El soñar en un mundo pequeño

El soñar en un mundo pequeño

Nelli De leon

27/05/2019

En las cercanías de un pueblo se encontraba una vieja construcción abandonada según decían los pocos que aún lo recordaban, eran las ruinas de lo que fue una academia de muchachos ya desmoronada por el paso del tiempo. Los pantanos cercanos empezaban a hundirla en sus cimientos aun así, al parecer alguien aún habitaba allí.

En el pueblo corrían rumores que hablaban de una sombra moviéndose de habitación a habitación, e incluso si estos rumores no eran una invención, nadie podía saber que muy adentro existía una habitación secreta.

Una pequeña biblioteca iluminada por un gran candelabro, de luz tenue y fría. Todas sus ventanas pintadas de negro para no dejar salir ninguna luz. El lugar podría describirse como elegante si no se tomaba en cuenta que se encontraba en un tremendo desorden, pilas de libros tirados por doquier y mesas repletas de artilugios, botellas y muchos objetos extraños que solo su dueño podría nombrar yacían sin atender.

No era un sitio para una lectura cómoda eso era claro.

– ¡Gyajajaja lo sabía, nuevamente el velo de los sueños se abre!

En la biblioteca se escuchaba esa risa de gran contento que terminaba dándole un escalofrió a quien la escuchara. Era la dueña de esta extraña habitación. Una anciana alta y de hombros anchos con su rostro arrugado pero redondo y usando unas pequeñas gafas, vestía un extravagante vestido purpura y un gran sombrero adornado con tantísimas flores en él, que sin duda ya no era placentero para la vista. Ciertamente esta mujer era alguien que se veía mejor en el anonimato de la noche.

– Si,si, si… hay que apresurarse una bruja que se respete no podrá resistirse a tomar los sueños de los inocentes… ¿Estás listo para esto pequeño?

La anciana conversaba con gran emoción levantando una mano a su sombre, pero no había nadie cerca o al menos ninguna persona, un pequeño y común sapo verde estaba sobre un escritorio cercano y como era de esperarse no le respondía a la anciana.

– Bueno, bueno ¿Quién está teniendo estos sueños? ¿Quién está bajo la mirada de una bruja? ¡Gyajaja…para una bruja como yo averiguarlo es de lo más fácil!

La autoproclamada bruja revolvía una verde y grotesca sustancia en un enorme caldero hasta que una imagen empezaba a formarse en este y la bruja chasqueo sus dedos mostrando una tenue sonrisa bajo la luz del candelabro.

– Muéstrame al soñador cuyo futuro podría perderse….

****

Era una mañana de primavera y como cualquier lunes los niños se encontraban en la escuela, pero en este día en particular uno de estos jóvenes estaba en peligro de involucrarse con magia muy peligrosa sin razón en particular, meramente por el capricho de alguien.

Una chiquita de siete años llamada Susana Rivers, de cabello castaño y enredado se encontraba viendo distraída por la ventana con una mirada perdida y desinteresada con sus alrededores.

– ¿De acuerdo quién pude responderme? – La maestra les preguntaba, una señora de mediana edad de corto cabello negro y un par de lentes muy elegantes.

Era una simple pregunta de matemáticas, incluso cuando Susana conocía la respuesta nunca levantaría la mano. Era muy tímida y odiaba llamar la atención, era tan callada y silenciosa que los otros niños terminaban ignorándola, por supuesto que ella prefería que fuera así, pero al final sin saber cómo, su reflejo en un caldero ha llamado la atención de una bruja algo que por el momento ella no se podía imaginar.

Las clases habían terminado por el día y no faltaba mucho para irse en los buses de regreso a sus hogares, pero la maestra necesitaba hablarle y la detuvo un momento en la salida poniendo su mano en el borde de la puerta.

– ¡Bien Susana! ¡Tú tarea de matemáticas, que gran orgullo me das, sacaste otro noventa! Sé que sabes todo lo que pregunto, ¿Entonces cómo es que siempre te congelas en clase?

– Señorita Cristal, solo no sabía la respuesta…

– Niña, niña siempre es lo mismo, cuantas veces más tendremos esta conversación, todo se inicia con un primer paso.-

– … aún no, no es el momento profesora.

– Ese momento nunca llegara mi niña, te digo que debes tratar y la excursión que se avecina será tu momento.- Decía la maestría con su muy alegre comportamiento, pero había una clara impaciencia en como tocaba la salida con sus uñas.

– …la verdad he pensado que estoy bien por el momento.

– No, dijiste que no estabas bien así y por eso seguiré dándote una mano.

– Hnn…-

– No te preocupes no le diré a tus padres… aún…

– Yo…

– Ten un buen día, haz tus tareas y solo piensa en ello, piensalo.

– Gracias.

Ciertamente pensaba en ello casi todo el tiempo, pero era más fácil pensarlo que hacerlo una idea que muchos se aferran sin importar la edad. Como siempre la maestra Cristal era paciente, pero no lo seria por siempre.

Le agradaba bastante su profesora porque no la presionaba, pero aun así no podía evitar pensar que solo le prestaba atención por ser la que peor se relacionaba de la clase e incluso si eso no era verdad, aún lo pensaba.

Finalmente la niña volvió a su hogar, una casa de dos pisos muy normal, en una comunidad muy normal, pintada de blanco y con un hermoso césped en la entrada, realmente un lugar seguro y acogedor.

Su habitación era muy sencilla con paredes de color azul claro y sin muchas decoraciones, pero esto solo hacia resaltar una esquina en particular en la cual se resaltaba un enorme castillo de juguete. Hace varios años construyó toda clase de historias con este castillo siendo los juguetes guardados en él quien fueron los protagonistas de maravillosas aventuras.

El castillo ahora esperaba junto a la pila de osos de peluches ya sin propósito.

– Susie ya me voy… ¿Me oyes, te encuentras bien?- Su madre le preguntó preparándose para volver al trabajo.

– Si mamá, solo me dejaron bastante tarea en el colegio.

– Si, no habías dicho que ya venían los exámenes, sabes deberías invitar a tus amigas a estudiar.

– No creo que la mama de Gina le deje.

– Creo que aún no la conozco, lo hare un día de estos, adiós cariño.

– Adiós mami.

Con un abrazo se despidieron, pero no fue del todo alegre porque Susana se preocupó, la realidad era que esas amigas solo la molestaban, pero aprovechó esa vez en que su mamá la vio con Gina para decirle esa mentira, no le gustaba mentir, pero nunca veía el momento para corregirse.

Es porque su madre se preocupaba bastante, cuando su colegio anterior le dijo que Susana no se podía llevar bien con sus compañeros su madre la metió en toda clase de actividades e incluso quería llevarla a un psicólogo, pero al final se cambiaron de colegio creyendo que era un problema con sus compañeros de clase.

En su nueva escuela fingió para que su madre no se preocupara de que ella fuera extraña, solo porque la maestra Cristal dijo que la ayudaría a hacer amigos y si eso llegara a pasar ya no sería una mentirosa.

El día continuó, las tareas se hicieron y la cena fue comida hasta que llego la hora de dormir y así sin más otro día termino. Susana ya estaba en su cama durmiendo finalmente libre de sus preocupaciones y pasó así por horas hasta que cierto visitante apareció en su ventana y así esta historia comienza de verdad.

Con la entrada de un protagonista que solo aparece ante una calamidad.

Un pequeño sapo verdoso estaba observándola a través del vidrio, El sapo no estaba solo, una pequeña voluta de niebla purpura apareció cerca de él y se deslizó bajo la ventana y procedió a abrirla, ¿Cómo lo hizo? No se puede saber ya que no fue visto por nadie.

El pequeño sapito ingresó a la habitación con un gran salto y se dirigió hacia la cama. Su viaje fue interrumpido momentáneamente cuando se dio cuenta de que no fue el único que había entrado, una luz blanca y brillante se observo debajo de la puerta de la entrada y por debajo una serpiente empezaba a salir. El largo reptil de color blanco y aterradores ojos rojos crecía cada vez más al pasar por el espacio bajo la puerta algo que solo se describiría como magia. El sapo y la serpiente se quedaron viendo entre si y finalmente en ese silencio ambos se dirigieron a toda velocidad hacia Susana, pero al alcanzar la cama ambos desaparecieron sin tocarla.

El nuevo escenario ahora para el sapo era un extenso mar sin iluminación alguna, oscuro y profundo el mar se expandía en todas direcciones hasta el infinito, pero en su centro existía una pequeña isla y algo empezaba a emerger en su fría costa.

