El rey se despertó preocupado, había tenido un sueño inquietante. Llamó a su súbdito de confianza y le contó el sueño, este solo le sugirió que no le diera importancia, después de todo solo era un sueño, sin embargo, para su tranquilidad el mismo se asesoraría de que todo estuviese en orden.
El súbdito tecleó una contraseña en el teclado numérico que se encontraba a un costado de la puerta, al terminar, esta se abrió automáticamente dando paso al pasillo principal de la nave. Creía que era un absurdo, pero debía obedecer al rey. Este había soñado que el príncipe heredero era un impostor, que, de alguna forma, las criaturas del planeta Kleper pudieron duplicar al príncipe y cambiarlo mientras la nave se encontraba en ese planeta. Era ilógico, aunque los kleperianos tenían una vasta tecnología, no podrían ser capaces de clonar o crear a un ser de similares características. Al llegar al final del pasillo, tocó el sensor de la puerta, tomó unos segundos antes que desde el parlante se oyera la voz del príncipe preguntando que sucedía. Muy cortésmente el súbdito pidió entrar en el despacho del príncipe, este sin menor problema abrió la puerta. Al parecer todo en orden, era el mismo príncipe de siempre, sentado en un largo sillón de cuero se encontraba el príncipe semi desnudo con tres mujeres, bebía flojamente de un vaso a medio llenar de wiski. Todo era normal. Pidió disculpas al príncipe y se retiró algo molesto, esto era algo tonto y evitó volver a darle importancia.
Ya había pasado una semana de navegación desde Kleper, aún quedaba mucho camino por delante, la poderosa nave llevaba navegando cientos de años, desde que la tierra se volviera un inerte pedazo de roca, las pocas personas que sobrevivieron tomaron la decisión de escapar y navegar hasta encontrar un adecuado lugar para vivir. El rey miraba desde la ventanilla de la nave y pensaba en la tierra, como la mayoría de la gente que vivía en la nave, él no conocía la tierra, solo la había visto por hologramas y vídeos. Habían pasado por tantos planetas, algunos desolados, otros inhabitables y otros con seres extraños que se resistían a la conquista de la humanidad.
El súbdito se sorprendió al oír la noticia, habían encontrado a tres jóvenes muertas en la zona 3 de la nave, los cuerpos estaban completamente desnudos, claras marcas de abusos sexuales y marcas de garras en todo el cuerpo y lo más extraño que tenían el vientre completamente hinchado. La noticia llegó a oídos del rey quien pidió una investigación. No pasó ni una semana y se volvió a encontrar más mujeres con los mismos indicios, era una catástrofe. De todos los años que la nave llevaba en órbita, jamás se había dado un caso de asesinato, ni menos de esas características, la histeria y preocupación inundaron la nave, la gente volvía a hablar de las creencias paganas sobre demonios y otras monstruosidades, cada vez eran más las víctimas.
Joseph, uno de los médicos de la nave, decidió hacer una autopsia de una de las jóvenes antes de que fueran arrojadas al vacío del espacio. Cuidadosamente comenzó a examinar el cuerpo inerte de la víctima mientras su ayudante tomaba notas, tomó el frío y afilado bisturí y comenzó a abrir el vientre, fue en ese instante cuando una horrible criatura salió del vientre y le atacó el rostro dándole muerte al instante, el ayudante trató de huir, pero la ágil criatura saltó encima de él y de un mordisco le arrancó la mitad del cuello. El ataque era inminente. Poco a poco las criaturas fueron surgiendo de los descompuestos cuerpos de sus víctimas, el súbdito le sugirió al rey el bloqueo de inmediato de las zonas infectadas, así se hizo, las zonas 3 y 4 fueron las primeras en bloquearse y dejar a la gente que allí vivía a su suerte. Sin embargo, las criaturas seguían surgiendo en otras zonas de la nave, poco a poco llegaron a las zonas primordiales, como la zona de energía y abastecimiento, el rey en lo más alto de la nave, reunido con las personas más importantes planeaban una solución imposible para tal amenaza. La puerta de la sala de reuniones se abrió de golpe haciendo que todos voltearan a ver, era el príncipe el que había entrado. Alegre como si nada pasara.
—les tengo la solución a este gravísimo problema— dijo sonriente mientras se acervaba al rey.
—pues dinos de una vez, esto ya no da para más—ordenó el rey severamente.
Se posó detrás de el y suavemente dijo —la extinción completa, esa es la solución— y sin decir nada más, atravesó el cuerpo del rey con sus enormes garras.
La nave siguió vagando por el amplio universo, ya sin rumbo, sin propósito, sin tripulación. El ultimo hálito de la humanidad había desaparecido, ya no existían rastro de aquella enorme civilización. Trataron de escapar de la extinción, pero la extinción logró alcanzarlos.
El joven Kleperiano apagó el dispositivo de lectura, le gustaba leer historias de razas inexistente, como era la de los humanos.
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