En tercera persona porque esto aún duele… aquí va
Parte 1:
La universidad se convirtió en un escenario lleno de posibilidades y desafíos. Ella disfrutaba de su independencia, de poder explorar nuevas amistades y vivir experiencias que antes solo había soñado. Sin embargo, ese alguien especial, con quien había compartido tantas risas y momentos complicados, siempre estaba presente en su mente.
Al principio, todo era diversión: sus encuentros eran espontáneos, llenos de risas y complicidad. Se entendían a la perfección y, a pesar de que no querían ponerle una etiqueta a su relación, la conexión era innegable. Cada vez que se veían, la chispa se encendía, pero el compromiso se mantenía al margen.
Con el tiempo, sin embargo, las cosas empezaron a cambiar. Ambos comenzaron a conocer a otras personas, y aunque la atracción era fuerte, las distracciones se volvieron más frecuentes. A veces, se preguntaba si el distanciamiento era una forma de protegerse, de no arriesgar lo que tenían, que era especial a su manera.
Un día, mientras caminaban juntos después de clase, ella sintió un nudo en el estómago al darse cuenta de que él había estado hablando con otra chica, y la química entre ellos parecía innegable. Al mismo tiempo, él notó que ella había estado saliendo con un compañero de clase, preguntó pero no obtuvo una respuets especifica y tan real… Aunque la situación les dolía, ninguno de los dos se atrevía a dar el paso que podría cambiarlo todo.
Ambos se seguían buscando en los momentos más vulnerables, buscando la intimidad que solo ellos compartían. Esa mezcla de deseo y miedo a profundizar era como un juego delicado; se apoyaban mutuamente en sus problemas, pero el aire estaba lleno de tensión no resuelta.
Con cada encuentro, la pregunta se hacía más fuerte: ¿qué pasaría si un día decidían formalizarlo? Ella sabía que, al hacerlo, se arriesgarían a perder la libertad que tanto valoraban. Pero la duda seguía creciendo: ¿era realmente miedo a enamorarse o simplemente una forma de escapar de una conexión que podría ser más profunda y transformadora de lo que se atrevían a imaginar?
Un día, después de una noche de risas y confesiones, ella se detuvo, mirándolo a los ojos y preguntándole: «¿Qué somos realmente?» Él, visiblemente sorprendido, se quedó en silencio. Esa pregunta, en su simplicidad, tenía el poder de cambiar todo.
Ambos sabían que estaban en una encrucijada, y las decisiones que tomaran en ese momento podrían definir su futuro, no solo como pareja, sino también como individuos……
Parte 2.
La pregunta flotó en el aire, cargada de emoción y tensión. Él tomó un profundo respiro, sintiendo el peso de su propia indecisión. Finalmente, rompió el silencio.
«Creo que hemos estado evitando esta conversación porque tenemos miedo,» dijo. «Miedo de lo que podríamos perder o de lo que podríamos ganar.»
Ella asintió, sintiéndose aliviada de que él también reconociera el dilema. «Sí, hemos creado algo especial, pero parece que estamos caminando sobre un hilo. Tal vez, si seguimos así, acabaremos perdiéndonos el uno al otro.»
En ese momento, ambos se dieron cuenta de que habían estado más enfocados en mantener la chispa que en explorar lo que realmente significaba estar juntos. La libertad que valoraban estaba empezando a convertirse en una jaula, y eso era lo que más les asustaba.
Después de una larga conversación, decidieron que era hora de hacer una pausa. No para terminar, sino para reflexionar sobre sus sentimientos y lo que querían de la relación. Acordaron tomarse un tiempo separados, sin rencores, permitiéndose explorar sus propios caminos y las posibilidades que la vida universitaria les ofrecía.
Durante ese tiempo, ambos se dieron cuenta de que la conexión que compartían era única y valiosa. Mientras exploraban nuevas amistades, se dieron cuenta de que nada se comparaba con la comprensión y la intimidad que habían construido juntos.
Al cabo de unos meses, se encontraron de nuevo en un café, esta vez con menos incertidumbre. Habían tenido la oportunidad de crecer individualmente, pero la atracción entre ellos seguía viva.
«Me he dado cuenta de que no quiero perder lo que tenemos,» dijo ella, mirándolo a los ojos. «Quiero explorar esto, pero con la certeza de que estamos eligiendo estar juntos.»
Él sonrió, sintiéndose aliviado. «Yo también. Estoy listo para dar ese paso, pero solo si ambos estamos de acuerdo. No quiero que esto se sienta como una obligación, sino como una elección.»
Decidieron formalizar su relación, pero con un compromiso renovado: ser abiertos y honestos sobre sus sentimientos y mantener la comunicación. Se prometieron disfrutar de su tiempo juntos sin perder su individualidad, y así, transformaron su conexión en algo más profundo y significativo.
A partir de ese día, comenzaron un nuevo capítulo, construyendo su relación sobre la base de la confianza y el entendimiento mutuo. Con el tiempo, aprendieron a equilibrar la libertad con el compromiso, convirtiendo su amor en una aventura que los unía, en lugar de atarlos. Y así, cada día se volvió una oportunidad para crecer, tanto juntos como individualmente.
Hubiese dido esxcelente este final verdad? no fue así ….
Parte 3
Al llegar a ese café, la atmósfera se sentía diferente, más densa y llena de expectativas. Se miraron por un instante, sabiendo que esta conversación podría cambiarlo todo.
“Lo hemos intentado de muchas maneras,” empezó ella, con una mezcla de nerviosismo y determinación. “Pero siento que estamos atrapados en un ciclo. Nos queremos, pero también nos estamos haciendo daño. No sé si podemos seguir así.”
Él asintió, sintiendo que las palabras que ella pronunciaba resonaban en su propio corazón. “Lo sé. Hemos disfrutado de lo que tenemos, pero también hemos creado un espacio en el que ambos nos sentimos inseguros. Tal vez lo mejor sea dejarlo ir antes de que se convierta en algo tóxico.”
Las lágrimas comenzaron a brotar en los ojos de ella. “Me duele, porque de verdad significas mucho para mí. Pero creo que hemos estado usando nuestra conexión como una forma de evitar lo que realmente sentimos. Quizá el miedo a lo que podría ser nos ha mantenido alejados.”
“Exacto,” respondió él. “Y aunque no quiero perderte por completo, creo que necesitamos tiempo para encontrarnos a nosotros mismos. Para darnos la oportunidad de ser libres, sin presiones ni expectativas.”
Ambos sabían que si continuaban, podrían lastimarse aún más. Así que, con tristeza pero también con un sentido de alivio, decidieron que lo mejor era terminar. Pero esta vez, no sería un final lleno de resentimientos o rencores, sino una despedida basada en la gratitud.
Se abrazaron con fuerza, sintiendo la conexión que había sido real y significativa. Prometieron ser siempre parte de la vida del otro, aunque de una manera diferente. Con un nudo en la garganta, se despidieron en ese café, sabiendo que, a pesar de la tristeza, cada uno estaba tomando un paso hacia su propio crecimiento personal.
Mientras se alejaban, cada uno sintió una mezcla de tristeza y esperanza. Sabían que el amor que compartieron siempre sería un capítulo especial en sus vidas, pero ahora era el momento de escribir nuevas historias, solos, aprendiendo a ser felices sin depender del otro.
Así, la historia terminó, no con un adiós desgarrador, sino con la promesa de un futuro donde cada uno podría encontrar su camino, honrando lo que habían vivido juntos, pero también abriendo la puerta a nuevas posibilidades.
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