Gitanos a los ojos de una niña

Gitanos a los ojos de una niña

Eran las 9 de la noche, yo estaba en pijama recostada en el sofá mediano que está en la sala, había acomodado dos cojines, uno rosado y otro blanco, para poder colocar mi cabeza y poder estirar mi cuerpo esperando que me pase el malestar que tenía, ya que por alguna extraña razón me sentía adolorida, como si hubiera salido el día anterior a bailar, así que pensé, tal vez sería por haber usado mis sandalias con plataforma, puesto que durante este tiempo de cuarentena permanezco en casa, entonces solo estoy usando mis babuchas planas de color fucsia con los detalles redonditos blancos que tiene alrededor, le comenté a mi mamá lo que sentía, según ella es como si estaría perdiendo la costumbre de usar zapatos altos y en parte tiene razón, ya es hace un mes solo uso mis babuchas, entonces ya se imaginarán a mis pobres botas y tacos que están allí guardados esperando a ser usados como antes.

Estaba recostaba revisando mi celular sosteniéndolo con mi mano derecha mientras deslizaba con mi dedo índice de la mano izquierda, estaba buscando algo interesante hasta que de la nada vino un recuerdo de mi niñez, si no me equivoco tenía 10 años más o menos, en esos años yo vivía en la casa de mis abuelitos con mi mama porque bueno, mis padres se habían divorciado porque ya no tenían esa confianza ni comunicación que es infaltable en una pareja, así que mi madre joven aun, decidió que eso sería lo mejor, es por ello que nos fuimos a casa de mis abuelos; para ingresar a su casa es un pasadizo que lleva a 4 casas incluida la de mis abuelitos, la primera es la de ellos, una puerta plomiza con su timbre al lado y un espacio pequeño para ver desde adentro hacia afuera, además de un techito con el objetivo de cubrir a las visitas o a ellos mismos cuando estén abriendo la puerta durante la época de lluvia, al costado esta una puerta más baja color marrón con vidrios rotos encima de la pared, tratando de proteger su hogar de personas que decidieron tomar el camino más fácil, de robar, ahí vive una familia de tres personas que por todas las circunstancias que pasaron decidieron cambiar de religión buscando un refugio o tal vez buscando sentirse parte de un grupo; luego viene otra puerta de madera gastada donde dejan a su perro fuera de la casa durante el día pero en la noche dejan su puerta abierta para su regreso, solo vive un hombre que hasta donde pude ver es educado y algo introvertido, perdió a su mama hace un par de años así que él se quedó en la casa acompañado de aquel amigo fiel que siempre regresa; finalmente esta la puerta verde, es una puerta más alta que lleva a una casa de 4 pisos, en su azotea están sus tres perros que cada vez que alguien ingresa al pasadizo comienzan a ladrar avisando que están viendo a personas extrañas o tal vez simplemente a los vecinos, no sabría decirles cuantas personas viven en esa casa porque creo que son dos familias, cuando yo vivía con mis abuelitos veía varias personas ingresar y salir de la casa, no es que yo los haya estado espiando mediante el huequito que tiene la puerta de mis abuelitos, es solo que cada vez que salíamos coincidíamos con los vecinos, ya que yo al ser pequeña tenía que acompañar a mi abuelita al mercado que quedaba a unas tres cuadras de la casa, salíamos todos los días a las 10 de la mañana para hacer las compras del almuerzo, mi abuelita tiene los ojos chinitos, el cabello corto porque no le gusta tenerlo largo ya que al ser así se desespera, siente mucho calor y no le gusta, es por ello que prefiere mantenerlo corto y aun así recogido con algún carmín que encontraba en su cómoda, ella misma se compraba sus cosas, cuando íbamos al mercado se ponía blusas sueltas y un pantalón con un par de zapatillas, antes de salir se ponía polvos en el rostro, se delineaba las cejas además de delinearse los labios para ponerse un poco de labial, cogía su monedero y su bolsa de compras para así salir de la casa; íbamos hablando en que cocinaría ese día, siempre era complicado porque no nos poníamos de acuerdo, creo que yo quería que cocinara algo simple, algo que no le dé tanto trabajo pero ella siempre cocinada de todo, la sazón de mi chinita es única, le pone un gustito a cada comida es imposible no reconocer que ella lo preparó. Al ingresar al mercado íbamos a los puestos y ella conocía, conoce tanto, que no dejaba de sorprenderme, si con decir que hasta el día de hoy, yo no se diferenciar entre rocoto y pimentón pero ella sí, veía el pollo, el pescado, los condimentos que necesitaría, cada ingrediente era importante para su comida tan exquisita, yo solo la veía admirada de como conocía todo sin haber estudiado gastronomía, sin seguir un recetario, creo que es como un talento innato para la cocina, hasta ahora creo que hubiera sido una gran chef aunque también cantante de música mexicana, porque si, canta muy bonito además que es una chinita hermosa. Al terminar las compras ella se paraba en un puesto donde vendían maquillaje que costaba desde 50 céntimos hasta 3 soles, ella veía y se compraba unos labiales más algunos delineadores de cejas, los tomaba y guardaba en la bolsa, yo solo la veía esperando que algún día pueda ser yo la que le compré lo que quisiera, agradecía por la atención y ya con todo lo que se había comprado para el almuerzo retomábamos el camino a casa hasta que se paraba en un puesto de plátanos, compraba los más bonitos, ella los compraba para mí, puesto que mientras ella cocinaba me daba en una taza trozos de plátano con leche. Estábamos a una cuadra de la casa, nos paramos en la esquina esperando que no hayan más autos para cruzar y es donde los vi, eran dos adultos y un niño, la mujer tenía una falda roja con naranja y un polo a la cintura, su cabello era largo con trenzas, el hombre tenía el cabello algo despeinado, vestía un pantalón suelto y un polo un poco descolorido, el niño de 6 años aproximadamente tenía un short celeste y un bibidi blanco, habían mochilas grandes al costado de ellos, ambos adultos estaban construyendo una carpa grande de color naranja, algo gastada, estaban acomodándose en una especie de parque, digo especie porque no era un parque, era un espacio mediano que separaba de las casas a la pista, sin embargo al parecer era un especio exacto para aquella familia; mi abuelita tomándome de la mano me dijo: crucemos. Estábamos a unos pasos hacia el pasadizo, ella iba sacando las llaves para abrir la puerta, mientras las buscaba le pregunte sobre aquellas personas, ella me respondió diciendo que eran gitanos; yo lo poco que conocía de ellos era que leían las manos o las cartas, ella me dijo que no solo eso, los gitanos son personas que no tienen un hogar definido, usualmente viajan a cualquier parte del mundo, yo me quedé sorprendida así que me parecieron personas interesantes, es más, al recordarlos tengo una sensación tal vez de que genial ¿no?, personas que estén viajando, llevan solo lo importante a todos lados, encuentran un lugar y deciden armar su carpa donde dormirán, comerán y vivirán temporalmente hasta que se cansen y ¿decidan viajar a otro lugar?. Hasta ahora no entiendo eso, pero cada vez que veía una carpa decía: oh, son gitanos, ¡qué bonito! .Actualmente ya no los veo, no veo aquellas carpas grandes donde siempre las asociaba con una familia de gitanos.

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