Tocado y hundido. Como en el juego de los barcos que en la guerra de cuadrícula sucumben al designio del azar, al capricho del destino. Lo peor es el olvido. El olvido hiere y te das cuenta de que te han herido. En el fondo sabes que estás dolido. Lo entiendes todo pero, ¿qué hay de lo mío? Esta indiferencia no me la he merecido. No es rencor, es resentimiento. Y al final descubres la salud en el sentimiento negativo. Porque es lo justo para el que no se merece el peor de los desprecios. Los días pasan y el recuerdo queda, clavando sus garras en el alma material del descreído. Que hablen las cuerdas y que cante la voz. Pero que calle el sueño perdido. Que calle el pasado. Que no diga nada el guardián de tu secreto. Tu amigo.

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