Ser estúpido no me libra de la culpa, con arrepentirme y sincerarme de corazón, se podría pensar que resulta suficiente para arreglar el problema; sin embargo, con el paso de los años, aquellas estupideces se fueron amalgamando poco a poco hasta convertirse en piedra y cimiento de nuestro gran castillo de arena, y tus falsos olvidos recubiertos de un hipócrita perdón, que siempre guardaste en el bolso que llevas bajo el brazo, sentenciaron el comienzo del final, de nuestra relación.
OPINIONES Y COMENTARIOS