Nunca volvió a ser la misma. La tristeza se le notaba en los ojos, el cuerpo y la voz…
La experiencia de haber perdido repentinamente a su hija la dejó escindida.
Andaba por la vida rota, vulnerable.
Si bien el tiempo, el amor de los suyos y su propia fortaleza le devolvieron las ganas de vivir, ella siente que en cualquier instante puede desmoronarse.
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