El miedo y el poder: De lo psicológico a los controles sociales.

El miedo y el poder: De lo psicológico a los controles sociales.

Ivan Adans

18/03/2024

El miedo es una emoción la cual nos acompaña desde los primeros días de nuestras vidas hasta los últimos de esta. Como todas las emociones que hemos llegado a experimentar, el miedo algunas veces puede convertirse en una encriptada sensación que domina nuestro cuerpo, transformándose y evolucionando en una fortaleza psicológica que interfiere en el actuar de cada individuo y en donde muchas veces no se termina diagnosticando medicamente con precisión el porqué de esta emoción. De este modo, expondremos porque el miedo en todos los grados (físicos y metafísicos) posibilita el dominio de los individuos, y de cómo podría considerarse esta emoción, en tiempos modernos, como una construcción corrupta del instinto por la supervivencia de nuestra especie. Este texto se propone exponer las dinámicas entre el miedo y el poder, examinando cómo se entrelazan, influencian mutuamente y, en última instancia, definen las complejidades de la experiencia humana.

Montagud Rubio (2022) plantea que el ser humano posee seis emociones primarias, aparentemente codificadas en nuestro código genético y llamadas universales: alegría, sorpresa, ira, tristeza, asco y el miedo.

El miedo es una de estas que acapara no solo a nuestra especie sino también a otros mamíferos que les permite actuar en respuesta a las amenazas inevitables de la naturaleza. Para Montagud Rubio (2022):

El miedo es un mecanismo adaptativo, algo que nos sirve para identificar posibles amenazas y huir antes de darles la oportunidad que nos hagan un daño real. Nos sirve para reaccionar rápidamente ante situaciones potencialmente peligrosas. Esta amenaza no tiene por qué ser únicamente física, dañina para nuestro cuerpo (p. ej., el ataque de un león), sino que también puede implicar una amenaza psicológica, atacando nuestra autoestima o autoconcepto. 

Aseverando que el miedo naturalmente se considera un mecanismo de defensa ante el peligro del entorno, vamos a trasladarnos a analizar porque se deriva la vanguardia de los peligros imaginarios o psicológicos, y de porque el que la domina posee más autoridad dentro de los individuos respecto a sus miedos. Para empezar, debemos considerar que las interpretaciones sensitivas que experimenta el sujeto son imprescindibles para la sinapsis que se desarrollara, es decir, que el miedo puede alcanzar diversos grados de posesión, en donde, la mente delega su nivel. Justamente allí, a mi parecer, aparecen los miedos naturales y antinaturales o metafísicos; los primeros derivados por el entorno, y los segundos por abstracciones mentales. Con base a ello, profesionales de la salud mental destacan que gran parte de los trastornos mentales como: la ansiedad, la paranoia, la depresión, entre otros, son en un gran porcentaje provocado por el miedo, en donde derivan de él, la angustia, la incertidumbre, hasta las mismas fobias. Sin embargo, debemos aclarar sobre esta emoción y las demás, Montagud rubio (2022) afirma que todas ellas son positivas en tanto que son adaptativas. Sentirlas siempre es positivo pues nos son útiles y debemos sentirlas con libertad en vez de reprimirlas o tratar de controlarlas. Mas, la saturación de alguna de estas llevarían a desarrollar algún síntoma de un proceso psicopatológico. 

Cuando la dominación de este sentimiento aparece a escalas mayores, en varios individuos, hablamos de un miedo invasivo, predispuesto o paradigmático, la cual una persona o varias son capaces de sembrar miedos psicológicos a otros entendiendo el miedo natural, asentando un control en ellos de forma furtiva o incapaz de visualizar. En los ámbitos sociales, comprendemos el temor al rechazo, a la inferioridad, al no alcanzar el éxito, a la emancipación económica, etc. En ámbitos políticos, existe una sumisa devoción ante los dirigentes, rodeando en ellos, la superioridad capaz de provocar miedo o castigo. En cualquier dimensión de nuestra cotidianidad, el miedo puede llegar a estar tan interiorizado que probablemente se oculte y evolucione. De modo que, esta emoción más que una respuesta mental, puede llegar a ser un arma de poder y domesticación. 

Según Maquiavelo, en su libro El Príncipe, respecto a que es preferible ser temido que amado, da a entender que la dominación del miedo frente a un individuo o individuos es directamente proporcional al control y el poder. De modo que poseer miedo, reencarna un sentido de dominancia. Así, el miedo ha llegado a trastornarse en una herramienta de poder y ha abandona su naturaleza como emoción para la supervivencia, de aprendizaje y entendimiento con lo desconocido. Para sostener esta premisa podríamos dirigirnos a nuestra vida diaria, en donde encontramos la tenue presencia del miedo en un examen, en una elección, en un acto, en el uso de palabras, en las relaciones personales, en los sueños, hasta en la pasividad del descanso. Quizá estos miedos, se acerquen más a situaciones vividas que se asientan, pero no se puede rechazar la idea de que haya sido sembrado por la misma mente o por alguien más, trasladando cierta fuerza de esta emoción al inconsciente. Para sembrar el miedo, se pueden usar recursos como las palabras o las acciones, allí la desconocida interpretación de la mente la pueda reforzar y contaminar de forma indirecta a otros individuos. 

Dentro de los márgenes de la política, el miedo ha sido la herramienta más efectiva para alcanzar el control colectivo, en muchos casos los discursos y las represiones llegan a fundamentarse como instrumento infalible de poder. Históricamente, la propaganda, la censura y la creación de enemigos imaginarios son estrategias que se han empleado para mantener a la población en un estado constante de ansiedad. El miedo, entonces, se convierte en una forma de control social, limitando la disidencia y fortaleciendo la autoridad de quienes detentan el poder. En los marcos sociales, las tendencias, las apropiaciones culturales y el propio entretenimiento, provocan sutilmente miedos que se acoplan a los comportamientos de los individuos. En la economía, presiones de entidades comerciales, relaciones comerciales con otro país y carreras para el desarrollo, germina dentro de una nación el miedo al atraso. 

El miedo reprimido puede ser criterio para que alguien más se apropie de él y pueda domesticar a la persona. En la actualidad, el miedo es la constante en un mundo interconectado, la cual muta en varias formas y finaliza como una base inquebrantable. En cierta parte, esta emoción ha llegado a ser el éxodo para muchas personas, pues puede llegar a tener tanto poder que quiebra las voluntades y los ánimos.

Séneca “el joven” aseguraba que “Hay más cosas que pueden asustarnos además de aplastarnos; sufrimos más a menudo en la imaginación que en la realidad”, y, por lo tanto, hay cierta credibilidad en esto. El cerebro es uno de los órganos más complejos que la evolución nos ha dado, de modo que, es inherente no saber completamente de él en su totalidad. Ahora, nos aproximamos a la “mente” un término que connota al órgano, mas no solo pone a exclusión a solo este sino también a la proyección de los desarrollos internos, externos y metafísicos que sufre el cuerpo. Es muy “normal” creer saber lo que pasa, lo que nos aqueja, el sentir y las vicisitudes de la vida. Sin embargo, esto no es más que el propio miedo, el reconocer saber, el hambre insaciable de predecir el ahora y burlar el tiempo, pero olvidamos que con este último no nos queda más que obedecer.

Probablemente a lo largo de nuestra historia el miedo siga siendo un tema para definir su impacto en nuestras vidas, ciertamente no negamos su directa relación con nuestra supervivencia, sin embargo, hay que considerar porque han llegado a construirse miedos inquebrantables dentro de nuestra mente.

Conclusiones

  • Aquel que domina el miedo interno domina, si tiene la capacidad, los miedos externos. Esta emoción se convierte en una herramienta estratégica para influir y controlar a las masas.
  • Si el poder no se equilibra con la responsabilidad, se convierte en una fuerza destructiva. La corrupción, la represión y la injusticia social son manifestaciones del poder sin restricciones, y estas realidades pueden infundir un gran terror en la población. En estos casos, el miedo no es solo una táctica para mantener el poder, sino una reacción natural a un sistema que ha perdido su equilibrio.
  • Tanto el miedo como el poder pueden ser fuerzas positivas cuando se utilizan con rectitud y honestidad.
  • La comunión entre el miedo y el poder ha sido una constante en la historia de nuestra especie, construida en la trama compleja de las interacciones sociales y políticas. El miedo, una emoción primordial arraigada en la psicología humana, y el poder, una fuerza que da forma a las estructuras sociales, han mantenido un vínculo intrínseco que ha sido tanto moldeador como reflejo de nuestras sociedades.
  • Los medios de comunicación han tenido vital relación con el poder y el miedo a lo largo de la historia de nuestra especie, ya que conducen a domesticar y reformular con ideologías aspectos que conllevan al deber, la sumisión, la ilusión de la felicidad, la lealtad forzada y el castigo, y más intensamente la imagen pública de las vidas de los individuos.

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