– Cántinus sal, sal de una vez. – Sobre la oscura agua un brazo incorpóreo volaba sosteniendo una lámpara brillando con una triste luz azul, la incorpórea mano usaba un largo guante purpura y muchos anillos en sus largos dedos que parecían garras.

Finalmente del mar salió el mismo sapo, pero su apariencia cambiada drásticamente al igual que sus alrededores. Su forma era la de un hombre muy alto y delgado vestido con un elegante esmoquin, pero su cabeza aún era la de un sapo verdoso y sus manos y piernas también, un extraño punto medio entre hombre y anfibio que solo existiría en un mundo igual de surreal.

– Este sueño parece algo pequeño. – El llego a tierra seca poniéndose en cuatro patas como un sapo mientras se arreglaba su corbatín meticulosamente.- Su voz era la de un hombre a pesar de su apariencia.

– Pequeño o no aún será peligroso, no lo olvides Cántinus, ella siempre está cerca. – El brazo flotante le respondió y esto no inquieto en nada al sapo

– ¿Teniendo escalofríos, jefa? El sapo termino de arreglar su corbatín, mientras el agua se secaba por completo de su atuendo, con cautela el se arregló hasta terminar impecable.

– Gyajaja yo soy una gran bruja, eres tú el que me preocupa renacuajo. Aquella serpiente es algo nuevo y mientras ella controle todo, no te podré dar más que una mano.

– No se me desespere jefa, arreglaré todo en este sueño en un santiamén no me queda de otra. Él se puso de pie el tono de su voz cargando enojo, pero rápidamente se tornó en tono burlón.

– Eso espero, seria muchos esfuerzo remplazarte si algo te pasara, toma esto y vete saltando la soñadora esta cerca.

El sapo conocido como Cántinus tomó la lámpara y el brazo flotante se desapareció entregándosela. El espero un momento viendo su atuendo una última vez y desapareció del borde al mara al dar un salto inmenso.

Saltó con gran velocidad y distancia en cada brinco adentrándose por la isla que estaba adornada con nada más que horribles árboles secos y marchitos en la tierra tan inundada que solo se le podía llamar un enorme pantano. Cántinus tenía que empezar a preguntarse él porque de esta isla tan pequeña.

Al fin llego a ver su destino la misma casa en la que la niña vivía en el mundo común, pero de un tamaño colosal como árboles y maleza creciéndole a su alrededor, no era una casa de tamaño normal.

– ¿Un cambio de perspectiva? Me hace sentir como si aún fuera un sapito, pero al menos ahora podre entraré por la puerta.

Cántinus no tuvo la oportunidad de entrar porque algo salió del agua pantanosa. Era la serpiente albina que había encarado antes y se veía aún más gigantesca ahora, sus ojos negros fijos en el quien solo la saludo con su mano.

«De acuerdo veamos quien llegamos primero.» El sapo paso su lengua afuera de su boca y le indico con su mano que se viniera a por el.

Con un salto Cántinus escapó de esos aterradores colmillos, dándole el tiempo para observar a su enemigo, un enfrentamiento entre un sapo sin veneno y tal serpiente nunca podía terminar bien para él y por el momento no había magia que lo ayudara.

La serpiente se estiraba tratando de intimidarlo elevándose sobre él abriendo sus mandíbulas y el respondía alejándose a saltos hacia el pantano sabiendo que la serpiente lo seguiría sin descanso.

No pudo perderla entre los árboles y terminó saltando fuera del camino de otra mordida del peligroso reptil que sólo se estrelló contra el suelo. La serpiente recuperó rápidamente el sentido y atacó nuevamente hacia su pierna. Esta vez Cántinus la esquivó saltado a un árbol cercano y sosteniéndose con sus pegajosas manos para quedarse sobre su alcanza, sin darle tregua la serpiente intentó atacarlo de nuevo y gracias al impulso que llevaba al saltar del árbol la evadió sin problemas, el reptil no pudo evitar darse un fuerte golpe en la cabeza contra el enorme roble.

– Hisss… ¡Quédate quieto!- Exclamo la serpiente con enfado, su voz femenina y llena de puro enfado.

Cántinus que había terminado en la rama un árbol cercano se sorprendió al escuchar deteniéndose para observarle contraerse.

– Disculpe señora, ¿Acaso fue hechizado por una bruja como yo? Porque no creo que sea bueno pelearnos si estamos en el mismo lio.

– Tal vez estamosss en el mismo aprieto, pero no somos amigos, solo eres comida.

– Pues yo…no puedo decir que se equivoca.

La serpiente se lanzó por el árbol y fallar nuevamente en su ataque. Cántinus ya había saltado fuera del camino y esta lo siguió de inmediato y por primera vez el sapo perdió su calma y no pudo sino tirarse torpemente hacia un lado para evadir su fauces, ya casi sin aliento y al volver a ver, no había rastros de las serpiente, seguramente lo estaba asechando oculta por el agua pantanosa debajo de sus pies.

Sabiendo esto, la mejor idea era salir del pantano lo más rápido posible, volvió a ver la enorme casa y sin vacilar se dirigió directo hacia la puerta que era ahora inexplicablemente pequeña compara a la casa.

Él estaba a medio camino del agua pantanosa cuando la serpiente emergió lanzándole una mordida pero con mucho cuidado Cántinus esperó su momento y saltó por encima de su cabeza dejándola atrás y finalmente entró a la casa rompiéndola con la fuerza de sus piernas.

Sin perder un instante pateó la puerta para cerrarla y vio como un enorme par de colmillos la atravesaron, Cántinus retrocedió, las gotas de veneno caían en el piso de los colmillos atorado.

– Ya está, lo siento, de verdad quería hablarle un poco más señora, pero si no quiere, mejor sigo con mi asunto.- Él se despidió gentilmente, pero al darse vuelta un objeto filoso apareció frente a su vista.

– ¡No se mueva!

– ¡Esta bajo arresto!

La casa era idéntica a la de la realidad pero gigantesca y tan solo las escaleras se veían como una gran prueba a superar, en cambio los seres que lo amenazaban no era tan gigantescos como sus alrededores. Varios osos de peluche le apuntaban con lanzas de acero y con determinación en sus pequeños ojos de botón, rodeándole con sus lanzas a mano.

– Sabíamos que vendría un intruso, la señora preparo esta puerta solo para ti.- Dijo uno de los osos con gran seriedad… y Cántinus levanto sus manos retrocediendo y miro que ya no había rastro de la serpiente al otro lado de los agujeros de la puerta.

– Como siempre no soy bienvenido, no les deseo mal amiguitos.

– ¡No! La dama de cabello dorado nos ordeno que nadie pudiera llegar a la habitación de Susana.

– Ya veo, entonces creo que debería ir ahora a su habitación, lo siento no me sirve de nada pasar desapercibido si ya me esperaban.

Cántinus sacó su lengua con rapidez y de forma sorprendente le quitó la lanza a uno de ellos y bloqueó el ataque del otro a tiempo, con calma le dio vuelta a la lanza para empujarlo con la parte sin filo sus piernas cilíndricas no le dejaron resistirse y cayó de espaldas.

– ¡Se resiste, ataquen todos!

El otro oso trato de atacarlo desarmado pero Cántinus solo puso su mano sobre su frente y el pequeño oso ya no llegaba a alcanzarlo con sus bracitos de algodón. Con gentileza lo empujó haciendo que cayera de espaldas tmabien, los demás no perdieron el tiempo para atacarlo con sus lanzas por lo que Cántinus dio un largo salto pasando sobre todos ellos y les regreso la vista en la parte de arriba del primer enorme escalon en esa escalera.

«Son muy lindos para que los lastime, pero no me molesten por favor.»

Su garganta de sapo se empezó a inflar y escupió una gran bola de mucosa que al chocar atrapó a todos los osos como si fuera un potente pegamento. Los osos trataron de liberarse en vano mientras Cántinus se despidió con su mano y tiró la lanza tomando algo de impulso para superar los gigantescos escalones y poder ver la puerta hacia la habitación de la joven que en esta ocasión si era del tamaño adecuado a la enorme casa para su descontento.

Cántinus se puso en cuatro patas suspirando al ver la perilla hasta la cima de la puerta y salto con todo el impulso que pudo.

***

Dentro de esa habitación estaba Susana, la soñadora de este sueño, por ello regresaremos atrás al momento en el que su sueño empezó…

Ella estaba en su cama como lo haría en cualquier mañana, pero por su ventana podía ver el horrendo pantano iluminado por fuertes relámpagos y los cielos oscuro que dan lugar a una tormentosa lluvia que caía sin piedad, ella no disfrutaba de estas tormentas pero ya sabía que eran solo un sueño, después de todo, lo había tenido por muchas noches y sabía que no habría nadie en el resto de su hogar como tantas otras noches.

Ella se sentó en su cama de nuevo, esperando que acabara este sueño una vez más, pero esta vez algo fue diferente, por la casa se escuchó el sonido del timbré qué la hizo brincar del susto al estar completamente sola en un lugar que se sentía tan familiar como desconocido, no se atrevió a moverse, pero el timbre sonó una y otra vez hasta que finalmente ella reunió el valor suficiente para ir a ver, después de todo, podía ser su madre…. y aquí terminó olvidando que todo esto era un sueño.

Ella dudo al estar frente a la puerta, pero el sonido del timbre era cada vez más fuerte e insistente por lo que termino acercándose, muy molesta ya que no era tan alta para lograr ver por la rejilla de la puerta.

– ¿Quién es?- grito al pensar que no la escucharían por el terrible clima.

– Hilda Yvonne se pidió de mí ser tu niñera.- se escuchó la voz muy calmada de una mujer y sus miedos se aliviaron…esa voz era familiar por alguna razon.

Abrió la puerta para ver a una joven cuya edad no podía pasar de los veinte, con una piel tan blanca y un cabello tan dorado y largo como el de alguien de un cuento de hadas, su atuendo era un vestido verde muy adornado y acompañado con largos guantes y unos adornos florales. Era de muy baja estatura y todo en ella se podía considerar delicado y elegante, pero su firme postura hacia obvio que era mucho mayor de lo que aparentaba, nada en ella se veía normal y a la vez dentro de su sueño nada parece fuera de lugar.

– Allí estas, vaya que has crecido.- decía la mujer con una pequeña sonrisa, entrando con confianza dentro de la puerta, el exterior a su espacial completamente en oscuridad.

– ¿No creo conocerla?

– Despreocúpate que tu madre si me conoce ¿Tomemos algo de beber?

Se invitó a si misma entrando hacia la sala apresuradamente, lo único que llevaba consigo era un pequeño maletín café bastante simple a diferencia de su atuendo, Susana se distrajo al observar por la puerta y recordar nuevamente que esto no era para nada normal, afuera no era más que un horripilante pantano.

– Es una casa muy hermosa… en su propia y simple manera ¿correcto?

– Ah así es…- Susana cerro la puerte y se olvidó de nuevo del exterior.

– Perfecto con eso fuera del camino ¡Divirtámonos el día de hoy!- decía dramáticamente mientras levantaba sus brazos a Susana le molestaba un poco como le hablaba sin mirarla.

– El comedor esta…

– ¿No te preocupes no tengo interés en ver tu casa en lugar de eso ¿Porqué no me muestras tu habitación?

– Claro- Era una señora muy inusual pero la mayoría de las niñeras que había tenido la ignoraban por lo que decidió seguirle el juego y a si terminaron en su habitación.

La señora Hilda pasaba de un lado a la otra habitación sin decir nada y reposicionando los adornos aquí y halla y revisando con sus guantes por suciedad a Susana no le agradaba que la ignorara por tanto tiempo, pero tampoco sabía que decirle.

Hilda Yvonne se paró a observar el gran castillo de juguete parecía que le había llamado mucho la atención, sin tocarlos con sus guantes blancos.

– Ahora esto sí es interesante, niña que haces con él.

– No mucho solía jugar con él hace unos años.

– Correcto y porque dejaste de usarlo.

– No hay mucho que se pueda hacer sola con ellos.

– Que pena, si solo requiere un poco de imaginación.

Con esa misma elegancia que mostraba todo el tiempo Hilda alzo su mano y su maleta se levantó frente a ella abriéndose y dejando a una pequeña varita salir flotando hacia su mano, era pequeña de color plateado y con hermosos diamantes. Hilda dio unos golpecito con su varita y la maleta se abrió por completo soltando una luz blanca muy brillante sobre el castillo.

– Siempre hermosa, siempre fina, siempre fuerte, así es como la magia debe ser.

Fue entonces que el castillo de juguete empezó abrirse en su centro para mostrar su interior, era un muy detallado salón principal con una alfombra roja y una estatua de un caballero por las escaleras estaban bajando pequeños soldados de peluche.- Hilda parecían muy contenta consigo misma asentir con una serena expresión.

– Lady Hilda cual es nuestro deber.- dijo el pequeño oso al emerger de la casa.

– Ser los mejores amigos que una niña pueda tener, nacieron para eso.

– Lo cumpliremos con toda nuestra alma.- Los osos dieron una reverencia con sus manos de pelpa.

– ¿Qué son?- incluso estando en un sueño Susana no creería en osos que hablan con facilidad.

– Amigos por supuesto, después de todo nunca se pueden tener demasiado.

– ¿Amigos para mí?

– No es excelente, ahora esta habitación necesita una…no muchas mejoras.

De nuevo con un leve movimiento de su varita su maleta se posó en el suelo abriéndose y una potente luz blanca emergió junto a un remolino formado por un centenar de cosas muchos más grandes que el maletín que flotaban en el aire. Finalmente la luz se apagó, el cuarto había sido transformado completamente.

De pronto Susana se encontraban en la más elegante de las recamaras, una estancia tan maravillosa que de seguro solo se encuentra en un castillo, de paredes adornadas en dorados y rojos de una habitación ahora inmensa y en el centro de ese bello lugar una elegante mesita con dos sillas las estaban esperando con el té servido.

– ¡Qué refrescante! Finalmente se ve aceptable, no hay punto en soñar si no es en grande.

– ¿Cómo haces todo esto? ¿Quién eres?- su miedo se había convertido en asombro.

– Soy como una… eugh… una nana mágica… si no te molesta la falta de originalidad y te enseñare a usar magia para cumplir todos tus deseos- Hilda tomo su asiento e insistió en que la acompañara, pero su voz era decaída y desinteresada.

– ¿Por qué me ayudarías a mí?

– ¡Qué niña más divertida! Porque eso es lo que hacen las nanas mágicas, bueno no nos preocupemos tanto por los detalles y sólo toma tu té, es una receta muy especial usando hojas…

– No me gusta mucho el té.

– …Te estoy invitando y si no lo aceptas serías una malagradecida y todo el mundo te odiaría.

– …- Susana se sintió algo espantada por ese comentario.

– Jaja eso fue solo un chiste, sólo dime y te serviré lo que sea que los niños de la actualidad favorecen.- Hablaba en la misma alegre y calmada voz que mostro al llegar y no le quedo a Susana si no creerle, pero pensó que tenía un mal sentido del humor.

– …Un jugo.

– Correcto aquí tienes tu aburrido jugo.- En efecto un vaso con jugo de naranja apareció.

– Gracias.

– Tener algo de beber cuando te plazca es una de las miles de cosas que podrás hacer con magia, todos los sueños se cumplirán y todos las pesadillas se esfumarán.

– No creo poder hacerlo.

– Lo único requerido es imaginación y no te preocupes ni esfuerzo te tomara solo necesitaras estar segura de ello, y cualquier deseo se hará realidad.

– …no se que desear.

– Entonces… ¿Qué tal una recomendación? Hilda puso su taza en su plato y lo soplo con calma antes de ver a Susana que aún no tomaba su asiento

– …

– No necesitas esforzarte tanto yo te enseñaré porqué con magia no necesitaras nada más, la soledad nunca te asustará nuevamente, así qué escúchame bien y te diré como despedirte de tus pesadillas y agarrar tus sueños.

La mujer hablo de nuevo con un tomo aburrido y monótono, pero sonrió al final y Susana tomo su asiento en silencio, viendo su reconfortante sonrisa.

***

Volviendo al presente desde el otro lado de la ventana en esa elegante habitación de dorados y rojos estaba Cántinus el sapo viendo a ambas conversar, ambas tenían un gran tamaño haciéndole sentir como un sapo común. Cántinus solo se ocultaba por el momento y un brazo incorpóreo tomo forma a su lado.

– Todo un problema, el equipo contrario llego a ella primero y no me gustaría entrar allí con la jefa enemiga.- Le dijo con calmado al sentir esa presencia a sus espaldas.

– Kyajaja déjamelo a mí sapo, te daré algo de tiempo solo recuerda que lo único que necesitamos es que ella decida volver a casa.- dijo la mano flotante que antes lo acompañaba y al dar su pieza desapareció de nuevo.

– Nítido jefa con eso me bastará.

Entonces Cántinus esperó y esperó hasta que finalmente vio a la bruja Hilda desparecer saliendo de la habitación y dejar a la pequeña Susana por su cuenta, Cántinus se acero desde debajo de una armario y empezó a escalar la mesita de té.

Al llegar arriba se puso a caminar en dos patas para saludarla cordialmente cuando ella casi saltó del susto de su silla.

– ¡Espera, espera!- siempre se le olvidaba que su aspecto nunca le agradaba a los niños.

– …puedes hablar….eres amigo de la señora Hilda.

– Ni tanto, la verdad piensa en mí como un mayordomo, solo vine a servir.

– ¡Por eso el traje!- Se relajó un poco al verl a Cántinus dar una casual reverencia.

– Si, si… ¿No, me sienta de maravilla?- Él se ajustó su corbatín y vio a la gigantesca niña con orgullo en su pose.

– ¿Eres otro de los amigos mágicos que me presento Hilda?

– No me molesta ser amigo de nadie, pero fue alguien más quien me envió a ayudarte.

– ¿Ayudarme?

– Si a eso voy, se que esa señora te ha ofrecido magia y cumplirte tus sueños, pero… ¿No podrías por favor decirle que no estás interesada?

– … ¿Por qué? Ella no me pide nada a cambio.

– ¿Cómo te lo digo?… ¡Ella es una bruja y esto es un truco así que solo dile que no y listo, podrás volver a casa eh!

– ¿Volver a casa, pero yo estoy en mi casa?

– … tan solo mira nuevamente por la ventana, este no es un buen lugar para vivir a larga te lo aseguro.- Cántinus deambulo por la mesa y apunto hacia la distante ventana.

Como si hubiera finalmente recordado algo muy importante salió corriendo hacia su ventana para observar el espantoso pantano que nos rodeaba, finalmente notó que nada de lo que pasaba tenía sentido.

– ¿Dónde estoy? ¿Cómo puedo estar aquí?

– Porque es un sueño y ahora tienes que despertar o…- Cántinus se quedó en silencio al sentir que alguien estaba ahora sentada en la gran silla de tras de él.

– Nuevamente metiéndote sin invitación, que vulgar.

Mí tiempo se había acabado y Hilda Yvone se materializo en su silla viéndose muy descontenta, pero aun tomando un sorbo de su té con calma, Cántinus se preparaba para salir de la mesa con un salto, pero ella lo agarró con su mano en medio aire.

– ¿Sir Cántinus no puede sólo abandonar a media fiesta.

– Tal vez no… pero al menos ya tuve el tiempo para plantar las semillas de la duda y sabes bien como ese afecta un sueño.- se quedó con calma en su palma sin moverse para nada.

– ¿Susana hay algún problema, puedes decírmelo?

– Este no es mi vecindario… él dice que esto es un sueño.- Susana se alejó de la ventana con sus manos sobre su pecho, sus ansioso pasos se detuvieron cuando sintió pavor por acercarse más a la mujer de blanco.

– Si quieres ser aburrida el tiene razón, pero yo solo podía ofrecerte esta magia en un sueño como este.

– ¿Ese sapo quién es? Hilda miro al sapo en su mano con una gentil expresión y una mirada muy fija.

– Él no es más que un príncipe hechizado, Si… llamémoslo así… Fue condenado a esta forma por una bruja y ahora le sirve engañando a niños para evitar que cumplan sus sueños.

– ¿Cómo un cuento? Entonces solo necesitaría una princesa.- dijo la niña.

– Correcto con un beso bastaría… dime ¿Te gustaría volver a lo que eras?- Ella lo subió con ambas manos frente a su rostro.

– ¡Nah! Usted es la princesa equivoca, no está a mi nivel.

– Como ves está feliz de esta forma y por eso lo único que podemos hacer por él es desaparecerlo de este mundo, dime, ¿Ya has visto una disección en tu clase?- Hilda mostraba nuevamente su sonrisa de satisfacción.

– Basta con el juego Hilda, no lo harás.

– ¿Y eso porque Cántinus?

– Vamos… a ambos nos gusta hacer las cosas con algo de elegancia y no ganas nada con asustar a la niña.

– …Entonces actuemos refinados, ahora en adelante pelearemos en el reino de la fantasía….así nuestra anfitriona podrá aceptar el resultado.

– ¡Me cae de maravilla, por mi puede perder de nuevo señora!- se burló Cántinus juntando sus puños aun estando agarrado por su torzo.

– Como desees pequeño sapo.

Una brillante luz blanca salió de los ojos de Hilda y dejo caer a Cántinus, pero no cayó al suelo y se resistió en el aire al ser llevado hacia el lado como si la gravedad hubiera cambiado de rumbo, el pequeño castillo de juguete brillaba con la misma luz atrayéndolo hacia adentro sin piedad y cuando el sapo se perdió adentro de esa luz el castillo se cerró con un fuerte sonido.

El ardo unos momentos en recuperar la conciencia y empezar a notar sus alrededores de nuevo. Era el interior de aquel castillo, una majestuosa entrada con alfombrado rojo y cuyas paredes brillaban casi como el oro, las grandes ventanas mostraban al otro lado las estrellas en el firmamento y no había puerta de salida, arriba estaba un gigantesco candelabro y en lo más alto de la gigantesca habitación se encontraba Hilda y Susana en un alto balcón.

Susana se acercó a una baranda de madera viéndole con miedo en su rostro, Hilda solo observaba a su lado con ambas manos en su espalda.

– Si… esto es más tú estilo…. ¡Tírame lo que tengas!-

– Te hare desaparecer y luego continuaremos nuestra conversación pequeña.

– Lo matará…

– No, solo lo espantaré hasta que despierte y ya no tendremos que ver su verde piel en este lugar.

Desde su balcón ella soltó su maletín que terminó flotando a media habitación y se abrió mostrando un ojo en su oscuro interior y con el rugido de un animal escupió un oso de peluche que aterrizo con gran fuerza en el centro de la habitación.

– Observa bien Susana te mostraré nuevamente que aquí el único límite es tu imaginación.

El oso comenzó a expandirse de forma muy desagradable con cada uno de sus miembros estirando y retorciéndose a expandirse hasta que cubrió la mayor parte de la habitación con su forma, en su mano apareció una lanza con punta de hacha, se quedó viendo a Cántinus con sus vacíos ojos de botón y una lanza en su mano que tenía garras parecidas a las de un humano, su cabeza solo tenía dos vacíos ojos de botón, pero la sombra que proyectaba cubría a Cántinus por completo.

– La magia lo es todo, no hay nada que no….

– Mentira ¡Oye niña. hay algo que la magia no te retornará… estoy seguro que tu tienes algo aunque no quieras perder…como tu madre.

– Suficiente, ejecútalo.

El oso no perdió ni un momento en bajar su hacha con velocidad y fuerza, Cántinus saltó al último momento para atrás, la enorme arma rompió el piso pieza a pieza, el oso se movía con tal velocidad que su tamaño no le impedía para nada seguirle el paso ni siquiera esa rana podía seguir evadiéndolo por siempre.

– ¿Mama… a qué se refiere con eso?- las palabras del sapo la habían alcanzado y Susana no podía evitar preguntarle.

– ¿No puedes esperar un momento? esto acabará pronto pequeña. Ella no quitaba sus ojos de la pelea debajo de lla

– ¿Dónde está mi mamá?

– ¡No está aquí porque esto es solo un sueño y si aceptas esa magia nunca regresara!- Cántinus estaba sostenido de la pared debajo de su balcón, ahora los tres eran del mismo tamaño.

– …-Susana se asomó más sobre la baranda tratando de decir algo, pero sin lograrlo.

– ¡No hay ninguna magia esto, es tu sueño todo lo que ella te ofrece puedes hacerlo por ti misma lo que ella quiere es….

Cántinus la larga lanza paso rompiendo la pared, pero tanto los vidrios de las ventanas como las paredes se volvían a reformar al instante que se rompían, su salto lo hizo aterrizar sobre la cabeza del oso y le apunto con su mano enguantada a Susana.

– ¡Solo imagina y puedes hacerlo todo, ten un sueño sobre mí… un sueño en el que yo gano!

Cántinus lanzó su larga lengua hasta la lámpara colgante como un gancho y luego dio otro salto apenas esquivando el hachazo que paso por abajo, incluso si no se pudo agarrar bien, gracias a su lengua, no perdió el equilibrio se puso frente a la cadena que lo sostenía e infló su garganta nuevamente, el líquido que escupió empezó a corroer la cadena hasta que cayeron ambos sobre el enorme oso.

Cántinus saltó justo antes del impacto y por la forma de púa que tenía el candelabro perforo al oso de peluche, el algodón del relleno se derramaba por todas partes mientras el gigantesco oso colapsaba.

– Buen trabajo Sir Cántinus aquí le viene la segunda ronda.

