El mundo en manos del mal

El mundo en manos del mal

Yainier Jiménez

19/10/2023

Infiltrados

El Consejo de Derechos Humanos de la ONU era una farsa. Eso lo sabía muy bien el coronel Omar Al-Bashir, el líder de Sudán y uno de los mayores genocidas del siglo XXI. Él había sido elegido como miembro del Consejo en 2022, junto con otros países como China, Rusia, Irán y Corea del Norte. Todos ellos formaban parte de una alianza secreta que tenía un plan macabro: infiltrarse en el organismo internacional de derechos humanos para desestabilizarlo desde dentro y promover su agenda de exterminio global.

Su objetivo era eliminar a todos aquellos que se oponían a sus ideologías radicales, ya fueran minorías étnicas, religiosas, sexuales o políticas. Para ello, contaban con el apoyo incondicional de millones de seguidores fanáticos que les habían sido adoctrinados desde la infancia. Estos seguidores estaban dispuestos a cometer todo tipo de atrocidades en nombre de sus líderes, sin importarles las consecuencias.

El Consejo de Derechos Humanos de la ONU era el escenario perfecto para llevar a cabo su plan. Desde allí, podían bloquear cualquier resolución que condenara sus violaciones de derechos humanos, vetar cualquier intervención humanitaria o militar que intentara detenerlos y manipular la información y la opinión pública a su favor. Además, podían acceder a información confidencial y recursos estratégicos que les permitían sabotear a sus enemigos y fortalecer a sus aliados.

Pero no todo era tan fácil como parecía. El Consejo también estaba integrado por países democráticos y comprometidos con la defensa de los derechos humanos, como Canadá, Suecia, Francia o Japón. Estos países no se dejaban engañar por las mentiras y las falsas promesas de los infiltrados y trataban de frenar sus avances y denunciar sus crímenes. Entre ellos se encontraba la doctora Aisha Khan, una joven y brillante diplomática pakistaní que había sido nombrada presidenta del Consejo en 2023.

Aisha Khan era la principal amenaza para los planes de los infiltrados. Ella era una mujer valiente, inteligente y decidida que no se dejaba intimidar por nadie. Ella había dedicado su vida a luchar por los derechos humanos y a ayudar a las víctimas de la violencia y la opresión. Ella conocía bien el sufrimiento que causaban los genocidas, pues había perdido a su familia en un atentado terrorista cuando era niña.

Aisha Khan tenía una misión: desenmascarar a los infiltrados y detener su plan antes de que fuera demasiado tarde. Para ello, contaba con la ayuda de un grupo de aliados leales y valerosos que compartían su visión y sus valores. Entre ellos se encontraba el agente Jack Ryan, un ex marine estadounidense que trabajaba como asesor de seguridad del Consejo.

Jack Ryan era un hombre de acción, con un gran sentido del deber y del honor. Él había participado en varias misiones militares en zonas de conflicto, donde había visto de primera mano las atrocidades que cometían los genocidas. Él había jurado proteger a los inocentes y hacer justicia a los culpables. Él estaba dispuesto a arriesgar su vida por Aisha Khan y por la causa que ella representaba.

Juntos, Aisha Khan y Jack Ryan se enfrentarían a un enemigo poderoso y despiadado que no se detendría ante nada para lograr su objetivo. Una batalla épica entre el bien y el mal que pondría en juego el destino de la humanidad.

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