El demonio deberá salvarme

El demonio deberá salvarme

Diana Castro

24/11/2017

Mi infancia…

Lo que recuerdo de mi infancia es muy poco, pues casi no tuve momentos tan especiales como otros niños, mi infancia fue muy amarga, nunca tuve un padre que estuviera conmigo, que me llevará a tomar un helado o que me llevará tomada de la mano para el colegio, no tuve a un padre que estuviera pendiente de mi primer palabra o en mi primer paso, no tuve la compañía de mi padre cuando quería hacer preguntas, mi madre era soltera y como tal también hacía el papel de padre, trabajaba en una empresa donde se fabricaban productos de aseo. Yo mantenía algo sola, pues no tenía hermanos y por lo poco que mi madre me contó de mi papá fue que cuando se dio cuenta que yo venía en camino decidió irse y se fue dejando un gran vacío en el corazón de mi madre, ella quedo totalmente sola, mis abuelos ya habían fallecido y no contaba con el apoyo de nadie, literalmente ella estaba desamparada, no contaba con la ayuda de ninguna persona, pues casi no tenía amigos y era más bien retraída de sus problemas… Pero ella no se dejo caer, ella lucho y salió adelante por sus propios medios, cuando nací yo llene su vida de más problemas y más problemas, pues ya era otra boca más para alimentar, sin embargo ella nunca se quejaba cuando estaba conmigo, solo dejaba salir una pequeña sonrisa, que a leguas se notaba que era fingida, su mirada era tan vacía y tan fría como lo estaba su corazón.

A los 5 años de edad entre a un colegio, estudiaba de 6 a 5 de la tarde, allí me cuidaban, me daban de comer y me ayudaban a hacer las tareas; Casi no veía a mi madre, solo compartía con ella unas cuantas horas y eso que era mucho, pues ella me recogía del colegio a eso de las 6, me dejaba en casa, me daba un baño, me daba de cenar y me acostaba a eso de las 7:30pm, cuando yo estaba dormida ella se iba para su otro trabajo, su trabajo de noche constaba de tener que servir licor en un bar, era algo así como una mesera, de su trabajo llegaba tipo 12:00am, llegaba a casa muy cansada, agotada y a veces quejándose porque sus pies le dolían mucho, por lo tanto se quedaba dormida muy rápido, al otro día era la misma rutina… En ocasiones escuchaba a mi madre llorar en silencio, decía que se quería morir o que ya no soportaba tenerme a mí, la verdad siempre tuve una pregunta que jamás tuvo una respuesta y era que si ella había quedado sola después del embarazo ¿por qué no me aborto? esta preguntaba rondaba todas las noches en mi cabeza.

Todas las madrugadas en las que mi madre se quejaba de mi me dolían y por lo tanto comencé a guardar un gran odio en mi corazón, odiaba a mi padre y a mi madre, fue tan así que una vez cuando yo tenía unos 6 años decidí irme de casa, recuerdo que tome una chaqueta de color ocre, unos pantalones color beis y una blusa de cuadros rojos con negro, la empaque en un maletín y decidí marcharme, pero fui muy cobarde y regrese a las cuantas horas, mi madre estaba preocupada y fue la primera vez que ella dijo algo lindo para mí:

-Hija, puede que yo no este tanto tiempo contigo, pero quiero que sepas que las cosas van a cambiar para bien, perdona mis actos malos, perdón por las veces en las cuales no te presto atención alguna, pero debo de trabajar para darte algunos gustos… Te amo y no sé qué pasaría donde yo te perdiera, mi chiquita bella

Esas palabras reconfortaron mi alma me hicieron pensar muchas cosas, me hicieron reflexionar, pero más sin embargo esto no ayudo a que se reconfortaran las heridas de mi corazón. De todas maneras las cosas si cambiaron, las cosas mejoraron para bien, mi madre trabajaba de 8 a 12 y su salario era el mismo, ya no trabaja de noche por lo cual compartía más tiempo conmigo, así pasaron los años y los años y yo me convertí en una adolescente sin ningún complejo aparentemente.

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