca pasé por una situación que me haya hecho considerar quitarme la vida, así que no puedo entenderla por completo. Pero sé que está equivocada. Morir no es la solución. No lo es. No tengo la experiencia para respaldar eso, pero es algo que todos deberían pensar; no solo yo.

—¿Lo ves? Tú tampoco me entiendes.

Y una vez dijo eso, sus manos dejaron de agarrar la barrandilla y su cuerpo lentamente comenzaba a caer hacia atrás.

—¡¡¡¡¡¡ESPERAAAA!!!!!!! —Grité con todas mis fuerzas y me lancé hacia ella.

Estaba cayendo al vacío, se estaba despidiendo de su vida mientras me impulsaba en su dirección.

No soy de meterme en cosas que no me convienen o que no me involucran, y lo sigo manteniendo pero…

Su voz sonaba arrepentida, y eso es todo lo que necesito para actuar.

Ella no quiere morir, ¡y es por eso que no la dejaré morir!

—¡Agghhh! —Murmuré con mucho fastidio.

Pude sostener su mano.

Tenía parte de mi cuerpo en el aire prácticamente. Mis piernas estaban entolladas en el palo de hierro que conectaba la barrandilla, y usaba mi mano para sostenerme a la misma para asegurarme de no caerme. Usaba la mano restante para sostener la suya.

Me estiré lo suficiente para tomarla, probablemente lo mejor hubiera sido la pierna, pero quería verla a la cara. Quiero ver el verdadero rostro de la persona que orquestó esto. Quería hacerlo.

—¡NO TE ATREVAS A SOLTARME! —Grité con toda la fuerza que me permitían mis cuerdas vocales, a la vez que usaba toda mi fuerza para sostenerla.

Me aseguré de no tener que soltarla aunque ella lo haga.

El ambiente era el más pesado y tenso que haya tenido en mi vida. Tenía el peso de una vida en ambas manos, y el peso de mi vida también al arriesgarme a morir de esta manera.

Habían dos vidas en riesgo.

Tengo miedo, me da muchísimo miedo morir. Estoy asustado ante la posibilidad de nunca poder ser útil a alguien, de nunca ser un héroe, estoy aterrorizado ante la idea de no poder ser un padre al que sus hijos puedan admirar. Me aterra no cumplir eso.

Sí, lo sé, nada demasiado complejo, pero es el sueño que Arakawa Nomura se ha permitido tener y ahora mismo estoy aquí, ante la posibilidad de arruinarlo mientras veía una gran altura con mis ojos. Si mis pies perdían el equilibrio, moriría.

Pero, hay algo que me da muchísimo más pánico que no cumplir nada de eso.

Vivir con una enorme culpa por el resto de mi vida al permitir que alguien muera frente a mis ojos.

Si tuviera que vivir de esa manera, prefiero morirme aquí mismo.

—¡Por favor, intenta subir! Sé que suena difícil… Pero puedo tirar de ti y impulsarte a la barrandilla.

—Eso es una locura… ¡Podrías caerte si lo intentarás! —Dijo asustada. Su rostro estaba temblando —. ¡No quiero que alguien muera por mi culpa, por favor suéltame!

—¡YO DESEO EXACTAMENTE LO MISMO, POR ESO ESTOY HACIENDO ESTO! —Grité a regañadientes.

—¡NO TE PEDÍ ESTO! —Dijo gritando más fuerte —. Por favor… no hagas esto por mi.

Lo siento, pero esa es una petición imposible de cumplir para mi.

Estoy deacuerdo en que hay personas que si mueren harían de este mundo un poco mejor, pero tú no eras una.

No te conozco de nada, y para ti es probable que sea la persona más insignificante de este mundo.

Mentiría si dijera que te quiero o que eres alguien especial. Pero estoy seguro que no eres una mala persona, hay más detrás de lo que dijo tú madre y yo quiero saberlo. ¡Nadie se suicidaría por capricho!

—No puedo salvar a nadie, solo puedo salvarme a mi mismo, y es justo lo que estoy haciendo —Dije, con una patética sonrisa apareciendo en mi rostro —. Pero… si puedo darte la posibilidad de salvarte a ti misma no es un mal resultado.

—Tú… solo estás siendo egoísta —Dijo, no podía distinguir si eran lágrimas lo que salía de sus ojos por la lluvia que caí sobre nosotros, pero estoy seguro que está llorando. Su voz lo confirma.

—¿Por qué quieres quitarte la vida? —dije, intentando comprender algo que se me escapaba de la razón, o más bien, algo que no debía tenerla en ese momento.

—Es porque yo… odio ser débil —Comentó, con una voz débil y nerviosa; dudaba de sus propias palabras. —¿Porque… te involucras conmigo? Nosotros… somos desconocidos; que me pase algo no debería ser de tu incumbencia.

—Ciertamente no tenemos un transfondo o una relación bien definida, pero… todos merecen segundas oportunidades, y tu rostro está gritando «ayúdame» y no «suéltame de una vez». —Su expresión cambió por completo, sintiéndose vulnerable; tenía el peso de una vida en mis manos y ella empezó a notarlo.

El ambiente se tensó, con una lluvia intensa que los seguía mojando a ambos.

—¡Mereces vivir, aún es muy temprano para rendirse!

—¡Yo soy la que decido eso! ¡Ya estoy harta, haga lo que haga, todo sale mal! —Gritó con más fuerza que yo con una desesperación muy notoria.

Sostuvé su mano con todas mis fuerzas, evitando que llegue el peor resultado posible. Incluso con sus palabras tan duras no afloje.

—¡No voy a soltarte, no planeo dejarte morir! —. Dije, apretando con toda la fuerza posible sus manos, sin pensar ni un solo segundo en soltarla.

Era de noche, el ambiente era oscuro y la intensa lluvia y nubes grises que rodeaban la ciudad solo hacía más evidente eso. Y considerando que la estaba sosteniendo en el aire, en la azotea de una escuela de 4 pisos, hacía más difícil la situación.

Aún así, me aferré con mis pies a las barrandillas, haciendo todo lo posible para evitar caerme. Naturalmente dolía, y mucho al tener que aferrarme con tantísima fuerza, pero no me importó. Por ahora mi prioridad era otra.

—¡Si tú mueres, yo también moriré, así que vive, vive por mí, y también por ti! ¡A partir de ahora, mi vida te pertenece, así que dame tú vida, permiteme involucrarme en ella! ¡Dame el permiso de intentar hacerte sonreír de corazón! —Grité, de modo que mis palabras se escuchasen más alto que la lluvia que nos azotaba.

Tal vez he estado viviendo para este momento; tal vez, y solo tal vez, es posible que mi valor como ser humano radique en este lugar y en este instante.

No quiero arrepentirme, y estoy seguro que no lo haré, así que… Dios, no soy un creyente digno, pero… si realmente existe un Dios, por favor: ¡ayúdame! Solo una vez en la vida pediré esto, así que… Dame la fuerza para esto.

—¿Por qué? ¿Por qué estás sufriendo por mí? No me conoces de nada; ofrecerte a morir por mí es demasiado, ¿cómo sé que no estás mintiendo?

—. Dijo, insegura, pero también con un tono culpable.

—Estoy muy asustado… no quiero morir, me pone muy nervioso esa idea. Quiero vivir una vida larga, quiero tener hijos, quiero ser una persona admirable, quiero poder ayudar a los demás y sobre todo… Quiero ser un héroe. ¡Así que déjame ser tú héroe! No debo involucrarme con extraños, pero decidí involucrarme contigo. Este es el resultado de mis acciones.

Se quedó callada, su voz parecía querer buscar las palabras apropiadas para lo que dije.

—Eres la persona más egoísta que he conocido —Finalmente pronunció, con un tono ligeramente esperanzador. Por primera vez, desde que comenzó esta situación, parecía estar dejando de sufrir tanto.

—Culpable de los cargos —Dije sonriendo como un tonto. No sé si sea por haber logrado eso, o por resignarme o morir, o porque estoy tomando de la mano a una chica por primera vez en años. Sea el motivo que sea, estoy un poco satisfecho.

Ah… esto es un problema. Mis manos están perdiendo la fuerza que estaba forzando a tener y mis pies comienzan a rendirse. No estoy seguro de cuanto tiempo llevo haciendo esto, pero la situación me estaba superando.

¿Entonces, esto es todo? ¿Hasta aquí llegó mi vida?

Lo siento papá, lo siento tío, lo siento abuela, lo siento abuelo y… lo siento Yoshida. No pude ser tú amigo porque yo fui el tonto obstinado.

No quiero morir, realmente no quiero hacerlo…

Almenos estoy un poco satisfecho. Si esta chica iba a morir igualmente, le devolví por un momento la sonrisa.

Si llego a renacer, volveré a hacer las cosas desde 0 y no gastaré años de mi vida persiguiendo algo que no me esforcé en ser. Seré lo que debería ser: un humano disfrutando de vivir.

—¡No tan rápido! —Escuché a una voz, con un dejo de alegría mientras sentía una presión sobre mis pies cuando finalmente iba a soltarlos.

—¿¡Tío?! —Dije muy sorprendido, pude reconocer su voz.

—Ya hiciste suficiente, héroe. ¡Deja que los adultos se encarguen! —Dijo con un tono orgulloso mientras empezaba a sentir como era arrastrado.

Su fuerza era excepcional. Tenía el peso de dos personas sobre sus manos y aún así no escuché una queja de su parte.

—¡Asami-san! —Le grité, ahora más motivado que nunca.

Ella pareció captar lo que quería decir, sosteniendo mis manos con todas sus fuerzas.

La impulsé hacia la barrandilla, soltandola por un momento. Confiaba en que podría hacerlo.

Y lo hizo.

Se sostuvo de la barrandilla por poco, pues sus manos apenas alcanzaron la parte más inferior.

—Wops, por poco —Diría Arata, quien rápidamente uso una de sus manos para sostener el brazo de Asami para subirla lo suficiente como para que ella se sostenga por si misma.

—¡Nomura-san! —Gritó preocupada tras pasarse al otro lado.

Sentí su fuerza y la de Arata sobre mis piernas al ser más fácilmente arrastrado.

Después de unos instantes, había pasado la barrandilla y estaba del lado seguro de esta. Ya no estaba sobre el aire.

—Ah… Ah… —Empecé a gemir adolorido. Mis pies y manos gritaban de dolor como nunca lo habían hecho.

Estaba recostado en el suelo, mientras la lluvia aún caía, aunque esta vez con menos fuerza que antes.

Parece que las nubes comienzan a despejarse mientras los pequeños rayos del sol comenzaban a estar sobre la ciudad.

—Admito que tú mensaje de quedar en las escaleras fue raro, pero al no encontrarte subí. Pensé que me jugabas una broma. Di en el blanco al hacerlo, después de todo dejaste tú teléfono y tú no estabas con él —Dijo Arata, suspirando también del cansancio.

—¿Usted quién es? —Dijo Asami. No puedo decir que expresión tenía al tener mi brazo sobre mi rostro intentando recuperarme. Pero sonaba más viva. Su voz tenía vida, aunque solo un poco.

—Ohh, que buena pregunta. Yo soy su tío, Arakawa Arata, todo un placer señorita —Cambió rápidamente su tono de voz a uno más educado. Es todo un descarado.

Despejé mi brazo de mi vista y esta comenzaba a iluminarse poco a poco.

La lluvia poco a poco fue cesando y todo el ambiente era más visible ahora a la vez que la agradable vista del sol empezaba a caer.

—Parece que alguien despertó —Dijo Arata después de soltar de la mano a Asami, con ella totalmente desconcertada por eso.

—Yo… lo siento —Dijo Asami con un tono culpable al verme.

Me vi por un momento y finalmente lo vi, mis pies sangraban un poco, me di cuenta al ver como los calcetines qué sobresalían tenían un color rojo.

Ahora lo recuerdo. Parece que usé demasiada fuerza. ¿Me habré rotó algún hueso? No lo sé. Pero la adrenalina que tenía me hizo ignorarlo.

—Ah… no te preocupes. Almenos podré tener una excusa para faltar a clases, ¿sabes? —Dije haciendo de menos sus preocupaciones tras sacarme la zapatilla.

—No, no, a eso no se refiere, Nomura —Comentó Arata.

—¿Entonces?

—Pregúntale tú mismo.

Tenía razón, no podía estar él dándome las respuestas siempre.

—Asami-san.

—La verdad… —Dijo sin verme del todo a la cara, me evadía —. Te agradezco por lo que hiciste. Si soy sincera… no quería morir.

—¿Entonces…? —Dije curioso, sabía que era así pero no sabía el motivo.

—Eso… es porque… —Le estaba costando mucho responder. Estaba dudando.

Pasaron varios segundos mientras intentaba seguir, parecía que el motivo era muy significativo para ella, lo suficiente como para no poder expresarse correctamente.

—Yo —Dijo Arata, mientras comenzaba a acariciar la cabeza de Asami.

—¿Q-Qué? —Dijo desconcertada, me da la impresión de que no sabía como responder a este tipo de cosas.

Arata al cabo de unos segundos dejó de molestarla.

—Asami-san… Sólo habla cuando estés lista, o si crees que soy digno de escuchar —Dije culpable.

—Yo… Gracias. Necesitaba escuchar eso. —Respondió conmovida. Parece que fue un alivio para ella escuchar eso de mi parte.

—Eso es, no tienes porque hablar ahora señorita, lo importante es que estas a salvo —Dijo Arata despreocupado para luego dirigir su mirada a mi.

—¿Qué pasa? —Dije algo tenso.

—Parece que no será necesario que esperes hasta graduarte, sobrino.

Me quedé confundido ante esas palabras. No entendía a que se refería.

—¿Qué quieres decir?

—Quiero decir que lo lograste, enhorabuena. Te convertiste en un héroe.

Me quedé completamente callado. Nunca lo dije expresamente, y, sin embargo, él lo sabía.

—Tío…

—No has salvado a esta señorita, te has salvado a ti mismo.

Lo miré perplejo antes ver a Saori, la cual al verla tenía su mirada puesta en mi, en mis ojos, los cuales comenzaban a lagrimear.

—Esto… no es así. Solo fui un egoísta, te equivocas —Intenté sonar mientras mi voz me traicionaba.

—El hecho de que no lo aceptes es la prueba que necesito —Dijo Arata antes de voltear a Saori —. Señorita, ¿no tienes nada que decirle?

Saori se quedó perpleja unos momentos antes de asentir y acercarse. Se puso a mi altura y comenzó a hablar con mucha suavidad.

—Yo… no sé si quiero vivir todavía, pero tampoco quiero morir —Sonaba arrepentida —. Pero te puedo prometer una cosa, Nomura-san.

La miré esperando su respuesta, con mis ojos llorosos al borde de explotar de la emoción.

—Puedo intentarlo —Sonaba un poco convencida. No puedo negar sus tonos inseguros o culpables, pero ya no estaba totalmente resignada.

Esto era lo que necesitaba.

Si toda mi vida fue para llegar hasta este momento, entonces ya no puedo quejarme de nada.

Si viví para llegar hasta aquí, entonces está bien.

Si a partir de ahora puedo volver a empezar y a hacer las cosas que quiero, lo que hice no fue un error.

Estoy feliz de haberme involucrado en la vida de alguien más.

Eso me permitió involucrarme en la mía.

Por primera vez en 17 años de vida, siento una felicidad genuina.

Estoy tan feliz.

No sé que me depara el futuro, pero si estas son las bases para el mismo, estoy más que agradecido de la vida que tuve.

—Gracias.

________________________

¡Y hasta aquí! Muchas gracias por haber leído hasta el final.

Es mi primer trabajo original sin depender de nada más, nacido únicamente de mi imaginación como escritor de esta plataforma.

Agradecería mucho el apoyo, me es un plus motivacional ENORME a la hora de escribir. También agradecería sus opiniones y sugerencias para correcciones o mejoras. Que sepan que tomaré TODO en cuenta.

Eso es todo, nos vemos en el siguiente capítulo si es que existe!

PD: Peak?

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS