Serpentea la fila eterna de manos

en cada palma, craneos huecos

sobre tres columnas llevan 

lámparas colgantes en sus bocas

y esa luz ilumina la fuente

que no es fuente, sino vacío,

pozo sin lumbre, precipicio.

En su final tendrá un espejo,

velado, viejo 

Con matices de blanco y celeste.

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