Se escuchó un fuerte sonido y Cántinus se puso en guardia al ver que muchas puertas verdes habían aparecido en las paredes y de adentro empezaba a salir armaduras caminantes con escudos y espada.

– ¡Detén esto! ¿Acaso no podemos escucharlo?- le dijo la pequeña Susana a Hilda.

– No te conviene escucharlo, solo dale algo de tiempo y se esfumará.

Las armaduras se lanzaron al ataque rodeándolo en todas direcciones, Cántinus infló su garganta para escupir ese líquido corrosivo sobre dos de ellos y se desarmaron en pedazos, pero habían muchos más y aun así el esquivó con gracia las espadas enemigas para agarrar el arma de un enemigo vencido. Cántinus dejo de evadir y con gran habilidad detuvo a uno de sus atacantes y le tiró su casco viendo que estaba vacío por dentro, no podía vencerlos no estaba peleando contra algo físico por lo que salto hacia la pared para poder llegar hasta ellas nuevamente.

– ¡Si quieres que pare la pelea solo imagínalo, imagínanos en otro lugar, tú puedes hacerlo!

Con cuanto impulso pudo dió otro largo salto hacia el balcón, llego a ver la molesta expresión de Hilda antes de que su maletín saliera de la nada y le pegara haciéndolo caer hacia el piso donde todos los caballeros esperaban armas en alto.

Pero nunca llegó, el piso como si todo estuviera hecho de cristal se empezó a quebrar y las armaduras empezaron a caerse en un enorme vacío, Cántinus las siguió simplemente flotaba en la nada como si el tiempo se hubiera detenido y repentinamente se encontró cayendo en un jardín.

Era un inmenso jardín con tantos adornos florales de tantos colores que no podía ser sino el jardín de un castillo, pero lo único que se miraba era la pequeña casa blanca sin cambio alguno y las armaduras estaban colapsadas a su alrededor, se les habían crecido enredaderas y plantas adentro y no parecía que caminarían nuevamente.

Hilda estaba en el mismo jardín con su maletín a mano, Susana aún a su lado con gran asombro aún sin entender lo que ella había logrado, aún podían verse los horrendos arboles de pantano rodeando al hermoso jardín y las oscuras nubes en el cielo no se desvanecían.

– De acuerdo sólo es un cambio de escenario, la ejecución no ha finalizado.

Desenterrándose de la grama mas armaduras aparecían con sus lanzas, pero apenas lograron ponerse en pie cuando las flores y ramas crecieron dentro de ellas tan rápido que prácticamente estallaban.

– Susana querida puedes dejar de hacer eso…- Hildna Yvone finlmente la miro directo al rostro, su expresión y tono de voz monótono, casi de aburrimiento.

– No…no…. dije que pararan.- ¿Qué podía decir ella? estaba muy asustada y confundida, pero sus alrededores le respondían su deseo de parar el conflicto.

– Por favor solo déjame…hablarle.

– No te molestes Hilda, ella es la soñadora y ahora que lo sabe, tiene la última palabra.- Cántinus se puso de pie limpiando la maleza de su atuendo.

– Si, nuevamente me has dejado en jaque Sir Cántinus- Ella suspiró puede que el sapo ya hubiera ganado.

Cántinus quiso acercarse, pero Susana se mostró nerviosa, y el recordó es que finalmente había vuelto a su tamaño normal y parado era un sapo muy alto por lo que nadie le tendría confianza así que opto por mantenerse a distancia.

– Finalmente aquí me tienes, así que… ¿Por qué no regresas a tu hogar? – le dijo amablemente mientras se componía su atuendo.

– ¡Yo no quiero tener nada más que ver con esto! ¿Cómo puedo despertar?

– Espera no deberías apresurar tu decisión pequeña ¿En verdad era tu vida algo que valga la pena conservar, yo te puedo asegurar que puedes hacerlo mejor…- dijo Hilda poniéndose entre los dos sin miedo al darle su espalda a Cántinus para hablarle a ella.

– A nadie le gusta la gente insistente, el juego ya acabo señora, muestre más gracia que esto.

– Aún me queda una esperanza.- Ella le regreso una mirada de decepción y cansancio y aunque su expresión no era hostil Cántinus retrocedió instintivamente.

Debajo de ellas un piso circular de madera salió del suelo levantándolas y con rapidez se formó un pabellón de madera a su alrededor, muchas cortinas blancas cayeron haciendo que desaparecieran de su vista.

Algo así no era un problema para él, pero el estruendo que escuchó en ese momento si lo era, la puerta de la casa se había roto y la serpiente albina se deslizaba a gran velocidad en su dirección por lo que tuvo que saltar hacia las armaduras caídas para obtener una lanza, la serpiente se detuvo observándolo con cuidado al presentir peligro.

– Esta vez sí estoy preparado para contraatacar así que seamos civilizados y no peleemos, ambos somos gente después de todo. Cántinus puso la punta de su lanza frente a la serpiente para detenerla y asegurar cierta distancia entre los dos.

– Ssss… ¿llamas a esto ser gente? –

– Aún hay esperanza, no sé porqué aceptaste tomar esa forma y estar al servicio de una bruja, pero creo que a diferencia de mí tu si tuviste elección.

– ¡Yo no era nada en primer lugar, yo tengo una mayor ambición que solo ser humana!

La serpiente fue envuelta en una llamarada azul que el sapo reconoció al instante y retrocedió, mientras las llamas la cubría ocultando más y más su figura deformándose hasta las llamas se esfumaron igual de súbitamente.

– No puedo creerlo finalmente lo logre.

El cuerpo de la serpiente tenía un torso humano, ella llevaba un suéter rojo bastante elegante y con plumaje negro extravagante, pero profesional que solo una mujer muy adinerada tendría, sus brazos largos terminaban en enormes zarpas y al final de su largo cuello la cabeza de serpiente se veía aun sin cambio alguno.

– Ssss nunca podría haberme pagado un abrigo así en la realidad, ¡Excepcional!- ella levanto su nuevo brazo viendo su larga manga.

– Vaya que aprendiste rápido… ¿Aun me escucharías con lo de la tregua?

– Nunca, volveré a mi vida humana sería inútil, no si uno no fija la mordida tiempo cada oportunidad perdida es un paso más cerca de la muerte.

– ¡Una pena! Bueno, tengo prisa así que al menos, ¿Puedo saber el nombre de mi enemiga? Es bueno ver otro humano.

– Jormungand ese es el único nombre que se me permite usar.

– Es una pena que solo podemos pelear, supongo que al final no somos más que mascotas.

Ella se lanzó sin miedo aun con su apariencia más humana su gran tamaño y velocidad la hacían terriblemente peligrosa, Cántinus atacó con su lanza y falló en cada golpe, ella o movía su torso de un lado al otro esquivando las puñaladas, luego súbitamente le dio un golpe al costado con su cola… por primera vez Cántinus fue golpeado. El sapo cayó aún sosteniendo su lanza con la misma determinación que había demostrado en toda la batalla, pero sus movimientos se habían tornados más lentos, comparado a ella, él era pequeño y delgado y ese golpe lo entorpeció por el dolor.

– ¡Qué fiero! Solo eres un sapo y esto es sobrevivencia, como en el viejo mundo no hay merced a los ya caídos.- Ella serpenteaba hacia él con sus manos en sus bolsillos.

– Excepto que no podemos morir en este sueño.

– Qué suerte tienes, así que solo quédate quieto y déjame terminar mi trabajo.

– Vaya, me das lastima si aun en sueño solo puedes pensar así.

Ella lo había alcanzado en cuestión de segundos dando un zarpazo con sus garras afiladas, Cántinus lo bloqueo con su lanza, pero ella la agarro con firmeza deteniendo su mano, mientras alargaba su cuello para morderle. Él tuvo que saltar para alejarse quedándose desarmado.

– ¡Lo único que haces es huir, sapo cobarde…algo me dice que tu jefa no tuvo más opción que elegirte a ti también.

Ella abrió su enorme mandíbula y como un dragón escupió una potente llamarada de fuego, Cántinus no se sorprendió por esto y logró esquivarla, saltando sobre su rango y logró llegar a su espalda y continuo alejándose, la serpiente cerró su boca aún soltando humo y se arrastró a gran velocidad por el jardín hacia él. Cántinus volteó a verla ya con su garganta hinchada y escupió enfrente de ella un montón de mucosa que la dejó atorada en el medio de la grama.

– Soy muy paciente y prefiero esperar al momento, eso es todo.

– ¡Esto no significa nada!- Ella abrió su mandíbula para escupir otra llamarada.

– Adiós.- ese fuego era muy lento y la dejaba muy vulnerable a un ataque a su costado.

