El poema de Gilgamesh Capitulo 2 – Muro de lana

El poema de Gilgamesh Capitulo 2 – Muro de lana

Matthew el cuervo

01/04/2021

Antes de llegar a ese lugar trabajaba como mesera en un restaurante frecuentado por los ricos locales, el trabajo era fuerte pero la paga le permitía pagar el alquiler de un pequeño cuarto y ahorrar un poco, soñaba con tener un restaurante lujoso y mezclarse con esas mujeres que nunca le dirigían la mirada y los hombres que tocaban su trasero por diversión; siempre le pareció monstruoso que personas se divirtieran viendo a personas masacrarse pero le tranquilizaba saber que a ese lugar solo eran llevados convictos aunque eso le hiciera recordar a aquel niño del orfanato donde creció, tan preocupado por su hermana pequeña que la visitaba a escondidas aun cuando ella fue adoptada sin el.

Un día, cuando creyó que por fin le confesaría que ella le gustaba le dijo que pronto cumpliría 18 años y buscaría un trabajo para poder pasar tiempo con su hermana, recordaba que de cualquier manera le habría rechazado, eso y su poco parecido físico con la niña.

Mientras los hombres recibían espadas y lanzas a ella junto al nombre de Mevia le fue asignado un kusarigama el cual aprendió a manejar fácilmente después de pasar por el cuarto blanco, la velocidad que el arma le exigía no daba tiempo a sus enemigos de aprovechar la diferencia de fuerza.

Después de ocho victorias se sintió con la confianza suficiente para reclamar su libertad, en todos los combates usaba una mascara por lo que no tendría problemas afuera, conseguiría otro trabajo y empezaría a ahorrar de nuevo, solo había perdido un año de su vida en ese agujero; lo único que tenia que hacer era vencer al invicto Zero, nunca había compartido con los demás en el gimnasio pues le asignaron un horario diferente o hablado con ellos estando en la celda pues le habían apartado de los hombres, eso le ayudaba a no tener ningún tipo de remordimiento cuando peleaba con ellos, salir de ahí era su objetivo y nada debía desviarla.

Cuando el momento decisivo llegó le extraño que Zero diera vueltas a a su alrededor así que empezó a girar la hoz a un lado de su cabeza como ensordeciendo a la voz interna que le decía lo que debía hacer cuando la trayectoria de su enemigo se volvió predecible lanzó la punta que descansaba en el suelo atrapando la lanza para dejar que Zero tirara de ella acercándola lo suficiente para derribarlo al colocar la oz detrás de su rodilla y tirar hacia adelante, antes de que cayera al suelo ya perforaba la armadura convencida de su victoria pero esta era demasiado dura lo que permitió que Zero le asestara un golpe con el escudo en la cabeza que no le aturdió lo suficiente para olvidar que debía mantener la oz ahora manchada en sangre cerca de sí, al alejarse lo suficiente pudo ver a Zero reincorporándose y patear la lanza con aparente frustración, solo comprendió el error al verla clavada en la pared a centímetros de su cabeza. Atacarla de frente parecía un suicidio pero esa fue la decisión de su oponente no fue complicado cortar su antebrazo y hacer que soltara la espada ahora, solo el escudo de madera le protegía ella sabia que seria fácil romperlo con la punta destinada a golpear sin permitir que se le acercara, cuando estuvo hecho el muy idiota elevó los brazos en forma de equis para atrapar la punta y enredarla en su antebrazo pero ese no era un problema esta vez apuntaría la oz al único punto vital sin protección su cuello, pero al lanzarlo le sorprendió la frialdad con que atrapó la oz con su mano desnuda, ahora sangraba por dos puntos pero con una fuerza increíble tiro de las dos puntas hacia el ¿Qué pretendía? no era ninguna principiante, al llegar golpeo el hombro del lado con que sostenía la oz para impedir que le dañara con esta solo para sentirse terriblemente decepcionada al verse atravesada por el otro costado con una estaca de lo que solía ser el escudo de Zero.

Para su sorpresa la puñalada no dolía, nunca había compartido un espacio tan pequeño con nadie por lo que se sorprendió al sentir los ojos de Zero en los suyos, cuando le vio quitarse el casco reconoció al instante a ese muchacho con quien había crecido en el orfanato pero por alguna razón no le sorprendió, cuando se sintió sin la mascara saboreó un poco de esa libertad que buscaba, cuando le besó entendió lo que era vivir para alguien diferente a si misma. Pudo ver la expresión del hombre del traje al escuchar que era un enfermo pero no estaba loco, aun en su supuesta ensoñación había reaccionado al intento de golpearlo; mientras caía recostada en los brazos de Zero pudo escuchar como el hombre del traje le contaba que el era Gilgamesh y Zero Enkidu porque parecían destinados a ser enemigos pero si se unían lograrían un mundo unido por el miedo al dios hecho carne y a su fiel guardián; al cerrar los ojos pudo ver al hombre del traje desde afuera de la celda decir: oye Zero ¿alguna vez escuchaste del poema de Gilgamesh?

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