Navegando en el mar inmenso del tiempo, cabizbajo y sin rayo de esperanza, no se vislumbra isla alguna en la que pueda descansar de este navegar eterno. Completamente solo en la nada, luchando contra tormentas encendiendo la furia del mar, quien embravecido levanta oleajes gigantescos golpeando mi barca con el deseo firme de destruirla, como si yo fuera el culpable del malestar que está sufriendo. No señor océano, no me impute el dolor de esta molestia cuando la nube, allá lejos en las alturas mira, desmaya y llora de tanta felicidad al ocasionar tal desgracia.
Por si fuera poco, una vez dejado atrás esta pelea entre viento, lluvia y mar, podríamos jurar que la calma reinará, pero, no es así; aprovechándose de un espíritu sin fuerzas para seguir luchando, Don Señor Sol, deleita su fuente de placer dando el tiro de gracia, aumenta sus grados de calor a tal punto que si sacaras un pez se freiría. Sin disponer de sombra alguna, ¿dónde puedo protegerme?; trato de ocultar mi cuerpo en el agua (aunque salada, me refresca) inmediatamente el mar envía a sus bestias asesinas obligándome a abordar de nuevo el bote sin protección.
Totalmente indefenso, sin remos ni motor, a merced de los elementos, espero el fin de mis días, en el que, sin duda, el mar repartirá mis restos como despojo, sí, como botín a los salteadores. Esa mente brillante alguna vez, dejará de trasmitir ideas y recuerdos; el corazón ya no bombeará más el líquido vital que mantenía vivo mi cuerpo, esta fuente de vida quedará inerte; estos ojos apagarán su luz, cerrándose las ventanas de la vida.
¿Por qué embarcarme en esta aventura de vida? Simplemente pude quedarme como espectador, sí, al margen de la vida misma. Después de todo, la vida no agradeció lo que en ella sembré y cultivé, edifiqué y construí; obsequié, lo mejor que un ser humano pudo haber regalado y, pocos, muy pocos prestaron atención a ello, sin embargo, al más mínimo error, sí, esa diminuta mancha apenas visible a la vista, fue el acto de molestia de la parte actora para arrojarme a este mar de sufrimientos.
Busco entre mis recuerdos pruebas que me ayuden a mi defensa, me encuentro entonces con una isla en ruinas, un gran tsunami se encargó de destruirlo todo, condenándome definitivamente a lo peor que puedes recibir en la vida, repudio, olvido y soledad. Navegas en un mar lleno de vida, pero igual estás solo y en espera del menor movimiento poder desgarrarte. ¿Vives con temor? A estas alturas ello ya no significa nada, vivir en desasosiego es mejor que tener repudio, olvido y soledad.
Pagar en tu vida los errores duele, y duele demasiado, pero, desembolsar por lo que no tienes culpa es un calvario y quebranto de corazón. Cuando existe una pequellísima mancha en una prenda de vestir, con un poco de humedad se elimina, no pasa nada. No es necesario malgastar gran cantidad de detergente y agua, pero, si lo que quieres es exhibirla, la podrás incluso desgarrar.
Sigue encarecidamente tu proyecto de vida, de los que te rodean toma lo mejor; fortalecerás tus convicciones y encaminarás a los demás a cumplir sus sanos objetivos. No destruyas ni manches la vida de los que tienes a lado tuyo, porque, no sabes si en el siguiente puerto te tocará viajar solo para, enfrentarte al mar embravecido en una barca sin protección, sin remos ni motor.
OPINIONES Y COMENTARIOS