La vida es una montaña rusa, hay ocasiones en las cuales puedes sentir que la vida no puede ser mejor y, de un momento a otro, te muestra que no todo es tan bello. Hay muchos acontecimientos que te pueden doler y hacerte preguntarte: ¿Quién tiene la culpa? ¿Soy el problema? Estas son interrogantes que duelen cada vez que te las haces.
Estas preguntas me las he hecho en muchas ocasiones y sé lo difícil que es replantearse muchas cosas. Es complicado cuando quieres tanto a una persona y, de un momento a otro, ya no está, ya no existe. Lo peor es cuando eso pasa y no tienes idea del por qué.
Todo lo anterior lo digo para hablar de esas personas que llegan en diferentes momentos de tu vida, que pueden darte los mejores recuerdos y momentos, pero que, en un abrir y cerrar de ojos, se esfuman. Hablo de los amigos, esos seres que tienen la capacidad de construir un mundo maravilloso y luego destruirlo.
¿Cuántos no hemos tenido ese amigo o amiga que era súper importante en nuestra vida y que simplemente todo acabó? Tal vez se alejó sin que nosotros entendamos el por qué, y hasta hoy no sabemos la razón. Esto es peor cuando no es la primera vez que pasa y empiezas a preguntarte: ¿Soy el problema? ¿Es mi culpa? Y más cuando sientes que has dado lo mejor de ti.
Debo confesar que soy parte del grupo de personas que ha pasado por esto más de una vez, y sé lo que cuesta volver a confiar en una “amistad”. Incluso sé lo que es creer firmemente en que existen los mejores amigos, para que, precisamente, la persona que cumple ese rol en tu vida te demuestre que no es así, haciéndote pensar que ni siquiera existen los amigos.
La primera vez que pasa, piensas que es imposible que vuelva a suceder, pero, adivinen qué, pues que vuelve a pasar, y cada vez, en lugar de doler menos, duele más, ya que las heridas se van acumulando. Se podría pensar que se puede solucionar si aprendemos a soltar, pero les aseguro que es más fácil decirlo que hacerlo. Les voy a relatar un poco sobre cada una de esas veces.
La primera vez
Esta puede ser la más simple o la que más deja huella. En esta ocasión tomé la decisión de dejar de creer en los mentados “mejores amigos”, aquellos que prometen que será para siempre y con los cuales tenías miles de planes a futuro, un futuro que simplemente nunca llegó y que, al final, se quedó en el pasado. Es complicado cómo la distancia afecta, y más si esa persona encuentra otras amistades y simplemente se olvida de ti. Es como si nunca se hubieran conocido.
Es curioso ver cómo antes sabías cada cosa de su vida y él de la tuya. Hablaban casi todos los días, pero ahora, a lo mucho, se desean un feliz cumpleaños, sin saber qué es de su vida. Lo poco que sabes es por una red social, cuando publica algo. Es difícil ver cómo esa persona cambia contigo, como poco a poco deja de hablarte, hasta que lo que los unía se desaparece por completo y nada vuelve a ser igual.
La segunda y la tercera vez
Se puede decir que en esta ocasión me afectó más que la primera vez, ya que ocurrieron en el mismo año. Además, en esos momentos pensaba que aquello había quedado en el pasado y que nunca iba a volver a pasar.
Pero vamos a empezar con la segunda vez. En esta ocasión, todo pasó después de una discusión sobre un asunto que ni siquiera nos debió haber afectado. Todo ocurrió tras la discusión de dos compañeras de clase, y el hecho de que yo defendiera a una y ella a la otra provocó un caos. Ese día, al salir de clases, todo se derrumbó, ya que me habló como nunca, como si yo hubiera tenido la culpa del problema entre las otras compañeras. Un simple desacuerdo de criterio provocó eso.
Ese día, por primera vez, no dije lo que tenía que decir. Simplemente me lo guardé, lo cual, actualmente, creo que fue un gran error, ya que todavía me sigue afectando. Es como si eso que aquel día no dejé salir se hubiera quedado dentro de mí.
En ese momento pensé que yo estaba exagerando, pero todo cambió cuando la mejor amiga de ella, que sigue siendo mi amiga, me dijo que no entendía por qué me había hablado de esa manera. Otra amiga en común me dijo lo mismo, y ahí vi que simplemente no estaba exagerando. Todo pudiera haber cambiado si ella hubiera sido consciente y, por lo menos, me hubiera ofrecido una disculpa o hubiera hablado conmigo sobre lo sucedido, pero no pasó y nunca va a pasar. Lo peor es que ella actuaba como si nada hubiera sucedido.
Tiempo después aconteció la tercera vez, la más confusa hasta el momento. En esta ocasión, la persona cambió de un momento a otro. Realmente, hasta el día de hoy, sigo sin saber por qué. Éramos realmente unidas. Ella fue una de mis primeras “amigas” en aquel colegio. A ella le conté cosas que nadie sabía, era como mi confidente. La pasábamos realmente bien, e incluso con ella volví a creer un poco en los “mejores amigos”. Pero un día simplemente todo cambió y nada volvió a ser igual.
En su momento analicé lo que estaba sucediendo y me di cuenta de que ambos sucesos pudieron haber pasado por acción de otra persona, la cual, desde que se metió en nuestro grupo de amigas, buscó cada segundo cómo separarnos, y lo logró. Pero, curiosamente, la más afectada fui, una vez más, yo.
Han pasado varios años desde la primera, segunda y tercera vez. Todavía me duele ver cómo esas personas que quise tanto y a quienes dediqué tanto tiempo simplemente ya no son parte de mi vida. Son capítulos de mi historia que, a veces, me encantaría eliminar, como si fueran un mal episodio de una novela, el cual puedes borrar y listo. Pero la vida no funciona así. Te toca aprender a vivir con eso.
En la actualidad tengo varias amistades, pero, si soy sincera, me ha costado confiar de nuevo. Han pasado cosas que me han vuelto a conducir a desconfiar de ellas, ya que ver que una persona cambia de repente no es fácil. Es difícil de asimilar.
Pero cabe recalcar que actualmente creo que las verdaderas amistades sí existen. Solo falta encontrar a esa persona, y tal vez te parezca curioso si te digo que precisamente esa persona ha pasado por lo mismo, más de una vez.
Con ella me di cuenta de que no soy la única que ha pasado por esto y que realmente somos las menos culpables de la forma extraña de actuar de las demás personas. Sinceramente, me da miedo perder su amistad. Con ella realmente soy yo. Somos tan diferentes, pero al mismo tiempo tan parecidas. Me ha hecho creer que la amistad sí existe, e incluso en los mejores amigos. Y precisamente eso es lo que me da miedo: cada vez que siento eso, todo se destruye.
Espero que, en esta ocasión, todo sea diferente y que la vida nos permita a ambas tener una amistad bonita y duradera. Que ese círculo vicioso, como suelo llamarlo, se acabe de una vez por todas. Quiero dejar claro que, aparte de ella, también tengo otros amigos y amigas que me han ayudado a dejar esos episodios de mi vida atrás y ver hacia el futuro.
Realmente no sé si habrá una cuarta vez. Es una incertidumbre que siempre está presente, pero, por ahora, voy a disfrutar el presente y las amistades bonitas que tengo.
OPINIONES Y COMENTARIOS