Sus venas están vacías,
su cuerpo aún tibio, yace húmedo en el lecho,
las sábanas están repletas de lo que llenaba su corazón.
Es aterrador, me estremezco,
pero incluso en la expiración,
su majestuosidad permanece.
Mirada perdida buscando el cielo,
no sé si lamentas o imploras,
no sé si temes o añoras.
Quiero saber dónde fue tu alma,
que ha dejado tu cuerpo
tendido en los páramos de mi memoria.
Te venero aunque hayas partido.
Inundo tu precioso rostro con mis lágrimas,
acaricio tus oídos con mi llanto.
Consuelo tu corazón esperando llenarlo de nuevo.
Tomo tus lánguidas manos,
deseo calentarlas.
Qué le has hecho a tu aliento,
que se te escapó la vida,
corro tras ella esperando alcanzarla, devolvértela.
Me hundo contigo,
me mojas un poco,
caigo en el sopor de tu olor.
Vuelo contigo,
encuentro tu mirada,
me oculto en ella.
Nos recostamos, me acaricias,
dormimos.
Despierto, te desvaneces en la penumbra.
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