¿Has estado enamorado? Me imagino que sí, es decir, ¿quién en este mundo lleno de humanos, nunca se ha enamorado? La cosa es que no todos lo admiten.
Por ejemplo, yo tardé muchos años en aceptar que me enamoré del insufrible patán de segundo año en la preparatoria, pero lo admito, una adolescente, aún con toda la cordura y madurez que me cargaba a los 16 años, con todo y todo, me enamoré de la persona equivocada.
Esta etapa en donde nos cegamos por completo y nos aventuramos al porvenir sin pensar realmente en las consecuencias, es la que, con todo respeto, nos da en la madre. Actuamos irracionalmente, decimos y hacemos con tal de satisfacer a la otra persona, me refiero a verlo feliz. Narrado así, suena a alguien que no puede depender de sí mismo, no hay que malinterpretar el enamorarse de la persona equivocada, puesto que el enamoramiento es y siempre será lo previo al amor.
Sí, es el cuento de hadas que siempre te contaron, donde idealizas a la persona conforme tus convicciones e ideales, e incluso es la sensación de mariposas en el estómago y sudor en las manos. Y con la persona correcta, es sencillamente el paraíso.
Discutiendo con un profesor especializado en la escritura y origen de las lenguas romances, como el español, el latín, el griego y otras más, me di cuenta de que todo lo que decimos, tiene además de una raíz etimológica, un significado oculto. Por ejemplo, cuando utilizamos la palabra popular «apapachar», nos estamos refiriendo a un cariño en muestra de afecto, y si revisamos el origen desde el nahualt, el significado que recibe es todavía más poético, de esos llegadores: «Abrazar o acariciar con el alma». Y entonces de una simple muestra de afecto, pasó a tener un peso espiritual y afectivo.
Comprendiendo esta parte importantísima del lenguaje, me intrigó cómo es que en ciertas palabras que simbolizan de manera tangible una relación de personas, pueden coincidir en el número de integrantes de dicha relación; Enamorados, casados, divorciados, separados… Todas son palabras que simbolizan una relación personal y al mismo tiempo terminan con la palabra «dos».
Teniendo en cuenta que cuando hablamos de parejas, siempre nos referimos a dos individuos, esto llega a cobrar muchísimo más sentido. Estas relaciones están hechas para ser exclusivamente de dos personas, las que se desenvuelven, sin importar las circunstancias, siempre será asunto de dos.
¿Te imaginas a un tercero en tu relación de enamorados?
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