El fantasma de Ema

Londres, 17 de febrero de 1911. Noche de tormenta, el estudiante de psicología Camilo Cooper caminaba con su paraguas y sus botas para lluvia, este era un joven de 21 años, delgado, pelirrojo con ojos marrones claros, estatura media. Se había mudado a Londres a principios de 1910 e ingreso a la universidad ese mismo año. Esa noche de febrero él se encontraba melancólico, extrañaba a sus padres quienes se habían mudado a Canadá y en la universidad no había podido generar vínculos con los otros estudiantes, esa noche en particular se sentía solo, necesitaba la compañía de alguien, el poder charlar y compartir sus cosas. En ese momento ve a una chica que le llama la atención, está salía del cementerio, vestía un tapado blanco, sombrero beige y tenía una larga trenza con su cabello negro, al salir se sienta en unas de las columnas de entrada al cementerio y eleva la cabeza mirando la lluvia. El estudiante se acerca diciéndole: 

– Buenas noches. Ella lo mira sonriendo, él sigue diciendo: 

– Me llamo Camilo Cooper, ¿Y tú? Tímidamente ella responde: 

– Ema… Ema Maket – Se levanta – debo irme 

– ¿Puedo acompañarte? Dice Camilo a lo que ella le responde:

– Claro – nunca deja de sonreír 

Ambos caminan bajo la que ya es una fina llovizna que luego solo será viento y mucho frío, al llegar a la puerta del departamento donde Camilo vivía, él dice: 

– Acá es donde vivo, pero si quieres te acompaño a tu casa 

– Yo vivo pasando el puente muy lejos de aquí – dice Ema 

– Eso es muy lejos, si tú quieres puedes pasar la noche aquí y mañana temprano vamos para tu casa, ahora la noche está muy fea, el frío es insoportable 

– Que amable, si no es molestia – sonríe tiernamente 

– Para nada 

Entran al departamento, era un departamento muy ordenado y limpio no muy común para un estudiante que vivía solo, la cama estaba echa, un mueble con distintos libros entre ellos de psicología, novelas y cuentos, un antiguo sofá marrón. Ema se sienta en el sofá, Camilo le ofrece algo para tomar, ella le pide un té y él se lo prepara rápidamente. Al servir el té, Camilo deja las tazas en una mesa ratona y se sienta junto a Ema, ella saca de su bolsillo un anillo con un diamante.

– Quiero que consérvese este anillo – le dice – fuiste muy bueno conmigo y te lo quiero regalar como agradecimiento – Camilo sorprendido al ver el gran valor que deberá tener ese anillo le dice: 

– No puedo aceptarlo Ema, igualmente te lo agradezco mucho – ella lo mira con ojos que parecían hipnotizarlo de tal manera que Camilo termina aceptando el anillo. 

Luego de tomar el té ambos se quedan dormidos, afuera volvía a llover pero con menos intensidad. Llegando la mañana Camilo se despierta y ve que Ema ya no estaba allí, la llama y la busca por todo el departamento, Ema se había ido, este se sienta y empieza a pensar «la volveré a ver algún día» en ese momento ve la hora y se prepará para ir a la universidad pero antes pasaría por el cementerio para ver si vé a su amada. Antes de irse toma el anillo y lo lleva entre sus manos. Al llegar a la puerta del cementerio empieza a buscarla con la mirada, allí había un policía, Camilo se le hacerca y le pregunta por la muchacha a lo que el gendarme le responde que no la había visto. En eso este policía ve el anillo en las manos de Camilo, y le pregunta: 

– ¿Podría ver eso? 

– Si claro – le responde al agente

El policía mira el anillo, sorprendido dice: 

– Esto le pertenece al millonario Daniel Maket, el hombre que asesinaron hace dos semanas, ¿De dónde lo saco? 

Confundido, Camilo le responde: 

– Me lo dió Ema, Ema Maket

– Ema Maket, es hija de Daniel Maket y murió el año pasado, tendrá que acompañarme 

Camilo sin saber que decir empuja al agente policial y corre para adentro del cementerio, al llegar a una tumba se lleva una desagradable sorpresa, la tumba decía: 

EMA MAKET (1891 – 1910), esta tenía una foto de la muchacha, era la misma que había estado con él la noche anterior.

Camilo se desmaya, al despertar se encontraba en una clínica psiquiátrica dónde murió tres años después.

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