El niño que sembraba auroras

El niño que sembraba auroras

Valen

13/08/2025

Cuentan que en un rincón del cielo, donde las nubes se pliegan como páginas de un libro antiguo, vive un niño llamado Tahiel.

No llegó allí por azar. Dicen que fue llamado por la luz, esa luz que a veces toma la forma de un abrazo.

Tahiel no camina: flota, como si el aire lo conociera de siempre. Sus manos pequeñas siembran semillas de luz que, al germinar, se convierten en auroras. Cada aurora es distinta: algunas nacen suaves como un suspiro, otras arden con la fuerza de un recuerdo.

En su jardín celeste guarda un secreto: hay una estrella que late al mismo ritmo que el corazón de su mamá. Tahiel se acerca cada noche a escucharla, y en ese latido aprende que el amor no entiende de distancias.

Cuando la Tierra duerme y el mundo parece olvidarse del cielo, Tahiel lanza una chispa fugaz. No es un deseo: es un mensaje.»Aquí estoy. Te veo. Te cuido.»

Nadie lo ha visto de cerca, pero dicen que, en las madrugadas claras, si se mira con paciencia, puede verse una sombra pequeña cruzando la luz de la luna. Es Tahiel, el niño que sembraba auroras, regando con amor un cielo que nunca deja de mirar hacia abajo.

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