Elegía a mi veneración

Elegía a mi veneración

Nazareth Alejos

26/02/2019

Elegía a mi veneración

Ha muerto mi Dios, Parece que ha desaparecido

Las calles llenas de infortunio y hambre

Me relatan que ya no está vivo

En remotos lugares de mi memoria

Parece que lo he comido

Tal vez como pan,

Como maíz,

Como sal,

Quizás como vino.

Tenerlo en tiempos remotos,

Antes, siquiera de poder escribirlo

Me dio el arte,

El sueño,

El amor,

Y hasta un centenar de destinos.

Hoy ya no le veo en mis caminos,

Ni los del pan, ni los del vino,

Ya no es ni el padre cielo,

Ni el sol,

Ni el agua,

Ni siquiera el divino cauce del río.

Se olvidó del Barro,

Del maíz,

Del alma y del aliento,

Aunque es posible que antes fuésemos nosotros

Quienes lo diéramos por muerto.

Mi tierra es ahora un lodazal

Llena de la sangre de los muertos

Donde ya no hay miedo,

Ni hay anhelo,

Solo un oscuro y fatal desencuentro.

Esperamos entre colas

A nuestro amado Dios divino,

Rezando a otras deidades

Que éste aun esté vivo.

Cual rito ancestral,

Cual danza milenaria

Además de la providencia

Muero yo y cada parte de mi alma.

Cada noche, en cada cielo

En mis lágrimas reaparezco

Con un abatido lamento

Solo para darme cuenta

Que volvemos al inicio de los tiempos.

¿He sido yo quién lo mató?

Creo que es eso lo que más lamento

Ni la orquídea, ni el turpial

Cantan alegres ya mis versos.

Todos le lloramos,

Solo que cada quién, desde un sepulcral silencio

Y aunque llueva mil años

Ya no vuelve a germinar

Nunca más en su celestial aspecto.

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