Cántinus había saltado hasta ese lugar para recoger otra de las espadas que yacían en la grama y con rapidez dio un salto con la espada en mano, la serpiente desapareció envuelta en una nube de humo antes de que la espada la alcanzara, había sentido su muerte en este sueño y despertó.

– Espero que no nos encontremos de nuevo en el sueño de alguien más, a ella le entro el pánico al final solo es una novata…pero era muy fuerte y peor aún terca. Cántinus se arregló su atuendo pasando su zapato sobre la grama quemada que había dejado la serpiente atrás y observo el

Hilda y Susana estaban adentro del pabellón cuyas enormes cortinas mostraban el espacio infinito en su interior, las constelaciones del universo las rodeaban hermosamente, como si estuvieran alejadas del planeta sin nada que las interrumpiera.

– ¿En serio opinas que puedes hacerlo? – Le decía a Hilda a la pequeña.

– …

– No te puedes engañar a ti misma, no tienes la voluntad, puedes tratar y tratar de conseguir mejorar, pero incluso cuando crezcas no podrás relacionarte con la gente…el tiempo no lo arregla todo.

– ….yo

– No necesitas responder lo comprendo todo, tu sabes que no estarás contenta así, pero no puedes cambiarte a ti misma por eso con la magia que te ofrezco verás cumplido todo deseo que te podrías imaginar.- no era una verdadera conversación Hilda solo la regañaba sin dejarla decir nada.

– Casi cualquier cosa querrá decirle señora…hay algo que carece en este lugar- interrumpió el sapo abriendo las cortinas que reflejaban el universo de forma muy casual.

Cántinus llevaba su espada en su mano y se recostó en la pared viéndose algo cansado la forma en que caían sus hombros.

– Así que ella fracasó…hmmm no importa solo fue su primer sueño. Susana se congelo al haberlo visto entrar, pero Hilda solo lo recibió con calma.

– Apenas si lo logré, no estaba mal la verdad ¿De dónde la sacaste?

– Era una mujer cuya empresa fue cerrada, su voluntad ya no servía en ese lado y ella misma vino a mí, si me libero le retornare lo que ha perdido es un buen negocio ambas más justo qué el que te dieron a ti.

– Ni que lo diga, ahora si no le molesta retírese qué ya no va a ganar.

– No te confíes, yo…- Hilda levanto su maletín de nuevo, pero antes de abrirlo.

– ¡Que había dicho sobre mi mama!

Susana grito haciendo que ambos se recordaran de ella, lo que ella temía mas en ese momento no eran ninguno de ellos dos.

– Magia o no te quedas en este sueño y ella no estará aquí….lo siento puedes tener nuevas amistades o cualquier cosas que pudieras desear, pero no traeras a nadie que conozcas contigo, en serio cual es el punto?

– Incluso así con la magia solo debes imaginar a quien quieres ver….

– Imposible… no puedes imaginar a una persona, lo que resulte nunca será lo que fue o será, esas distorsiones no se pueden mantener a lo largo, este solo es un buen trato para los que en verdad ya no tienen nada que perder.

– A veces las ilusiones son mejores que lo hubo.- Hilda permaneció firme mientras Cántinus se acercó con su espada, su expresión no cambiaba, pero su tono de voz sonaba por primera vez bastante triste.

– Hmm… esa señora tomará tu lugar pequeña y de seguro no te gustaría ser remplazada. Quiere despertar en tu lugar, temo que ella también tiene su sueño.- Cántinus se detuvo mirando a Susana detrás de Hilda.

– Te quedaras con mi cuerpo…

– Estarás muy feliz así que no lo necesitaras, cargare con tus pesares en tu lugar….

– ¡No!… ¡Déjame, regrésame con mi mama!

– ¿Sé que es tu única familia, pero de verdad vale la pena aferrarte? Piénsalo bien, tú no podrás ser una hija que la enorgullezca yo por mi parte…

– ¡Me quiero ir! ¡No puedo estar sin ella!- Ella lloraba y gritaba desenfrenadamente.

– Escúchame solo cálmate un poco y háblemelo…

– ¡MAMA!

– …Porque… ¡Por qué no actúas de forma racional!- Hilda se desesperaba cada vez más hasta que perdió la compostura por completo.

– ¡Me quierooooo ir!!!!

– Seguro, solo pasa por esa puerta detrás de ti y listo estarás en casa. – le dijo Cántinus quien solo paso al lado de Hilda y le indico algo atrás de Susana.

Al decir que tal puerta estaba allí, en su mente la imagino y al mirar por detrás de su hombro pudo verla…. la puerta blanca de su casa flotando por su cuenta.

– ¡Adelante! Tú no tienes nada que ver con nosotros dos, ve y ten un feliz amanecer

– … en serio tienes una boca muy grande Cántinus… lo entiendo ya he perdido, no puedo alzarla con palabras- Ella suspiro al aceptar su derrota y se alejó de los dos.

– Gracias…- Eso fue lo último que Susana dijo antes de pasar por la puerta siendo despedida por una reverencia de Cántinus.

– No hay por qué agradecer, no lo hice sólo por ti.

Cuando cruzó la puerta esta se desmanteló cayendo al suelo y todo su alrededor empezó a desintegrarse en el aire dejando al sapo y la bruja de nuevo en el jardín, mientras una oscuridad profunda cubría el cielo, y el sueño terminaba.

– Felicidades Sir Cántinus. ¿Por qué no me acompaña a celebrar su victoria?

El maletín de Hilda flotó frente a él por un momento llego haber un enorme ojo en su interior y antes de que él se moviera brilló con esa cegadora luz y nuevamente y sin piedad se lo tragó dentro de un vórtice.

Cántinus cayó con fuerza en lo que parecía ser un… ¿desierto?

– Lo he pensado una y otra vez en poder invitarte a este lugar, pero siempre te esfumabas primero.

Hilda estaba frente a Cántinus observando el lejano horizonte, estaban en el medio de un desierto de arena negra sin ningún final visible bajo un cielo rojo y nublado, sin donde ocultarse ni correr.

– ¿Qué sucedió? ¿El sueño ya había acabado?

– ¡Oh finalmente escucho algo de preocupación por tu parte! Bienvenido a mi sueño.

– Aquí no hay nada, no eres muy creativa.

– Me he cansado de todo, sé que si te elimino esa bruja te remplazara, pero tal vez eso me dará algo de esperanza de nuevo. Ella lo miro con cansancio en sus ojos con sus manos en su espalda.

– Suena triste- Cántinus agarró la espada que había traído consigo y se levantó de la arena.

– Llevo siglos encerrada aquí y me he cumplido todo deseo que podía imaginar, pero al final no hay cambio en este lugar yo ya no pretendo que hay algo más, no es más que una prisión, solo un espejismo.

– Sé bien que te enviaron aquí por tus crímenes, es una lástima que quieras lanzar a un niño a este lugar, por eso me cuesta sentirme triste por ti eh.

– No tengo opción si pudiera escapar de otra forma lo haría… ya no importa lo único que me mantiene viva es este deseo de libertad y mientras tú te interpongas no lo veré jamás.

– Nada personal… es mi trabajo, pero no me siento mal por haber salvado a esa niña de ti, pero tal vez pueda liberarte a la fuerza. Cantinus se rio levantando la espada hacia ella.

– Lo sé, pobre… tu deseo por el cual terminaste trabajando para esa bruja fue simple salud, en cierta forma estas peleando por el simple deseo de vivir, condenado a solo poder mostrar tu humanidad dentro de los sueños.- Ella al fin le dirigió una mirada de hostilidad, sus ojos tristes veían a Cántinus como un simple animal era una honesta mirada de desprecio.

– Correcto y no lo veré cumplido hasta que se rinda señora.

– No… tu deseo de vivir lo negaré aquí mismo.- levantó su mano frente a ella haciendo que la arena subiera contra la gravedad tomando la forma de una espada en el aire y ella la agarro cuando se tornó en puro acero.

– ¿Qué va a hacer? si muero solo despertare…

– Este es un sueño que nunca acabará, nada puede despertar en él, tu mente será erradicada.

– Huh?

– ¡En garde!

Cántinus era al menos el doble de su altura y con sus largos brazos tenía una enorme ventaja en un combate como este, pero él nunca se confiaba y de inmediato se cubrió deteniendo la espada que lo había alcanzado en cuestión de segundos.

– Me encuentro muy frustrada y debo desquitarme con alguien, eso es todo.

Ella solo movía su mano y con gran obediencia la espada por su cuenta había volado hacia el con la intención de matar, este la desvió pero ataco una y otra vez según las ordenes de Hilda, era una ataque furioso y sin descanso y por la distancia Hilda ni siquiera tenía que preocuparse de un contra ataque mientras que a Cántinus no le quedaba sino retroceder.

Lograba detener cada golpe, pero nadie podría hacer esto por siempre… nunca iba a ser una pelea justa, ella era la soñadora ahora y todo este pequeño mundo haría su voluntad, su retroceso fue detenido por una pared se había levantado del suelo a sus espaldas, la espada flotante aprovecho a atacar y Cantinus solo se salvó al tirarse al piso rodando y escupiendo una sustancia corrosiva en la espada.

La espada se rompió y sin perder su compostura salto hacia Hilda, ella se elevó flotando y quitándose del camino sin reaccionar para nada, Cántinus la siguió atacando al saltar para no dejarla alejarse hasta que su espada fue detenida por otra pared que había aparecido de la nada entre ambos.

Presintiendo peligro Cántinus saltó para atrás al ver que la punta de una espada se formaba de la misma pared hacia su cabeza, pero su gran salto lo metió en un mayor problema al caer en la cuenta de que la arena que Pisaba ya no era solida era como si una enorme fosa de arenas movedizas se estuviera formando y Cántinus terminó rodando hasta el fondo de la fosa.

El sol ya lo había agotado bastante si esta era una prueba de resistencia ya la había perdido, pero aún podía levantarse y la espada aún seguía en su mano tenía que aferrarse a ella si quería vivir, pero un estruendo le hizo perder su coraje.

Las pisadas de un caballo fueron lo primero que se escuchó antes de que un gigantesco corcel blanco pudiera verse, la bestia era más grande que un caballo normal, inmenso en alto chocando la tierra con fuerza, Hilda lo montaba ahora con armadura muy adornada y a su lado una lanza flotaba por el aire lista para atacar.

Cántinus vez saltó fuera del camino solo para ser golpeado por la lanza a medio salto y terminar colapsando en la arena…Hilda se acercó a él, para ver si seguía vivo. La enorme lanza lo golpeó de costado pero no lo atravesó por lo que el caballo levantó sus patas para tratar de aplastarlo.

El tomaría su oportunidad, se levantó de un brinco y sin perder un momento lanzó su larga lengua para agarrar del brazo a Hilda y con fuerza la tiró del caballo sin vacilar

Cántinus saltó hacia ella y trató de asestarle el golpe definitivo.

La espada se detuvo frente a la cara de Hilda y Cántinus sintió la tierra desaparecer bajo sus pies la gravedad había desaparecido para él haciéndolo flotar hacia arriba alejándolo cada vez mas de la bruja, solo podía mover sus brazos y piernas frenéticamente.

-Bravo, en lo que a mi concierna has ganado esta ronda.- Ella aplaudía mientras su gigantesco caballo se posaba a su lado y ella solo floto para regresar a estar de pie.

Cántinus finalmente cayó a tierra su voluntad se había perdido después de tal derrota, ella solo se entretenía hasta entonces.

Hilda señaló su espada que se clavó con fuerza frente a él.

– Prepárate para comenzar la segunda ronda, déjame curar tus heridas.- Hilda abrió su palma hacia el con una arrogante sonrisa.

– ¿No me mataras? – Como si todo lo anterior hubiera sido un sueño, Cántinus se levantó sin dolor ni agotamiento.

– Matarte así no me satisface.

– No tienes clase creí que te gustaban las peleas justas.

– Esto no es una pelea, yo solamente estoy jugando contigo.

– Que honesta pero… ¿A dónde va esto?

– En lugar de aburrirme en este lugar, pelearé contigo por unos cuantos siglos, si no puedes tolerarlo deja que te mate.

– Tarde o temprano veré mi oportunidad y cuando ese momento llegue usted mori…

– ¡Gyajajaja que te crees como si pudieras lograr tal cosa sapo!- Cántinus escucho una voz muy ruidosa dentro de su mente y su mano armada tembló.

– Esta sensación- Hilda lo ignoró para observar el cielo, su caballo inquietándose con movimientos bruscos

– Pequeño sapo ahora sí que me fuiste útil, gracias por guiarme hasta aquí, jajajaja!

Nubes de tormenta se acumulaban sobre ellos a tal velocidad que no podía ser para nada natural, se observaba una cama bastante grande con cuatro postes de madera y unas cortinas de color purpura guiando la enorme tormenta por el cielo.

– Parece que mi jefa nos encontró, lo siento se acabo el juego señorita Hilda.

– Esa irritante mujer.- Hilda crujió sus dientes mostrándose furiosa, su postura perdió su usual gracias mientras cerraba sus puños.

La cama volante simplemente colapsó en la tierra muy cerca de Hilda y aún con lo fuerte del impacto no se rompió y sus cortina se abrieron dejando salir a una alta anciana encorvada con un vestido purpura tan descuidado que parecía negro y un sombrero ridículamente grande lleno de plumas e insectos viviendo en él.

Cuando ella pisó la arena se podía ver que aún estaba algo mareada por la caída, una neblina morada le salía por debajo de su largo vestido y comenzaba expandirse en todas direcciones como un veneno, nadie jamás se le acercaría si ella lo declaraba.

– ¡Hilda hace mil años que no nos veíamos, ven a darle un abrazo a tu vieja compañera! La anciana se acercó bonachona con sus manos abiertas ofreciendo un abrazo.

– Cornellia Flitzergard bruja de la calamidad. ¿Seguiste a esta rana hasta aquí? No pensé que te importara tanto. Hilda suspiro calmándose de nuevo hasta no mostrar nada en su expresión.

– Gyajaja el tipo me cae bien, posee un deseo tan simple de vivir, y no perdió mi tiempo con lógicas pretensiosas de qué es la realidad, eso me agrada, uno no puede divertirse si está muerto ¿Verdad Hilda? aunque pensándolo bien… sería grandioso.

– ¿Grandioso?….- Cántinus no se alegraba mucho de verla también manteniendo su distancia, pero su tono burlón había regresado.

– Aléjate es obvio que el tiempo ha avanzado para ti, pero yo por mi parte no he envejecido en esta prisión, una pelea entre las dos ya no terminaría como la última vez.

– Lástima que nunca te sirvió de nada todo el tiempo que has tenido, nunca me alcanzar en experiencia ahora, gyajaja….

La enorme lanza de Hilda había volado por los aire atravesándola en el estómago a la bruja a gran velocidad, la anciana no colapso y en lugar de eso agarró la lanza con sus largas y huesudas manos, no sangraba, lo único que salía de su herida era un líquido tan negro como la brea.

– Relájate un poco quieres…no has cambiado en nada… esa gente que pretende ser tan seria me siguen molestando… Yvonne… te arrastraré a la histeria. – La lanza se derritió en esa brea y ella se veía perfectamente bien.

– Esto es inútil no tengo interés en escuchar tus balbuceos, remuévete de este sueño.

– ¡Gyajaja aquí vamos, juguemos!

Como si fuera algo viviente el humo que la rodeaba se movía a gran velocidad hacia Hilda y a medio camino toma la forma de la cabeza de tres enormes serpientes, casi como una enorme hidra.

– ¡Esto es inútil Cornelia!- naturalmente este espectáculo no la impresiono.

La primera cabeza se lanzó a morderla, Hilda alzo su mano eh hizo salir un brazo enorme de piedra de la arena que la agarró del cuello hasta matarla, pero no fue lo único enormes estatuas de piedra se elevaban de las arenas con lanzas y escudos protegiéndola y ambas fuerzas chocaron con potencia.

Cántinus mantenía su distancia esta sería un pelea en la que no quería involucrarse, antes de poder irse se sorprendió al recibir un ataque por la espalda, reaccionó a tiempo para parar la espada del enemigo, un caballero esculpido en roca era el atacante, Cántinus solo infló su garganta para escupirle encima desintegrándolo.

La arena en todas partes empezaba a tomar la forma de estos guerreros y Cántinus no pudo sino retirarse a saltos lejos de ellos.

Una legión de tropas salían de la arena y corrían en la dirección de la bruja Cornellia y ella solo se reía mas frenética que nunca, la neblina nuevamente se expandió por todo el desierto las nubes en el cielo continuaron expandiéndose hasta opacarlo todo, pero la neblina sólo rodeo a Hilda como si le temiera y un rayo de luz cayó sobre ella por entre las nubes formando un círculo a su alrededor.

Cornelia solo continuaba riéndose cuando de su sombrero un enjambre de insectos se esparció y empezaron a crecer hasta volverse fácilmente del tamaño de un perro, abejas, cien pies, alacranes y toda clase de plagas se movían entre la espesa niebla atacando a todos los guerreros de roca

– ¡Tú sabes que esto es una pérdida de tiempo Cornellia! Hilda también tomo una espada en su mano y corto toda peste que se le acercara.

– ¡Gyajajajaja!

El enorme corcel blanco caminó frente a Hilda y la niebla se alejó cuando la bestia se dio a cabalgar a gran velocidad arroyando todos los insectos caían fuera del camino al paso del colosal animal. Cornelia no se movía para nada incluso cuando el caballo estuvo a punto de atropellarla.

Algo salto de la neblina de tras de la bruja, era una gigantesca anguila que mordió al enorme caballo por un costado y por su gran peso los derribo hacia la neblina a merced de todas las abominables creaturas.

Cornellia sonrió más y con un salto emprendió el vuelo, directo hacia Hilda.

La manos de la brujas parecían estar transformándose en garras y un líquido de aspecto siniestro goteaba de ellas como si el solo tocarlas mataría, Hilda no retrocedió y con su espada detuvo esas garras y le atravesó el hombro, ella solo siguió riéndose ya que lo único que brotaba de su heridas era esa espantosa brea.

– Gya…ja… te atrapamos.

– Tonterías no nos podemos matar entre nosotras, no es posible…

– Sí, pero no estamos solas jeje.

Cántinus había saltado justo de tras de ella y con su espada le dio una cortada, el cuerpo de Hilda se fracturo como si estuviera hecho en barro y una fuerte luz salía de las grietas.

– ¡Gyajajajajajaajaja! ¡Gane, ahora acábala sapo!

Cántinus debía dar el golpe final en el corazón de la bruja, pero antes de moverse llego a mirarla a los ojos incluso ahora ella se veía preparada, el siempre pensó que su gran magia era la razón por la que se veía siempre tan despreocupada, ¿Pero acaso en verdad no le importaba vivir? Para alguien como Cántinus que llego hasta aquí solo para seguir vivo este concepto era incomprensible… agarró firmemente su espada, pero en su mente divagó tanto que ya era muy tarde para mover su brazo y la bruja Hilda se transformó en arena antes de que la espada la tocara.

– ¡La arruinaste sapo! …Y ya estabas a punto de ser libre, bueno más diversión para mí.

– … Lo siento jefa no he matado nunca a nadie…aún soy un simple maestro de escuela en realidad. Cantinus cayó de rodilla entre la arena sosteniéndose del manojo de su espada.

Todo el espectáculo de hace unos momento se desvaneció ya no había rastro de los horrendos insectos ni los imponentes soldados de piedra, solo había quedado el vacío desierto nuevamente, pero hasta la arena estaba desapareciendo para dejar en su lugar un espacio de frío y obscuridad como si ya no existiera tierra firme en la distancia todo tornándose a un vacío.

– Ella está desarmando este aburrido sueño para forzarnos a escapar, nunca ha sido buena perdedora.

– Igual nuestro momento se esfumó y ya no puedo pelear- Cántinus soltó su espada al sentir que ya no la necesitaría.

Una grieta se abrió a la mitad del desierto tragándose la arena a un vacio infinito del otro lado Hilda caminaba con dificulta su rostro también se había agrietado como arcilla pero aún tenía algo que decirles y trato de mantener su usual elegancia.

– ¿No puedes dejarme ser? Ambas sabemos que no haces esto por el bien de los niños Cornellia.

– Eso sería aburrido, pelear contigo es un juego muy entretenido no hay mucho más digno de hacer para una bruja en esta era.

– No es un juego… para mi… váyanse ya no deseo verlos, le dejo libre Sir Cántinus.

– Como quieras vieja amiga, Cántinus mueve esas ancas nuestro sueño acabo. Cornellia le golpeo el hombro para que se levantara y aun con el dolor se puso de pie.

Una puerta había aparecido cerca de ellos y la bruja Cornelia la abrió desapareciendo de inmediato Cántinus dio un último vistazo hacia Hilda mientras limpiaba su saco con su brazo.

– Si me hubieras matado ya serías libre señor Cántinus.

– Si usted se rindiera también podría serlo, pero no lo hará verdad.

– No.

– Lo entiendo, ambos buscamos lo mismo, la libertad, ese es un buen sueño de tener.- Se miraron una última vez, Hilda Yvonne solo cerro sus ojos con una cansada expresión y desapareció en una ráfaga de arena.

Cántinus atravesó la puerta para encontrarse un largo pasadizo con solo una puerta hasta el fondo, el camino a la realidad, Cornelia también se dirigía a ella.

– Tú eres el único que la puede matar Cántinus, con ella no te puedes dar el lujo de dudar más, recuerda tu sueño sapito.- Ella guiaba la marcha con su usual sonrisa que por tan rota que estaba brillaba con su honesta alegría.

– Lo sé, pero puede que no sea capaz, yo si trate en serio estaba a punto de…

– Gyaja bueno se salvó la niña y logré estirarme un poco tras tantos siglos, no fue un desperdicio total, aunque ella ni siquiera peleo con su verdadero poder de bruja, gyajaja después del susto que le diste tendrá que tomarse esto más en serio.

– ¿No puede ella ser libre de otra manera?

– No sapo y tú no serás libre si no terminas con ella.

– ¿Cómo no creo que cometa este error de nuevo, hay una forma de acabar con ella jefa?

– Gyajaja si pero sería un gran riesgo para nosotros…pero mientras desconozcamos el verdadero paradero de la bruja será inútil, todo sería inútil, inútil, inútil, jeje.

– Hare todo lo posible como siempre, no tengo elección alguna.- Cantinus estriaba los músculos de sus brazos mientras caminaba.

– Recuerda sólo me interesa mi propia diversión, si me terminas aburriendo destruiré tus esperanzas también, me da igual si se queda esa bruja encerrada o no.

– Lo se jefa…. Pero dígame porque está encerrada? Llevo tanto peleando y no me he dado una idea.

– Eso es conocimiento para brujas no sapos.

– Aun así si encuentro una forma de liberarla sin tener que matarla lo hare.

– Trata sapito pero no esperes que un final feliz aparezca tan fácilmente.

– Las cosas nunca han sido fáciles para mí jefa… Con un tono descepcionado Cantinus y la bruja de la calamidad desaparecieron por esa puerta.

***

– ¿Quería hablar conmigo maestra?

– Susana tenía que felicitarte- La maestra cristal había parado nuevamente a la niña en la salida de la escuela.

– Sobre la tarea yo…

– No es solo eso ya llevabas tiempo sin estar concentrada en clase y veo que estas llevándote un poco mejor con algunos de tus compañeros.

– No siento que sea así.

– Pues te equivocas es cuestión de tiempo nada más y claro tu tarea me gustó bastante siempre te digo que pones más esfuerzo en estas tareas de cuentos y si tan solo hicieras lo mismo en ciencias estaríamos perfectas.

– Gracias.

– Sí, bueno te dejo… por cierto ese nombre en tu tarea «Cántinus» donde lo escuchaste.

– ….solo me lo invente o no me recuerdo muy bien donde lo escuche.

– Si yo no creo que sea un nombre de verdad un profesor de aquí tenía un sapo con ese nombre y siempre me pareció curioso.

– ¿Eran amigos?

– Si éramos muy cercanos… más que amigos.

– ¿Ya no trabaja aquí?

– Tenía un problema y él… se fue a vivir al extranjero así que no te preocupes que está bien… sabes estas siendo muy curiosa hoy.

– Yo…- Susana podía notarle que le estaba mintiendo, la señorita Cristal nunca mentía.

– Sigue así ya hablamos después.

Susana se quedó parada allí mientras seguía intentando recordar ese pequeño sueño cuando escucho el craqueo de un sapo, entre los arbustos del colegio se veía un pequeño sapo solo mirándola. Incluso aún estando algo asqueada por ellos se acerco un poco.

– Gracias….esto es tonto… pero si es usted, tiene que volver con su amiga.

– Croack

El sapo nuevamente desapareció entre los matorrales y su vida volvió a lo que era antes pero con el recuerdo de aquel sueño, el sapo aún sigue saltando en un laberinto de peleas eternas soñando con la libertad que perdió, un simple peón en un juego entre dos brujas pero aun salta con gran orgullo mientras espera su gran oportunidad.

FIN

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Decidi publica unas viejas historias cortas que había escrito hace unos años. La primera es principalmente un prologo y las otras dos partes ya escritas son mucho mas grandes y densas las publicare en cuanto termine de darles una revisión mas.

Cualquiera de sus comentarios es bienvenido para ayudar en esas ultimas revisiones.

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