Entre dos era la agonía de las ganas.
Que mientras nos desató el cuerpo nos sumió a la cama.
Fue una bruma de éxtasis el que nos arrebató desprevenidos,
y que uniéndonos nos lanzó al vacío.
Fue un sueño que se encarnó en mi piel, en mis llamas.
Fue la dulzura de tu voz que me susurró el amor entre sábanas.
Que terrible confusión cuándo la cabeza entra en coma,
la vida se vuelve instinto y los miedos ni se tocan.
Fue una colisión entre tus planetas y los míos.
Fue una emoción, una verdad, un juego,
Un cataclismo.
Temblaban los frutos de una fantasía añeja.
Temblaban las mañas, las dudas. Las certezas.
Vibraba el sol, mientras abrazaba sus rayos el viento.
Y entre un cielo azul y despejado, nosotros viajabamos al firmamento.
Te miraba con los ojos de un león hambriento.
Me rozabas el alma, me tocabas un sentimiento.
Lloraba la Luna emocionada por momentos.
Temían las estrellas por ser opacadas con nuestro velo.
Es que era entre dos el brillo que se proponía.
Habíamos demorado, pero ahora a nosotros pertenecía.
Una vez más ya era otro día.
Una vez más las ganas se quedaban y tremian.
Era el lenguaje primitivo de dos cuerpos,
que despejados de contextos se hallaban contentos.
Érase una vez una historia como la mayoría.
Donde no entraba lo sombrío y la pasión era con prisa.
Érase una vez más un cuento de fuego entre dos cuerpos.
Érase una vez una historia de la que todxs somos parte o de la que alguna vez lo seremos.
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