Era una tarde lluviosa. Las gotas de agua colgaban en las puntas de las hojas de las flores como diciendo: ¡Estoy viva! Los arboles con sus follajes y verdor se imponían en derredor de ese paraíso terrenal. La noche se acercaba y el viento mezclado con la lluvia tocaban mi ventana transparente deslizándose lentamente en medio de un cielo gris. Y allí estaba yo. Viendo la escena de la naturaleza. Parecia que todo este panorama se había puesto de acuerdo entre si para acompañarme en mi momento de angustia.

La nostalgia se iba formando, y el cuestionamiento y la tristeza no se hacían esperar. Mi mente daba vueltas y no encontraba las palabras necesarias para decirle como me sentía hasta que… explote en llanto y lagrimas incesantes.- Porque me siento tan solo-le dije. Cuando te manifestaras-le reclame. Dame una respuesta-le dije desesperadamente.

Parecia que mi vida se derrumba dentro de la terraza fría que divisaba el valle lleno de flores y rodeado de montañas. Mi alma estaba turbada. No sabia que hacer.

Habían pasado 6 meses de haberme alejado del huerto de amor y cariño. Y mi vida ya no podía mas en un lugar extranjero. Mis huesos no soportaban mas la penuria y mi corazón desfallecia por querer verte. Sabia que estabas allí aunque no lo notara.

Fue entonces donde vino a mi mente mi pasado donde estuviste conmigo. Los momento únicos que vivimos. La naturaleza me mostro tu perfeccion, me expresó con su silencio tu presencia indescriptible. Era como una amistad sin fin. Conoces mi corazón y sabes el porque de mi situación. A medida que recordaba todo eso tenuamente pero sin razón alguna, llego una paz a mi alma. Parecia como si alguien la hubiera introducido dentro de mi. Siempre has estado allí Jesus- le dije, secando mis lagrimas y dibujando una sonrisa en mi rostro.

Y fue asi que el dia acabo y comenzó un nuevo dia en mi ser.

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