Encendí una fogata

Encendí una fogata

Ana Aguirre

19/08/2018

Encendí una fogata. En mi alma. Pude sentir un reconfortante calor atravesando mis venas, un calor que no había sentido por mucho tiempo. Había vivido por meses congelada. Había vivido por meses dormida. Y es que en realidad, durante todo ese tiempo yo no había vivido. El imaginarme un futuro nítido y próspero me resonaba como un chiste que había leído en alguna revista. Moría de frío. Mi ser estaba dormido.

Encendí una fogata. Las chispas comenzaron a volar, cada una libre y con un sentido. Toda mi vida se empezó a llenar de sentidos. Y yo, explotaba de ganas de vivir. Ansiaba el poder manifestar mis sentidos: el poder ver, tocar, escuchar, oler, saborear. Comenzar a experimentar. Y sí, yo realmente explotaba de ganas de vivir.

A pesar de las gotas de lluvia que podían caer, la fogata era vulnerable a reducir su volumen, pero estaba por seguro que no se apagaría. Ya no iba a apagarse jamás. Cuando volvía a crecer, era una fogata diferente, más fuerte e intensa. Era la resiliencia en su máxima expresión.

Mi vida comenzaba a ocupar un lugares que jamás creí que iba a poder ocupar. Comenzaba a vivir experiencias que jamás creía vivir. En un principio no entendía cómo es que podía haber estado tanto tiempo helada, sin haber encendido ni un pequeño papel para reconfortar mi cuerpo. Posteriormente comprendí aquella enseñanza de vida que alguna vez oí: todo lo que transitamos en esta tierra tiene un sentido, tiene un porqué. Y es que, el haber estado congelada por tanto tiempo escondió en algún lado de mi ser infinitas ganas de vivir y de explorar. Me dio la oportunidad de comenzar a transitar por un increíble camino de autoconocimiento. Me dio la oportunidad de comenzar a priorizar el reajuste de mis objetivos de vida y de los lugares en los que se focalizaba mi atención. El amor propio llenó todos mis espacios vacíos.Tanto me amé… y tanto me amo. Todo se me redució al entender que yo, era y soy merecedora de vivir y de disfrutar.

Sabía que ya no era la misma de antes. Venturosamente mi ser se había transformado de una forma que jamás hubiese imaginado. Y es que había encendido una fogata, en mi alma.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS