EL VIEJO JACINTO

EL VIEJO JACINTO

PIDARU26

14/09/2020

                                                         EL VIEJO JACINTO

Atrapado en el silencio de las horas que iban pasando, veía como los fantasmas del pasado atormentaban su alma, un sollozo broto acompañado de un largo suspiro y entonces fue cuando entendió que la vida es el don más lindo que Dios le ha dado al hombre.

Se levantó lentamente de su silla y empezó a caminar por los rincones de su casa como buscando algo que se le hubiera perdido… si era su sombrero, que nunca dejaba cuando iba a salir y entonces fue cuando recordó que lo había dejado sobre el apero del caballo, sonrió burlonamente, pues a menudo olvidaba las cosas y por eso se burlaba de sí mismo, todos lo conocían en el pueblo, puesto que siempre llegaba con su sombrero de mago a robarle una sonrisa a los niños con sus trucos con los cuales los maravillaba y divertía.

Muchas veces lo veíamos hablando con el caballo y cuando nos acercábamos nos lanzaba una mirada y echaba a reír y nos decía: ¡chiquillos la soledad me está consumiendo¡

A veces creo que mi viejo caballo me habla quizás me estoy volviendo loco.

Nos daba una nueva mirada y tiernamente empezaba a contar una historia que se remontaba a su pasado, nosotros escuchábamos atentamente al viejo Jacinto, pues de su boca iban desfilando toda clase de personajes, él nos enseñó a conocer la historia de Colombia y también todos los mitos y leyendas…

El viejo Jacinto vivía a las afuera del pueblo y lo veíamos todas las tardes llegar montado en su caballo, el cual amarraba de un ceibo enorme que había en la plaza principal, él era un poco misterioso y nos decía que lo aguardáramos todos los días en ese sitio, de él aprendimos la puntualidad porque siempre llegaba a la misma hora y se sentaba a fumarse un tabaco y a esperar a que nosotros llegáramos. Uno a uno íbamos llegando, porque aquello era una cita sagrada, no podíamos faltar a las historias fascinantes que el viejo Jacinto relataba…

Un día se quedó fijamente mirando el humo de su tabaco y nos dijo: hay van entre la niebla todos mis recuerdos y todos mis fantasmas, ¡algún día los seguiré para darme cuenta por fin donde se ocultan!… aaayyyy muchachos, ya me está pesando la vida y cuando esta le empieza a uno a pesar se vuelve uno más lento y más torpe quizás ya alguien me está llamando…

Nosotros nos miramos entre si y no entendíamos lo que él quería decirnos en ese instante.

El viejo Jacinto se ganaba la vida haciendo guitarras las cuales salía a vender los fines de semana a la plaza del pueblo. El mismo la ensayaba entonando una melodía que siempre dedicaba a alguna dama. Cuando el empezaba a cantar la gente le hacía rueda y con muestras de cariño le regalaban un aplauso al cual el respondía con un chiste o con un apunte inteligente.

Se puede decir que el viejo Jacinto fue nuestro primer profesor, ya que de él aprendimos muchas cosas que no se aprenden en la escuela…

Un día el viejo Jacinto no acudió a la cita lo cual a nosotros se nos hizo muy extraño desde entonces no lo volvimos a ver.

A veces la gente cuenta que oyen una guitarra que rasga una melodía triste cerca del ceibo donde contaba sus historias… otras personas dicen haberlo visto pasar en su caballo cantando con su guitarra.

Nosotros que éramos sus más fervientes escuchas de sus historias recordamos con nostalgia que el un día nos dijo fumándose su tabaco que con el humo se iban sus recuerdos y también aquellos fantasmas a los cuales el un día iba a perseguir, porque en ellos se iban sus seres más queridos y también su vida.

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