El reflejo en el espejo

Un día apareció frente al espejo, pude verlo a través de mis pupilas. Apenas si podía notar su silueta, pero con cada segundo que pasaba, se tornaba más y más colorido, como un feto que se forma en el vientre de su madre.

Cuando al fin lo invisible se hizo visible, fui capaz de percibir al ser que se ocultaba en mi mirada. Era un mocoso flacucho, largo y debilucho, que tambaleaba como un ternero mientras se adaptaba a estar de pie.

-¿Quién eres?- pregunté un poco preocupada. como podía ser real lo que estaba viviendo. tal vez era producto de mi imaginación, o quizás me había quedado dormida y no lo había notado, pero sin duda aquello era algo alucinante.

-Al fin pude librarme de esa prisión en la que me habías encarcelado- respondió con un tono aliviado, pero a la vez se podía notar un poco de molestia.

No pude cuestionarle sobre lo que decía. yo seguía en shock, me había quedado inmóvil al ver como de manera repentina el espectro que hasta unos segundos antes había estado dentro de mis pupilas, ahora se apoderaba de mi reflejo en el espejo. Ahora lo tenía frente a frente, en sus ojos había una mirada que inspiraba miedo. Era evidente que quería intimidarme, y claramente lo estaba logrando.

Conforme el tiempo pasaba, me era cada vez más imposible sostenerle la mirada.

Me cuesta explicar el reto de la historia, puesto que todo sucedió como si fuera un reloj de arena al que le das vuelta y conviertes el tiempo perdido en tiempo disponible para vivir. Como si fuera magia, el universo se había invertido y ahora podía verme a través de sus pupilas.

Podía notar como me sofocaba mientras el trataba de acorralarme. Era evidente que quería que desapareciera. Comenzó una cacería de brujas, con el único fin de eliminarme por completo del sistema, por lo que antes de que él se hiciera con los códigos que controlaban los sistemas, me refugie en el que controlaba mis emociones.

Ahí, me sentía un poco a salvo de aquel depredador sin alma. No había nada más que pudiera hacer, me sentía inútil, no podía hacer nada para enfrentarlo, estando frente a él, todas mis defensas me abandonaban, dejándome al descubierto y sin ninguna posibilidad de ganar.