Era noche y se aproximaba el encuentro, no sabía que esperar o a que temer, mi cabeza estaba aturdida del miedo, mis manos sudaban por los nervios y mi cuerpo era susceptible hasta al aire.

Sabía que deseaba ese momento tanto como un niño quiere un dulce y que me asustaba como la noche oscura.

Busque ropa, aliste tacones, maquillaje, planche mi cabello, me puse aretes, collar, perfume y quede lista con un cuerpo deseoso y mente abierta para el encuentro.

Llego el momento y me encontré con él, lo mire y olvide que existía el mundo, así que solo me deje llevar. Deje que su mano me guiara y que su voz encantara la noche.

Llegamos a la habitación de un Motel que se convertiría en confidente del encuentro de dos cuerpos ansiosos y de dos mentes enloquecidas por el deseo.

Me beso y olvide que tenía una vida fuera de esa habitación, éramos solo el y yo, era yo acariciando su espalda y el besando mi cuello. La intensidad subió y éramos dos locos extasiados en una cama.

En mi pecho podía sentir el latir de mi corazón que desbocaba con cada beso, en mi cuerpo podia sentir mi piel erizarse a cada respiro suyo, en mi mente no podia pensar porque estaba enloqueciendo con cada caricia y mi alma sencillamente había salido de mí.

El encuentro terminó y regresamos al lugar al que cada uno pertenecía con una historia que no se podrá contar pero que jamás se olvidara.

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