Esparcimiento

Esparcimiento

Painicura

30/07/2019

En el espacio no se puede fumar. Fue lo primero que me dijo el equipo antes de enlistarme en la tripulación. “En el espacio no se puede fumar” me retumbo en la cabeza.

Realmente es algo increíble. Yo viajando con todos estas personas como un astronauta más, me parece algo inverosímil.

La nave partió a las 5 en punto de la madrugada. Todos enlistados con nuestros trajes espaciales fuimos subiendo uno a uno.Recordé cuando por primera vez, de niño escuché en la tele “Es un pequeño paso para el hombre pero un gran paso para la humanidad”. Sin embargo la frase murió dentro de mi conciencia cuando un compañero me dice que me apresure al subir. De reojo observo como él se despide de su familia, le dicen adiós entre lágrimas y pienso: Yo no tengo a nadie que me venga a despedir, por lo tanto no tengo a nadie que me espere. Perfectamente podría morir en el viaje y nadie lo notaria. Siento alivio y una exquisita sensación de vacío existencial que sería más tarde llenado por todo el espacio dentro de mí. Me siento radiante. Extremadamente feliz, pero intrusamente el humo irrumpe esa sensación y vuelvo a recordar: “En el espacio no se puede fumar”.

Empieza la cuenta regresiva −5-4-3−Observo que soy el más flaco y pequeño de todos, casi defectuoso −2-1− Despegamos. Mi corazón pegadizo a las cosas humanas en verdad nunca había latido. Nunca en mis 25 años hasta ahora. Sentí que mi ser entero cabía por el espacio, que yo era el espacio, que las estrellas formaban mi cuerpo y sentí en ese instante que yo era el hombre del espacio, aunque los demás dijesen lo contrario.

El viaje no duro más de una hora. Una hora en que atravesamos la atmósfera y salimos a la totalidad, a la inmensidad de la galaxia. Mientras ascendíamos sonaba una canción en la radio. Todos parecían normales, nadie emocionado como yo. Asumo que para ellos es una especie de rutina. Nadie tampoco reparaba en mí, hasta que un compañero me pega una palmadita en la espalda y me dice:

−Oye Mayor Tom, acuérdate que en el espacio no se pueden llevar agujas− Me dice por el aparato que posee en el traje. Acto seguido todos se ríen.

−Cierra la boca Mayor Tom que la baba nos va a inundar a todos−

Los oía en cámara lenta, como si ellos estuvieran en una constelación muy lejana a la mía, como si ellos fueran las hormigas que andan sobre la faz de la tierra y yo el gran oso hormiguero de Marte. No me importaba nada, yo el mayor Tom estaba en el espacio.

Con la emoción de estar flotando alrededor de la luna, de ir cercando la tierra, olvidé cual era la misión y mis compañeros entre nuevas risas y burlas me la recordaron. Era visitar el planeta marte. De pronto sentí los ojos húmedos y un nudo doliente en la garganta. Todos al ver mi expresión se seguían riendo, algunos se asustaron pero a mí no me importaba nada.

Hubiera muerto en ese instante, con la felicidad más grande del mundo y no sentía vergüenza quería gritarlo fuerte, que un drogadicto había llegado al espacio.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS