Ensayos sueltos

Ensayos sueltos

Daniel Lemus

09/03/2018

Daniel Lemus

Plumas de pato

— ¿Cuánto me cobra por lavar las plumas de mi pato?

Un hombre “A” busca contratar a un hombre “B” para un trabajo peculiar. El primero le pide al segundo que sea capaz de lavar las plumas de su ave, un exótico pato Mandarín macho de radiante y colorido plumaje. El dueño del ave confía en los saberes del otro y lanzó sobre la mesa aquella pregunta inicial.

Pero, ¿cuál es el precio justo por lavarle las plumas a un pato? ¿Cómo sabe el hombre “B” cuánto cobrar? Hasta este momento podemos observar el esquema básico de la economía: la oferta y la demanda. Pero hay numerosos detalles que el hombre “B” debe considerar en esta transacción.

Quizás lo más complejo de comprender, debido al contexto occidental, es la idea de que todo valor es subjetivo. Es verdad que, debido al mercado, ciertas cosas han concretado un valor más o menos estable o un precio “estático”, pero al final estos precios son tan variables debido a situaciones de la oferta y la demanda global, tan complejas como el mismo ser humano. Debido a este valor subjetivo, quizás el hombre “A” sea capaz de pagar una gran suma de dinero o puede que deje al pato sucio, porque quizás el valor del pato puede ser reemplazable.

Lo que se demanda no es un producto si no un servicio. Esto se puede definir como una acción o un acto intangible. Como es intangible, las formas de medir tal subjetividad son escasas y aún más subjetivas. Si bien, las plumas son un objeto tangible, estas no muestran el valor del trabajo real, ya que es sólo una fracción del trabajo total.

Si el placer es una sensación que trasciende más allá de lo corpóreo, entonces las prostitutas cobran por el servicio de prestar sus cuerpos y someterlos a la acción, al trabajo del placer. Establecen así una relación entre su fuerza vital y la acción, por lo que ocurre una transformación de la fuerza vital a un valor económico. Pero, ¿Qué pasaría si un cliente solicitara a la prostituta que le hiciera sentir placer sólo con la mirada? La prostituta a través de la repetición de su trabajo, ha logrado establecer un precio estimado en relación con su fuerza vital, su cuerpo y la acción. Pedirle que produzca dicha sensación de placer de tal manera obliga a la prostituta a visualizar, concebir y conceptualizar su cuerpo y su trabajo desde una perspectiva distinta.

Quizás el hombre “B” tenga que actuar un poco como la prostituta: rentar su fuerza vital para lavar las plumas del pato y establecer un precio por su vitalidad invertida que sea proporcional al tiempo y al esfuerzo que le tome dicho trabajo. Sería fácil para él que, así como existe la fórmula: distancia es igual a tiempo por velocidad, existiera una fórmula que le dijese: precio es igual a esfuerzo por tiempo invertido, y la cantidad exacta brotase de esa fórmula matemática.

Quizás la pregunta está mal planteada, quizás el enfoque no es el correcto, o quizás la pregunta que se intenta responder no es la importante. En ocasiones, la pregunta que intentamos responder no es la pregunta real a nuestra angustia, tal vez sea sólo una distracción para no encarar lo realmente importante. Quizás la pregunta realmente importante aquí sea ¿Por qué alguien lavaría las plumas al pato?

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