Escrito bajo un calden



Escrito bajo un caldén

Tanta arritmia de sol y de playas y vos sentada a la derecha de la ruta bajo un caldén, histriónica, fuera de sí, convertida en un pronombre de luna sin ser la luna y sin tener un cielo, ni un poco de nubes para parecer lluvia en un poco de agua y sal y espejos. No pudiste al pertenecer al dogma de los inventados espacios, de los pequeños arrullos del otoño. Vinieron primaveras fatales, tan atroces como el silencio en un funeral, como el olor del incienso sobre un cuerpo joven. Sin embargo, entre tantas playas el éxodo se busca en la esquina de la plaza, sobre el álamo donde a veces el búho se torna incognoscible, en la cucharita del té que quedó desde una tarde incumplida.

El tiempo pasa sólo para nosotros. Nos pertenece el inventario de charlas y el recuerdo apenas vivo de un mazo de cartas viejo que estaba guardado pero que ya no está, la pelota de fútbol azul y amarilla de Boca Jr’s y ese tinglado donde los goles los hacía El Mellizo y no un joven de veintisiete años que hoy escribe estas hojas.
Podemos seguir, hundidos en la cotidianidad de los días o ir a cruzar la estepa y cantar canciones de Irlanda en algún intento de castillo embrujado. Pero eso no es la vida, eso pertenece a los héroes o los creadores de grandes historias.
Nosotros estamos un poco en la arritmia de sol y en la playa y en la pelota que nos lleva un poco en la espiral del tiempo, a nuestro tiempo gastado.

2016

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