(microrrelato objetivo 100 palabras)

Apenas conservo fragmentos del accidente que me mantuvo en coma varios meses. Regresé a mi trabajo de taxista, todo parecía diferente, nuevo, extraño, como el primer cliente. Una figura sombría, que hizo que aquel recorrido se volviera gélido. Al llegar a su destino, el pasajero desapareció y en su asiento había depositado una moneda de oro.
Desde ese momento, conduzco a las almas difuntas errantes de la ciudad hasta su destino.

O simplemente permanezco deambulando en mi propio ensueño… No obstante, mi rutina continúa, en espera del día en que sea yo quien se suba a mi propio taxi.

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