El viento y la piedra: espiritualidad natural y la memoria ancestral de Carlos Cabrera
                                                                                                                                         Por:
                                                                                                                Tarrillo Portilla Josías Jacob
                                                                                                                Terrones Aguilar Renato 
                                                                                                               Ruiz Villacorta Emerson Aldair

 El viento y la piedra, escrita por el poeta cajamarquino Carlos Ernesto Cabrera Miranda y publicada en México por Editorial Praxis en 2018 tras obtener el Premio Internacional de Poesía Praxis 2017. Este texto pertenece al género lírico y se caracteriza por una profunda reflexión sobre la identidad y la relación del ser humano con la naturaleza. El viento y la piedra se sitúa en un paisaje andino simbólico, donde elementos como la piedra, el viento y la tierra expresan la memoria, la espiritualidad y la tradición. En este entorno, la voz poética une lo ancestral con lo cotidiano, mostrando cómo la naturaleza y la cultura andina influyen en la manera de comprender el mundo y el paso del tiempo. Desde una perspectiva crítica, se sostiene que El viento y la piedra busca resaltar la espiritualidad natural y la memoria ancestral como claves para comprender la identidad humana. A través de los símbolos del viento y la piedra, se muestra cómo la conexión con la naturaleza y la memoria ancestral permite conservar la identidad interior frente a los cambios y tensiones del entorno. El presente texto tiene como propósito mostrar que la obra resalta la fragilidad del ser humano y la permanencia de la memoria, destacando cómo las experiencias y los recuerdos dan sentido a nuestra existencia frente al paso inevitable del tiempo.

Uno de los temas presentes en el libro es la tensión entre lo efímero y lo perdurable, representada simbólicamente por el viento y la piedra. El viento simboliza el olvido, el paso del tiempo y la fragilidad de la existencia, pues borra nombres y recuerdos como si fueran polvo. En contraste, la piedra encarna la memoria, la permanencia y la resistencia frente al desgaste del tiempo. A través de esta oposición, el autor muestra cómo la identidad humana se construye entre lo que se desvanece y lo que permanece. El hecho de “aprendemos a llamarnos” sugiere que el reconocimiento personal y colectivo surge de esa lucha constante entre memoria y olvido. La piedra conserva lo que el viento intenta borrar, dando lugar a un diálogo simbólico sobre la importancia de recordar. Esta dualidad permite reflexionar sobre la fragilidad de la vida y la búsqueda de trascendencia. Así, el texto revela que la identidad es un latido que se mantiene vivo entre lo pasajero y lo eterno. En última instancia, el ser humano se define entre lo que se recuerda y lo que se pierde:

“El viento borra nombres de las casas;
la piedra los guarda como un latido duro.
Entre ambos, aprendemos a llamarnos”.
(Cabrera Miranda, p.22).

Este fragmento plantea que la identidad humana se construye en medio de una tensión constante entre lo efímero y lo permanente. El viento simboliza el olvido y el paso del tiempo que borra nombres y recuerdos, mientras que la piedra representa la memoria y la huella que perdura. Esta dualidad poética revela cómo los seres humanos buscamos afirmarnos y encontrar un sentido de pertenencia en medio de aquello que desaparece y lo que se conserva. La frase “aprendemos a llamarnos” expresa el proceso de construir nuestra identidad frente a la fragilidad del tiempo. El fragmento emociona por su belleza simbólica y por la profundidad con la que refleja la lucha entre memoria y olvido. Nos invita a valorar aquello que permanece en la memoria colectiva y a reflexionar sobre el deseo humano de trascender. Surge entonces la pregunta: ¿qué parte de nosotros resistirá el viento del tiempo y qué parte será borrada? Así, el texto nos impulsa a pensar en la importancia de dejar huella en la historia compartida. Otro aspecto importante del libro es cómo se representa el esfuerzo humano por conservar los recuerdos frente al riesgo del olvido. La imagen de una foto guardada en el bolsillo muestra la fragilidad de la memoria, siempre expuesta a ser arrebatada por el viento del tiempo. Sin embargo, al enterrarla en versos, se busca transformarla en algo perdurable que la piedra, símbolo de lo eterno, pueda custodiar. Así, la poesía se convierte en un espacio donde lo perdido encuentra un nuevo hogar emocional. El acto de escribir se presenta como una forma de resistencia ante la ausencia y el dolor. Por medio del lenguaje, lo efímero adquiere la posibilidad de permanecer en la memoria colectiva. De este modo, la creación literaria se vuelve un puente entre lo que se desvanece y lo que perdura. El ser humano aprende a enfrentar la ausencia convirtiendo el recuerdo en palabra. En esencia, la obra muestra que recordar también es un acto de construcción y esperanza:

“Guardamos en el bolsillo una foto que el viento podría arrancar;
la enterramos en versos para que la piedra la releve después,
y así aprendemos a soportar la ausencia.”
(Cabrera Miranda, p.30)

Este fragmento simboliza la lucha humana por preservar los recuerdos frente al paso inevitable del tiempo, representado por el viento que puede arrancar una “foto en el bolsillo”. La fragilidad de esa imagen revela la vulnerabilidad de la memoria individual, que lucha por no desvanecerse. Enterrarla “en versos” refleja el acto de transformar el dolor en arte para que la piedra, símbolo de permanencia, lo resguarde como legado colectivo. Este proceso muestra cómo la ausencia puede convertirse en creación y la pérdida en recuerdo perdurable. El mensaje conmueve al presentar la memoria como una forma de resistencia cargada de emoción. Además, destaca el poder del arte como refugio para lo que tememos olvidar. Surge entonces la pregunta: ¿recordamos por amor o por miedo a desaparecer? El texto nos lleva a reflexionar sobre nuestra necesidad de dejar huellas más allá del tiempo. Así, recordar se transforma en un acto de esperanza frente al olvido. Otro aspecto importante de este libro es la reflexión sobre la necesidad humana de trascender y dejar huella en el mundo. El fragmento muestra cómo los pasos sobre la arena representan nuestras acciones y recuerdos, frágiles y fácilmente borrados por la marea, símbolo del tiempo y el olvido. Sin embargo, también resalta que existe en el interior del ser humano un deseo profundo de perdurar más allá de lo efímero. Este anhelo impulsa a crear, actuar y dejar marcas significativas que puedan sobrevivir al paso del tiempo. La obra sugiere que, aunque la vida sea breve, nuestras huellas simbólicas y emocionales pueden permanecer. Así, la fugacidad de la existencia se contrasta con la fuerza de la memoria y el legado personal. El texto invita a reflexionar sobre qué acciones realmente queremos que permanezcan. En última instancia, muestra que el deseo de trascender es una parte esencial de la condición humana:

“El hombre descubre que sus pasos sobre la arena pronto
se borran con la marea, y sin embargo,
algo en su interior busca perdurar
más allá del tiempo.” (Cabrera Miranda, p.15)

Este fragmento refleja la fugacidad de la existencia humana y el profundo deseo de trascendencia. Los pasos sobre la arena simbolizan las acciones y huellas que dejamos en la vida, que pueden desaparecer con facilidad ante el paso del tiempo. Sin embargo, el hecho de que “algo en su interior busca perdurar” muestra nuestra necesidad de dejar una marca duradera, ya sea mediante recuerdos, obras o afectos. La metáfora de la arena y la marea confronta nuestra fragilidad, pero también nuestra capacidad de soñar con la permanencia. El texto resalta que, a pesar del olvido inevitable, el ser humano mantiene el deseo de dejar un legado. Esta reflexión nos lleva a cuestionarnos por qué buscamos dejar huella y qué significa realmente perdurar. ¿Es ser recordado por otros o alcanzar una trascendencia interior? Así, el fragmento nos confronta con la fragilidad de la vida y la importancia de nuestras acciones. Finalmente, invita a pensar en qué tipo de legado queremos dejar y cómo enfrentar la temporalidad de nuestra existencia. Otro aspecto importante del libro es la reflexión sobre la brevedad de la vida y cómo los instantes se desvanecen rápidamente, como un río que corre y se evapora. Aunque la existencia sea efímera, los gestos y palabras significativas pueden permanecer en la memoria de los demás, otorgando una forma de trascendencia simbólica. El texto muestra que la vida cobra valor no solo por lo que vivimos, sino por el impacto que generamos en quienes nos rodean. Cada acción importante se convierte en un medio para crear una “eternidad” dentro de la memoria colectiva. Así, lo efímero y lo duradero se entrelazan, evidenciando la dualidad de nuestra existencia. El fragmento invita a reflexionar sobre cómo queremos ser recordados y qué legado dejamos. La obra enfatiza la necesidad de vivir de manera consciente, valorando los instantes que realmente importan. En conclusión, aunque la vida sea breve, el efecto de nuestras acciones puede trascender el tiempo:

“La vida corre como un río breve,
hecho de instantes que se evaporan.
Mas en cada gesto, en cada palabra que
permanece en la memoria de otros,
nace la posibilidad de eternidad.”
(Cabrera Miranda, p.33)

Este fragmento utiliza la metáfora de un “río breve” para mostrar la fugacidad de la vida, donde los momentos se desvanecen como agua que fluye y se evapora. Sin embargo, ofrece una visión esperanzadora: aunque todo parece pasajero, los gestos y palabras que dejamos en los demás pueden perdurar en su memoria, otorgándonos una forma de eternidad simbólica. El texto sugiere que la trascendencia no se logra mediante grandes hazañas, sino a través de las huellas emocionales que dejamos en quienes nos rodean. Cada acción significativa se convierte en una forma de impactar más allá del tiempo. Esta reflexión invita a vivir con conciencia y propósito, valorando los instantes que realmente importan. Además, nos hace cuestionar qué aspectos de nuestra vida queremos preservar y cómo queremos ser recordados. La obra resalta la importancia del amor, la bondad y las conexiones auténticas como medios para trascender. Nos confronta con la necesidad de actuar de manera consciente para dejar huellas valiosas. En suma, aunque la vida sea breve, nuestro impacto emocional puede sobrevivirnos.

En conclusión, el viento y la piedra reafirma, a través de toda la reseña, el mensaje central sobre la fragilidad humana y la permanencia de la memoria como eje fundamental de nuestra identidad. La obra destaca cómo el ser humano se construye entre lo efímero —representado por el viento— y lo perdurable —simbolizado por la piedra—, mostrando que las experiencias y los recuerdos sostienen nuestro sentido de existencia frente al paso inevitable del tiempo. De este modo, celebra la profundidad emocional y la memoria íntima que cada persona resguarda a lo largo de su vida. La obra revela que los recuerdos actúan como un refugio interior, capaz de resistir al olvido y conservar lo esencial de lo vivido, fortaleciendo así la identidad personal. Esto se logra al presentar la memoria como un espacio donde el dolor, la ausencia y la esperanza encuentran significado y continuidad. Así, el lector se conecta con una visión del mundo que valora la introspección, la sensibilidad y la permanencia de lo humano ante lo transitorio. Finalmente, recomendamos la lectura. Si buscas una obra que invite a reflexionar sobre el paso del tiempo, la fuerza de la memoria y la profundidad emocional de la existencia, este libro es una elección imprescindible.

Referencias:

Garnett, M. (2010). Catequil. Lima: Lluvia Editores

Miranda, C. E. (2018). El viento y la piedra. En El viento y la piedra (pág. 92). Cajamarca: PraxisMéxico.

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