El imaginario infinito.

El imaginario infinito.

Agus a

26/01/2024

Mi mayor temor se yergue majestuoso, mucho más allá de las medidas de la muerte.

La rutina es un coloso que domina mis pensamientos; es una inviabilidad que no soporto.

La mente, hábil maestra de omisiones, nos aleja de la cruda decadencia y se regocija en la ignorancia de nuestra propia mortalidad; y qué otro mas dulce impedimento.

No hay mística alguna que pueda alejarnos del olvido de todas las razones.

Mi cuerpo es un alquiler en mora destinado a liberarme de la vida; va a desplegar su fin en mí como un fulgor fulminante.

Pero la muerte es un lastre, o quizás un ornamento divino, una excusa vaga, una simplificación. Es una imposibilidad del alma y un camino inevitable del cuerpo.

La vida que elegimos, con certeza, nos conduce al inminente de nuestra propia degradación.

La verdadera decadencia reposa en los momentos que no pudimos evitar y en los caminos que no supimos elegir.

El tiempo, inexorable, no perdona; exige una honestidad brutal ante nuestros miedos. Quien alguna vez perdió la bella idea de lo que es propio, confunde ese yelmo del miedo con el de la identidad.

Pero nadie encara solo su muerte, sino también al más dulce impedimento. ¿Qué más humano que el contraste entre el deber mundano y el régimen que tienen nuestras almas de hacernos partir en tiempo?

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