Me provocas una escena.
La gente te pide alimento y tú les das migajas que recogen con alegría y yo, junto con el fastidio, lo hago también.
La palabra musa no es buena para explicar tu divina espontaneidad, pues a la vez que extasías aterrorizas con tu luz las cabezas de las personas.
Tu nombre es Pilar en el arte y brillas por tu ausencia Cierto es que podemos trabajar sin ti, pero eres como nuestra pareja todo es mejor cuando estás a nuestro lado.
Sin embargo, también eres veneno para el alma. Vienes por unos minutos y, como un viejo amigo de la infancia, te desapareces otros cien años en las calles de la imaginación. Y tienes la osadía, encima, de venir cuando más hemos sufrido.
Te vuelves invisible, te limitas a ser un aroma. No llamas, no contestas; lloramos creyendo que has muerto en nosotros. Nace el hastío por la vida, la necesidad de beber para ahogar penas nos revolcamos en nuestra angustia y nuestros pies se frotan sabiéndose solitarios Nos dan ganas de ir baño, pero no queremos ver la mancha de decepción impregnada en el espejo roto que todavía no botamos (o que no podemos botar)
Lloramos y, como en un cuento de hadas de mal gusto, apareces con tu sucia y añorante sonrisa de madrina.
¿Por qué eres así? Eres como la suerte, nunca estás cuando se te necesita, y tus apariciones se vuelven quimeras, como si tuvieran fecha de caducidad. Será porque eres ¿un mito? Los signos de interrogación encierran mi peor temor.
Se abre el telón Mis fosas nasales se abren Exhalo, boto las letras oxidadas que ya no me sirven, inhalo y… Nada
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