Sábado en la noche, la luna creciente parecía perseguir a los transeúntes que pasaban por aquella calle principal. Sobre una esquina, un poste de luz alumbraba una figura esbelta y algo fugaz que, en medio de la oscuridad, desapareció.

A unos diez metros aproximadamente se encontraban las puertas de un hotel; inaugurado ya hace treinta años, con una fachada algo vieja, pero todavía atractiva a los ojos de las personas que quieren darle reposo a su cuerpo. Adentro, tenía un estilo del siglo pasado conservando el término “contemporáneo”. Su nombre era “fantasy” y daba la impresión de ser un lugar donde podías estar semanas enteras sin ser molestado, en resumen un lugar tranquilo y agradable; además de espacioso.

Contaba entre sus instalaciones con: doscientas habitaciones; cien comunes, noventa y cinco especiales y cinco Premium.

En la mañana del mismo día, una mujer alta, hermosa, con tacones, un vestido azul marino, un bolso de cuero marrón, con un cuerpo bien moldeado y un sombrero celeste que le cubría del sol y resaltaba su hermoso cabello y ojos oscuros. Se contoneaba por todo el vestíbulo, dirigiéndose al mostrador; allí le pidió al recepcionista, en un tono dulce con arrogancia, una habitación Premium para tres noches. Del bolso marrón saco una cartera pequeña de cuero en la que se podía distinguir un sello familiar; saco el valor estipulado en billetes de mediana denominación y le pago al recepcionista. Firmo el registro con una hermosa caligrafía; “Helena De Pontafe” decía.

Tomo las llaves de la habitación ciento noventa y nueve y se dispuso a subir a su cuarto; avisándole al recepcionista que sus maletas llegaran en una hora, y no quería ser molestada.

Ella sube al quinto y último piso donde se ubican las habitaciones Premium; ingreso a la suya, coloco el no molestar en el picaporte y se dispone a descansar. Una hora más tarde llega su equipaje: dos maletas sencillas de viaje; esto sorprende mucho al encargado, pues para la vestimenta de la señorita esperaba mucho más, pero esto lo alivia al mismo tiempo.

En la tarde a punto de irse el sol para darle la bienvenida a la noche, entra en el hotel un hombre alto, de mediana edad, esbelto, de contextura amplia; se acerca al mostrador y le pide al recepcionista, en tono desagradable, una noche en habitación Premium. Sacando unos cuantos billetes arrugados de su bolsillo le pago el valor estipulado; tomo las llaves de la habitación ciento noventa y seis y firmo el registro como un tal “Max”, que parecía no ser su verdadero nombre. Al ver el registro algo lo hizo sonreír de manera grotesca.

Él no tenía prisa por llegar a su habitación; paseaba lentamente por los pasillos del hotel examinando y buscando algo que, a la vista de los demás era invisible. Así se tardó un buen tiempo en llegar hasta el quinto piso, al cual le dedico más tiempo que al resto; en su exhaustiva búsqueda de la nada, se paró en frente de una habitación que en el picaporte decía, “no molestar”. De el broto una sonrisa más grotesca que la anterior.

Helena esta acostada en la cama con un vestido de dormir negro, un poco sexy; pensando en que destino elegir pues al final de su estadía en el hotel y tenía que irse inmediatamente fuera de la ciudad o el país si era posible; Tenia muchos problemas y la solución más rápida era huir de ellos. En un momento de concentración alguien toco la puerta.

Asustada y un poco desconcertada recordando claramente que en su picaporte estaba el “no molestar”; además de haberle dicho al encargado que nadie la molestase. Pensó que a lo mejor era uno de los empleados del hotel para hacerle preguntas de rutina; acto seguido se levantó de la cama y abrió la puerta. Su sorpresa y horror fueron colosales al ver a un hombre enorme frente a ella; con su mirada fija como si solo fuera un trozo de carne y una sonrisa que le heló la sangre.

En altas horas de la noche; se le vio bajar a una persona por las escaleras, pasando por el vestíbulo y dirigiéndose a la puerta de salida, poniendo las llaves de la habitación ciento noventa y seis en el mostrador. Perdiéndose en las sombras era persona de figura esbelta se desvaneció para nunca más ser vista.

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