El tenía veintitrés, ella
dieciséis contaba en su haber de primaveras.
El era un compendio de insólitas quimeras
ella, flor naciente temerosa de crecer
El llegó como lluvia deseada
para dar de beber a sus raíces
se hizo cargo de sus muchas cicatrices
una a una las trocó por ilusión…
la enamoró
le dio su aliento
robó sus besos
… y se alejó;
allí,
sola,
en un rellano sin luz de la escalera
la dejó con la esperanza
de un regreso no lejano
… y en la espera del regreso encaneció
en su lugar,
poco más de cinco lineas
que en lágrimas diluyó
sobre el lienzo de sus sueños
dibujaron un adiós.
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