«No estoy sola» me repetía a mi misma mientras examinaba mi oscuro reflejo en el pequeño y rectangular espejo del cuarto de baño. ¿Pero a quién quería engañar? siempre lo había estado, o no, siempre había estado acompañada pero me había sentido sola.

«Ya no soy lo que era antes»

Me tumbé en la cama y miré al techo, sin pensar en nada y ahogando mis sentimientos en un silencio eterno. Me sentía como un animal malherido, que ni siquiera podía lamer sus heridas para intentar curarlas, solo podía esperar a que llegara su momento, el momento de irse.

En otras ocasiones, a mitad de un camino con tantos obstáculos, hubiera dejado que mi mente vagara por esas canciones que conseguían proporcionarme valor, esperanza y fuerza para no rendirme. Pero ahora esas sensaciones solo eran utópicas y formaban parte de un extensión de una persona que ya no vivía en mí. Ahora solo miraba la vida con esperanza para los demás, puesto que a mí, siempre me dejaría con el mismo sabor agridulce.

Estar encerrada entre cuatro paredes en la soledad de un hogar vacío no era incómodo, quizá fuera de los lugares en los que me sentía más segura, pero a la vez más desdichada.

Las personas viven, sienten, se caen, se levantan y siguen luchando, pero yo me había cansado de librar más batallas. La guerra me había dejado incapacitada, y ni siquiera me importaba el resultado, puesto que siempre acababa siendo el mismo.

No podía luchar más, no me quedaban armas, y yo no era como mis enemigos, yo no utilizaba artimañas; ni me quedaban mentiras en el tintero, ni sabía atacar por detrás.

Una vez me dijeron que cuando me mirara al espejo, pensara en todo lo bueno que poseía y todo lo malo que detestaba, y que potenciara solo lo positivo. Pues el momento había llegado, ya no reconocía a la persona que tenía en frente del espejo, ya no me gustaba nada de lo que ella podía transmitir, ni creía que mereciera la pena ni siquiera que alguien la mirara.

Y el dolor que sentía en mi pecho nunca se marchaba. Siempre estaba ahí, latente, buscando una excusa para volver a resurgir y arrasar con todo, como las llamas de un fuego que intentan consumir un bosque entero.

Y, por ahora, esas llamas lo están consumiendo todo a su paso.

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