El matarreyes

Destronando reyes pasé el verano.

Hace ya tiempo dejé de creer
en el frío de una espada.
“¡Honor!”, me susurraron los fantasmas.
“¡Hazlo!”, recuerdo el mandato de mi madre.

Es así que el juramento,
de honor palabra que al destino dediqué algún día…
Mi condena,
Romper coronas a base de tortura,
y tinte rojo para las manos.

Y no sé si van cuarenta,
poco más, cincuenta…
Cuento cadáveres y se me acabaron ya las manos,
se perdieron en el infinito mar de jugo rosa,
rosa ácido-sonrosado.

—¡Saaaam! ¿Terminaste con las fresas?
—Todavía, ma…
¿Es que se necesitan tantas para hacer el batido?

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS