“El Panal”

El panal estaba allí y nadie se había dado cuenta de que estaba allí, en ese sitio. Pasaron días cuando la pequeña Ely, un domingo, había encontrado algo con que divertirse. Parecía por su forma, un péndulo de esos que utilizan los astrólogos, tarotistas, brujos y demás nombres (o etiquetas vale la idea de cada uno) para defenderse de una creencia de la cual se pierde, la creencia en uno mismo.

Ely lo observo, con detenimiento, durante unos minutos. Su color gris le despertó inquietud. De pronto se percató de que de aquel objeto salían y entraban “bichos” (como a ella le habían enseñado a nombrarlos) los cuales nunca había visto, ni siquiera escuchado, aunque en ese mismo momento, los oía zumbar. Jamás imagino que estos “bichos” podían hacerle un mal, ya que por provocación e insistencia en molestarlos, estos “bichos” hacían un bien.

La pequeña se acercó y desprevenida intento quitar este objeto gris, de la planta en cual estaba impregnado, con sus “bicho” raros. Nunca olvidó que ese panal no era un juguete, ni sus “bichos” eran, como llamarlos, amigos dulces para una tarde de domingo.

“Memoria y recuerdo”

Un palacio nunca se allá en el desierto mientras se encuentre cerca un oasis. Aquellas palabras fueron las últimas que me dijo mi padre. Él fue un hombre el cual todos le tenía respeto. Pero la realidad siempre nos marcó, con que nunca había hecho nada importante. Ahora verán,y quizás se preguntaran, ¿Por qué le tenían tanto respeto?EL hombre del que les hablo siempre mantenía sus posturas a flor de piel. Nunca se equivocaba, aunque no tuviera razón, es por ese motivo en el que converjo conmigo y puedo decir que, no importaba la razón, si no la voluntad de defenderla.

Este relato comienza por aquellos años donde yo era un infante. Vivíamos en una casa alejada de la ciudad. Mi padre se levantaba todo los días a las 6 pm para ir a su trabajo. En cambio yo,me despertaba a la misma hora, pero para ir a la escuela. Siempre fue un hecho (para mi) el no saber cómo romper el hielo con las personas, no conseguía tener un amigo, con el cual disfrutar los recreos.

Un día llegue sollozando de la escuela, mi padre con voz gruesa y contundente me dijo.- ¿Por qué lloras?-Me he peleado en la escuela, y me han lastimado el labio.-le conteste balbuceando y con miedo. -. ¿Por qué no te defendiste? Exclamo mi padre. Yo no sabía que contestarle, me quede atónito, pero le conté con lujos de detalles lo que había sucedido.

Cuando llego el lunes (un día lluvioso) mi padre se acercó a la escuela para poder conversar con los directivos, él quería saber porque me habían agredido. La directora condujo a mi Padre a una sala común, donde se citaban para hablar de temas referidos, a los alumnos y Padres.

Conversaron un largo rato, hasta el punto en el cual me llamaron a mí. Con lujos de detalles, conté lo que había sucedido en ese recreo. La directora me pregunto quienes habían sido los que me habían agredido. Pero yo no sabía que responder. Tal vez por temor a lo que dijera mi padre, o lo que dijera la directora, o solamente por entender, que, si delataba a esos compañeros, recibirá una paliza extra.

Delate a los muchachos que me habían dado la paliza. No tuve otra opción. Sin entender porque, mi padre puso una cara inquietante. La directora, se encogió de hombros y me dijo: Eso es imposible, esos muchachos no le hacen mal a nadie, tienen notas excelentes y tienen buen comportamiento, ¿Tienes alguna prueba de que fueron ellos? La directora no me creyó. El único que estuvo de mi lado y me hizo un guiño, fue mi Padre. Se levantó de la silla y no dijo nada, solo saludo a la directora y me dejo solo con ella.

Al llegar a casa, él estaba esperándome. –Ven un momento por favor.- me dijo con voz, suave y tranquila. – Yo te creo a ti, el cuento que dice tu directora de que los muchachos que te hicieron eso,” jamás lo harían”, no termino de tragármelo, pero te voy a decir algo: Por más que nadie crea en ti, y tengas todas las de perder, nunca pierdas la esperanza en un cosa… mi padre hizo un silencio, me miro fijo y volvió a decirme : “Cree siempre en ti, no dejes que tu propia alma te defraude, y cuando sientas que tienes todas las de perder, siemprepiensa en una cosa, la razón nunca se guarda en un palacio, la razón está afuera, y ese es el oasis por el cual debes ir a conseguir.

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