El gordo invisible

Recuerdo el día que mi amigo Jeff y su mujer Veronica me dijeron que no insista en llamarla, que nunca iba a dar atención. Fue un momento de mucha decepción, Veronica era una amiga intima de la flaca y yo solo un outsider de su grupo.

Había entrado en ese grupo humano por un querido amigo con el cual me asocie para algún que otro negocio. Era un grupo interesante, diverso de alguna forma, y disfrutábamos de buenos momentos. El vino y la buena vida era posible. Igualmente, nunca me pude sentir parte de forma definitiva, solo eran momentos que me invitaban a sus ceremonias y luego poco espacio. Especialmente las chicas, siempre políticamente correctas, me demostraban una distancia que percibía injusta, pero aceptaba como siempre. Cabe aclarar que muchas reuniones eran en mi casa, cómoda y bien provista, por lo que con un par de tragos me olvidaba y nos divertíamos mucho. En ese tiempo había tomado el camino fácil de la bebida y otros aditivos, por lo que era el gordo divertido que les hacia pasar bien entretenidos. Quizás ahondare sobre este tema, pero volvamos a la flaca.

No era la única, por cierto, pero me interesaba su brillo. Me reconfortaba su paz de alguna forma, era delicada y de rasgos bellos. Al mismo tiempo era la única que se acercaba y compartía su soledad. Aclaro esto porque quizás era lo que mas me atraía, mientras que las otras chicas hacían ese circulo infranqueable que nunca logre descifrar, la flaca se la percibía un poco más independiente. En algunas charlas pude inferir una extrañeza que me interesaba, una búsqueda diferente, fuera de esas conversas corteses donde no se incomoda a nadie. Lindos momentos fueron donde coincidimos con la embriaguez, su sonrisa cómplice me hacía sospechar una conexión, pero eran solo momentos.

En esos tiempos ya me había impuesto ese régimen personal brutal que me hizo bajar de peso, había dejado las sustancias y disminuido mi interacción social al mínimo. Me había trasformado en el exitoso gordo enflaquecido y me anime a escribirle muchas veces sin éxito. En ese tiempo también se dio esa cena con Jeff y Veronica, donde me expresaron su demoledor consejo.

Ahora a pasado mucho tiempo, pero sigo pensando en la flaca. Ya no tanto con ese deseo en primer plano, más bien con cariño lejano que construyen los buenos momentos y con un resentimiento soslayado que deriva del ninguneo. Solo me hubiera gustado una oportunidad de conectar, aunque quizás no debía ser, quizás ese era mi camino. Ahora ella sigue sola y yo desolado.

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