Era una tarde de invierno, salí de casa para dar un paseo y despejar mi mente, hasta el momento mi día había sido estresante y agotador, llevaba caminando sin rumbo alguno aproximadamente treinta minutos, había olvidado el móvil en casa y los relojes nunca me habían gustado así que no tenía manera alguna de saber la hora, mientras caminaba me preguntaba en mi mente:

– ¿Como lo lograste? -era una pregunta que me hacía constantemente.

Sin darme cuenta había llegado al parque del pueblo en el que vivía, era un pueblo pequeño no era la gran cosa, e incluso diria que era algo feo, pero tenía algo que hacía que te quisieras quedar en el, talvez eran sus montañas, paisajes o su tranquilidad, el día oscuro era acompañado de un cielo grisáceo y suaves lluvias intermitentes.

Me senté en una silla bajo la sombra de un gran y viejo árbol que sobresalía sobre los demás por sus abundantes ramas y altura imponente. En ese momento estaba sumergido en el mar de mis pensamientos tratando de entender una vez más si mi vida era un sueño o estaba en un coma y todo era falso, mi mirada clavada en el naranja color del suelo que conformaban los ladrillos de arcilla en todo el parque, mientras trataba de buscar una respuesta a mis preguntas escuche una voz que me hizo salir del mar de pensamientos y levantar la mirada.

Era una chica, para ser sincero me perdí por un instante en sus verdes ojos, ella me preguntó:

-¿Me podrías dar la hora? -metí mi mano en el bolsillo de la chaqueta que llevaba puesta para sacar el móvil y recordé que no lo llevaba conmigo, solo levanté mis hombros y sonreí diciendo:

-Lo siento olvide el móvil en casa. -ella sonrió como si lo supiera.

Se sentó a mi lado, diciéndome:

-Espero no te moleste. -seguido de una pequeña risilla juguetona.

Solo levanté mis manos y respondí:

-No te preocupes por eso. -Ella me preguntó: -¿Aún la amas? -Su pregunta me tomo por sorpresa, pero no dude en responder:

-Aún la amo. -Giro su cuello para observar me y reírse.

Aquella chica que estaba conmigo en aquel parque no era mi amante, aunque perfectamente podría serlo, mire al cielo y solte una risa mientras decía:

-Siempre lo haces. -ella golpeó ligeramente mi espalda y me dijo:

-Se cuánto ella te ama. -sabia el por que ella estaba conmigo en ese lugar.

Y el por que era…

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