El Presidente Pinocho y el Baul de las Mentiras…
Incluso si viniera arrastrándose puerta por puerta, casa por casa… aun así, no lograría borrar ni un solo insulto, ni una sola de sus desgraciadas mentiras, habrá quizás quien le compre el arrepentimiento, pero es tan mentiroso y tanto daño a hecho su mentira que ni el perdón le devolverá la paz a su conciencia cómo a nosotros no nos devolverá las fortunas robadas y todas las vidas perdidas… que pequeño es nuestro presidente, y que inmensa es su ignorancia, solo una cualidad puede resaltar detrás de ese patético, repulsivo, mediocre y atrasado bigote que lo representa.
El presidente levanto el baúl y lo volteó sobre el escritorio, descubrió que estaba vacío, ya había usado todos los cuentos y mentiras heredadas de los anteriores presidentes, así que se arriesgó a inventar las suyas, no sin antes consultar con un pajarito.
La mentira… una cualidad que le parece funcionar a la perfección, él sabe que miente, el, ellos, nosotros, todos sabemos que él sabe que miente, y no puede hacer otra cosa, es un mentiroso compulsivo y lo seguirá siendo, incluso cuando el espejo lo acuse por sus mentiras o cuando una bomba repleta de puras verdades reviente en su cara. Mintió para declararle la guerra al país, al nuestro, al suyo propio, acusó a los venezolanos de extranjeros y a los chinos les regalo el petróleo, acusó a los gringos de invasores y de venida le dio a Trump un besito en el cuello. Dijo mentira sobre su pasado turbulento, y baila salsa sobre la tumba de la gente asesinada, gente que murió a consecuencias de sus mentiras… ríe a carcajadas negando la falta de medicinas, y dice; no oigo no oigo soy de palo tengo oreja de pescao… y con la misma desfachatez niega el sonido de las tripas de millones de venezolanos hambrientos, y como quien hecho el loco ordena a sus bestias uniformadas a reprimir.
Pinocho de oro para el Sr. Presidente, y por favor uno con una nariz lo suficientemente grande para que pueda arrebatarse el perico y toda su droga… un trofeo bien merecido por desempeñarse tan bien el arte de no decir la verdad.
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