Hay que confiar porque si no confias, no hay confianza

¿Por qué confiamos?

Dónde nació esa esperanza, esa seguridad, ese tirarse al vacío, que puede no ser tan vacío, por una persona que solo te dice “te amo”
Ya se que son actos de amor que hacen que uno vaya confiando, también (yo creo) que uno debe confiar en uno mismo para confiar en el otro. 
Ahora, qué pasa cuando uno se equivoca y se rompe ese cristal hermoso de la confianza? A partir de ahí desconfiamos de todo lo que se viene y de todo lo que alguna vez fue?
¿Cómo nos recuperamos de eso?

Yo no lo sé. Ahora estoy en un limbo de dejar que todo vaya fluyendo, fluyendo en pensamientos que hacen que no pueda ni tocarlo, porque tocarlo me hace recordar todo lo que pasó.
¿Entonces me alejo? Me alejo de su cuerpo, de su perfume, de sus herramientas debajo de la mesada de la cocina, de sus relojes perfectamente acomodados en un estante, de su máquina 3D y su fascinación por vender una pieza que orgullosamente va mostrando al mundo. Me alejo de nuestro parque fosforescente, me alejo de los domingos de series, me alejo de los matecitos en la cama, me alejo del “¿Que vamos a comer hoy?”.
¿Me alejo?

¿Ustedes que harían?

Cierren los ojos y recuerden porque confían en esa persona.
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Recuerden cada momento compartido.

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Esa sonrisa que te lleva a creer que vivís en una película con un final extremadamente feliz.

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Ahora piensen cuando les rompió el corazón.
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¿Qué pesa más, la felicidad o la angustia?