Me peino el pelo con los dedos mientras la brisa marina los revuelve. Oteo la linea del mar, lejana, y me acaricio con la cara las rodillas. He perdido de vista la pequeña barca, varada quizás entre las rocas.
Mi propio cuerpo, ni atendido ni sentido, se expande exhausto en la arena. Agua, piel y viento ya no son conceptos ideales. El viaje al propio centro de mí misma me ha pillado acurrucada frente al mar. La conquista de sus sentidos adormecidos, es como explorar un nuevo continente.
OPINIONES Y COMENTARIOS