Él ignoró el amor, la salud lo ignorará a él.

Él ignoró el amor, la salud lo ignorará a él.

Miró desconsolado al amanecer, después al anochecer y más tarde otra vez al alba.

No encontró consuelo en otra gente, pues otra gente lo abandonó.

Pasó el tiempo; tras de si un reguero de cenizas de cigarro se transformó en moqueta para darle en toque de desasosiego que aquella casa enmascarada por la dicha necesitaba entre sus paredes de color blanco.

En su alma solo sonaba el silencio y la aspiración del humo del porro que decía mantener cuerdo a aquel corazón roto sin causa.

El tiempo seguía pasando y derrotando en cada batalla a su mente tan corrompida

El tiempo, como si de un imperio se tratase acabó por consumir a sus propios aliados como la cordura y las amistades. Entonces nuevas amenazas surgieron del odio más oscuro y cruento.

El vacío se estaba llenando con drogas, y el propio odio profirió un doloroso ataque que devastó no solo a sus entrañas, alcanzó a todo su ser, deformado.

Él era querido y deseaba serlo, mas tuvo un fallo garrafal. El amor surgió de sus venas como el agua en un manantial, y él no pudo hacer otra cosa que vivir en esa tímida ilusión.

Acabó ese amor como desesperante y confuso, y tornó en diablo a un ser humano, después cayó en ese vacío que transformó en infierno.

El tiempo derrotó a sus entrañas, el falso bienestar dio caza al tiempo y ahora, el blanco humo de porro ahoga a lo poco de persona que quedaba en su garganta magullada.

Inconsciente por completo, encuentra el consuelo en ese mundo tan malévolo.

Se ha acabado olvidando de como vivir, de como soñar y de como amar; en odio corre por sus venas y no podré hacer nada por él. Qué pena me da y cuánta preocupación asoma de mis palabras en forma de impotencia, pues el rumbo de su navío no cambia, y esto le llevará a la ruina.

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