
Oscura, libre y tranquila. Eterna como el primer amor. Callada, sincera, pacífica. Reconfortante, a veces fugaz; fría como aquel que se enamora, lo entrega todo y recibe nada; sofocante como el calor que emanan los lascivos besos de un nocturno romance.
Triste como el recuerdo de una historia.
Espacio ideal, fiable lugar para reposar mi corazón; baúl perfecto para conservar lo que queda de mis más puras y amargas entrañas.
Culpada, callada y a veces mutilada.
Silenciosa en momentos de multitud, estrepitosa cuando todos duermen. Condenada a ser vista como la mala, secuestrada y destinada al vacío, al dolor, a la pena.
Te abrazo y te hago mía, efusivamente mía; solo de mí. De este corazón que despide grandes gotas de carmín, de este cuerpo que te abre espacio y te pide a rauda voz que lo vivas. Déjame ser completamente tuyo, enséñame a ser fuerte, a vivir contigo y sin tí; a retenerte cuando estés y a soltarte cuando deba.
Taciturna. Sombría, reparadora y nocturna.
Así te quiero, así te siento. Soledad
Fernando Guerrero, marzo 2023.
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