El reencuentro

El reencuentro

Tannish

04/11/2019

Sola una vez más. Recordaba lo bien que hacía haber estado en Italia y España. Dar esas caminatas de noches , probar las deliciosas pastas del hotel donde se hospedaba, hablar su italiano , decirle a sus amistades que está de maravilla y que ha tomado muchas fotografías y que se las iba a mostrar de regreso .Pero en el fondo una sensación de vivirlo todo , como el ultimátum finales de su vida. Sin duda, era muy simpática y atractiva. La vida la había llevado en ciclos meridianos, en un souvenir de los tiempos en que solía estar junto a su padre y hermano.

Cuando vió partir a Anna, su madre. El auto la esperaba, las maletas y el bolso que llevaba , los lentes de sol que usaba, los tacones altos, se subían al auto. La maletera iba cerrándose por el chofer. La puerta principal se cerraba al irse aquel auto de color entre beich y gris. Su madre antes de la partida le obsequió un collar que llevaba unas pequeñas estrellas que simbolizarían los sueños por cumplir y la distancia no impediría volverla a ver. Cada mañana escribía una carta y al final unas palabras» Te espero sin importar el tiempo» . Tantos escritos que ninguno fué correspondido. Su vida había transcurrido en las clases de piano , en la biblioteca del apartamento , los círculos de amistades , los viajes inolvidables a lugares de escenarios excéntricos, las noches de publicidades importantes de la oficina , los nuevos idiomas que aprendía, las amistades de tiempo….

Los balcones muy bellos a un estilo barroco , las vistas perfectas , el café de la mañana, la costa repleta de conchitas de colores , la arena y el mar. Ella caminaba todas las mañanas en los altibajos de la costa . Las casas de playa , blancas como la arena , la brisa suave , la melodía del mar y los nuevos comienzos. Se dirigía a unos de los lugares de allí, a escribir. De regreso a la terraza donde permanecería hasta de singular manera le lleve a la eventualidad de la vida. Sostiene en sus delicados dedos una copa de vino blanco , sorbo a sorbo, agrega a la noche una botella más. Se desnuda del calzado . El vestido aromatizado a mar y arena le parecía un nuevo comienzo más. Pensaba en los veranos y los cafés en los cuáles tenía una amena conversación, las exuberantes noches de locura inalcanzable y amanecidas de impredecibles experiencias. Al final de la noche, escucha la voz de alguién.

Desconocido : – Está muy sola al ver.

Ella: – ¿Disculpe?

Desconocido: – ¿Cuál es el motivo de vivir , de amar y de entregar sin condiciones? ¿Lo conoce, usted? ¿Ha escuchado hablar de ello?

Ella expectante ante la situación responde : – ¿ No es usted nadie para decirme que hacer o no con mi vida?

Desconocido: – Yo también me siento al igual que usted . Pero no me siento solo.

Ella: Algunas personas estamos en un ciclo perfecto, otras están por ser , otros por comenzar y otros por conseguirlo o ni siquiera ello. Al final, todos tenemos el libre albedrío.

Desconocido: – No quiero ser intrépido . ¿ Cuál es la de usted?

Ella aún más admirada del diálogo . De espaldas hacia el desconocido con vista a una ciudad que se teñía de los multicolores de la noche en la terraza.

Ella : -¿Por qué habría de decírselo?

Desconocido: – ¿Por qué eso puede hacer que usted cambié de opinión?

Ella: – Gracias!!! Pero no necesito a nadie para cambiar mi perspectiva de ver las cosas.

Desconocido: Yo conocí a alguién alguna vez que me recitaba palabra tras palabras en los confines de mi vida, devolviendome la esperanza y la naturaleza de vivir hasta que un día la correspondencia no llegó. Los días se enlentecían , la garganta se me hacía un nudo y la voz se me apagaba. Pero sobreviví con la última carta que decía:» Todo este tiempo he escrito sin contestación alguna . Si el destino cree que es lo mejor , así será. Lo único que quiero que sepas es que ya no escribiré , pero seguiré escribiendo con el anhelo de siempre hasta cumplir mis sueños».

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS