Explicación de mí porque

Creo que siento un profundo sentimiento discriminador y racista para con las personas que dentro de la raza humana son la raza de las agrupaciones sociales. Lugares con abundancia de inseguridades y temores, así también de gustos y sentimientos

Nunca me siento más conforme y satisfecho que en mi solitud, en esos momentos que te encuentras solo frente a algún objeto que hayas seleccionado a gusto y que ha tomado un cariño imaginario e increíble a ojos ajenos. Estos momentos no solo van acompañados de madera, sino también de un silencio profundo, sin llegar a ser lúgubre, ya que a pesar de no estar solo mis compañeros son inanimados, como si fuera un taxidermista con vestigios de esquizofrenia. No solo me veo en conjunto con estos objetos de corazón invisible sino también con unos sirvientes que enriquecen esas tardes y calman aquellas noches de enojo y decepción conmigo mismo. Retomando los objetos inanimados, he de decir que descubrí que un cadáver es mayor portador de vida que un objeto inanimado con una recepción de abundantes sentimientos. Estos cuerpos en su proceso de descomposición solo servían para trasmitir las vivencias a través de composiciones en vida, mini cadáveres revividos con electricidad y cables para cantar trabajos ya pasados. Dentro de este gusto por esta tarea repetitiva de encontrarse a uno en el día a día, hallo unos momentos, de mis favoritos si se me permite decirlo, que es la compañía de aquellos que he elegido, capaces de no interrumpir mi arduo trabajo, sino que son complementos absolutamente necesarios para lo que conlleva mi desgaste emocional y deterioro cognitivo. Esas personas, con vida propia, no son cualquier sujeto de prueba que me encuentro en las pocas expediciones que hago por las calles frías y mal iluminadas de Buenos Aires, aquellas personas fueron seleccionadas para una prueba secreta, donde el abogado, juez y verdugo era su mismo comunicador, dicha prueba de patas débiles a sentimientos positivos se encargaban de purgar dichos sujetos que no tengan una vocación a ser los raros o los mal vistos en las pequeñas grandes comunidades de las cuales estoy exiliado, esas personas que han pasado la prueba son las que hacen que mi deterioro pase a desacelerarse de una manera drástica y no hay mayor placer en mi solitud que compartir mis charlas con la muerte a esas personas y que la respuesta no sea una mirada de desagrado, sino una charla de la vida