incesante en el anhelo de encontrar un sentido, a los segundos que imparablemente pasan, a lo que mal he llamado mi vida. Me levanto y abro mis ojos, intento conectar mis sentidos con esta apabullante realidad y deprimente me encuentro ante la historia de mi vida.

es ridículo que nos, los seres humanos, peleamos, hacemos guerras, escribimos postulados sobre la libertad y en verdad lo que anhelamos es una rutina, un que hacer, una vida amarrada a reglas, a restricciones, a un libreto que te garantice de forma cuadriculada, como va a ser nuestra vida.

aceptémoslo,  no queremos la libertad, la odiamos, queremos una vida planeada por otros, que minimice el esfuerzo, no de soñar, si no de hacer los sueños, realidad. por eso rezamos y rogamos, no por libertad, si no por una rutina o por cambiar nuestra rutina por una menos exigente, que garantice mas placeres mundanos, pero que al final, no deje de ser rutina.

continuo mi «rutina», soy un desempleado en un mundo sin futuro, al cual solo admiro cuando duermo. Al sentarme en la degradada y contaminante silla plástica que adorna mi cuarto, observo por mi ventana, suspirando y envidiando las rutinas de las personas que pasan. Dios, cuanto anhelo una rutina, un que hacer, sentir que cumplo una función, que soy exprimido por la cultura capitalista, que le estoy vendiendo esos segundos de mi vida a alguien, que tenga una rutina valiosa, que de verdad tenga una razón para continuar en este plano existencial.

el tiempo sigue pasando, lo suficientemente lento como para sentir el sonido de su andar, anhelando que llegue la hora favorita de mi vida, en la que me duermo y me desconecte de este mundo. me dirijo a la calle buscare una banca en el parque para sentarme y esperar un conflicto que me de algo que pensar, algo que debatir, o al menos algo en que malgastar mi tiempo, pues me sobra.

mi cuerpo no perdona, mi estomago a través de un montón de señales biológicas, me indica que, !tengo hambre¡, ahora todo mi enteres se centra en buscar solucionar mi problema montaneo de hambre, como pesa la existencia, odio sentir; debo acudir instintivamente a mi sentido de supervivencia, llego a un restaurante, las personas con rutinas mas interesantes o al menos con rutinas, el sentido del hambre no los apura como a personas como yo que no tenemos nada mas que hacer, que somos poseedores de libertad y en este preciso momento, de mucha hambre. Reviso las mesas que me circundan, veo platos de comida a medio consumir, me acerco y lo capturo, como cazador a presa, devoro rápidamente el desecho pero suculento manjar y no pierdo tiempo para evadirme, del control de algún empleado cuya rutina constituya el apartar de este plano personas que no tengan rutina e incomoden a los demás. nosotros los dueños de la libertad, nos hemos alejado de los conceptos culturales rancios y hemos adoptados nuevas formas de vivir, solo comemos una sola vez al día, nuestro cuerpo y nuestro peso lo evidencian.

por fin he acabado el día, nada extraordinario hice, llego la noche, pronto mi cuerpo que ha sido programado para dormir ante la ausencia del sol me permitirá hacer lo que mas me gusta, dormir, si la muerte es eso, seria un lindo fin, lo preocupante es que a veces sueño y es aterrorizante, pues en esos sueños, ocurren cosas terribles, a veces hasta sueño que tengo una rutina, es el final por hoy e irónicamente deberé levantarme mañana a disfrutar mi libertad

 

 

 

Etiquetas: luisval

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS